Opinión | Crónica Política
La disputa
Es probable que a estas alturas, medio país gallego esté asombrado y la otra mitad solo sorprendido en parte. El motivo de tales reacciones es la disputa que las delegaciones del Gobierno central y la Xunta mantuvieron este pasado fin de semana por la cuestión del Corredor Atlántico. La sorpresa deviene de lo que en principio parecía que iba a ser un empujón –hacia adelante– para el proyecto. El asombro se produce cuando la “cumbre” se convirtió en nada. Y todo, por inverosímil que resulte, se debió a una disputa entre las delegaciones asistentes a causa de las declaraciones que se atribuyen al conselleiro de Presidencia.
La cosa no está en a quién hay que creer y a quién, no. Más bien el meollo de la cuestión radica en la ausencia absoluta de lo que el Gobierno gallego había solicitado. La Xunta pidió conocer el proyecto de la obra que reclama, fechas probables para su comienzo y remate y, por supuesto, de qué financiación dispondría. A partir de ahí, de la ausencia de información –aportada después por el Gobierno central– las cosas empeoraron y se complicaron aún más por las declaraciones del señor Calvo acerca de otras, que el secretario de Estado de Transportes –que estaba en la reunión– negó. Y que generaron una queja oficial por alusiones al Gobierno de Portugal.
Se emplea el término “disputa” porque el encuentro pareció más una riña que un intento serio de intercambiar puntos de vista y buscar un entendimiento del todo necesario para resolver una carencia estratégica vital para Galicia. Y no convence el que desde el Departamento en Madrid, se afirme que “toda la obra” está en marcha o lo estará en breve. Parece más bien, desde un punto de vista particular, que se incluyen en ese dato trabajos que poco tienen que ver con el Corredor.
El meollo de la disputa es la credibilidad. Dicho de otro modo donde está lo que se aproxime más a la verdad de las partes enfrentadas. No en quien dice que, sino algo más difícil: determinar el origen de los datos y su exactitud, aunque sea tardía, y sobre todo en la confianza que la ciudadanía –a quien representan los dos gobiernos–, algo que presenta serias dificultades. FARO de VIGO ha aportado información solvente y completa: toca a las Administraciones entenderse y al público seguir de cerca los acontecimientos.
Lo único indiscutible es que ahora mismo no solo faltan detalles sino una auténtica enciclopedia de números y de fechas. Lo cierto es que la memoria colectiva de los gallegos aporta “detalles” de lo que no hay: información suficiente –del Gobierno central– y abundancia de promesas y afirmaciones, que desde este gobierno y los anteriores se han formulado. Y lo que si hay son incumplimientos, retrasos, polémicas, quejas y todo lo que no se merece este Antiguo Reino. Eso es lo que habría de entrar en un debate, que no disputa.
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