Opinión

Macron, tras su Berézina

Los aficionados a la historia conocen la derrota infligida en noviembre de 1812, a orillas del río Berézina, por las tropas del zar a las de Napoleón Bonaparte, que se batían en retirada tras el fracaso de su invasión de Rusia.

Berézina es desde entonces sinónimo de desastre, y eso es lo que puede fácilmente ocurrirle al presidente francés, Emmanuel Macron, político de bonapartistas modales, con su arriesgada decisión de disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones tras el desastre de su partido en las recientes europeas.

Es cierto que, al tratarse de una democracia fuertemente presidencialista y no parlamentaria, Macron podrá anular o bloquear los decretos del Gobierno o las decisiones de las cámaras hasta que acabe en 2027 su segundo y último mandato.

La “cohabitación” de su presidencia con el Gobierno que pueda salir de las urnas el próximo 7 de julio, cuando se celebrará la segunda vuelta de las elecciones legislativas, será en cualquier caso todo menos fácil.

Macron tendrá enfrente no solo a la Agrupación Nacional de su vieja enemiga Marine Le Pen, quien ha tratado últimamente de limar un poco la ideología ultraderechista de ese partido para volverlo más presentable a los círculos de poder y a las clases profesionales, sino también a una nueva edición del Frente Popular.

“En las próximas legislativas los franceses tendrán que elegir entre el centro derecha y el extremismo”

En las próximas legislativas, los franceses tendrán que elegir entre el centro derecha que, pese a sus políticas claramente neoliberales y antisociales , él dice representar, y “el caos” y “los extremistas”, como califica a quienes no coinciden con él.

Pese a su espectacular triunfo en las europeas, es difícil que el partido de Le Pen y su candidato a primer ministro, el joven Jordan Bardella, logre en las próximas legislativas francesas la mayoría absoluta.

Necesita que le vote también el bloque “burgués”, entre otras cosas, porque le proporcionaría las conexiones con las elites tanto económicas como culturales que aún le faltan.

Algo que podrían aportarle los Republicanos, explica el conocido politólogo Luc Ruban, según el cual es siempre muy conveniente para cualquier partido tener al funcionariado de su parte.

Lo más problemático para los empresarios son las posiciones antiinmigración de la Agrupación Nacional ya que aquéllos necesitan mano de obra barata como la que ofrecen siempre los inmigrantes.

En el otro lado del espectro político frente al partido de Macron está el frente de comunistas, verdes, socialdemócratas y la Francia Insumisa, que han acordado finalmente presentar un candidato común.

El “contrato de legislatura” aprobado por esos partidos prevé abolir la reforma de las pensiones, aumentos salariales frente a la inflación, oposición al pacto de estabilidad y a los acuerdos de libre comercio, así como un nuevo impuesto europeo a los ricos.

Por lo que respecta a Ucrania, abandonado hace tiempo el pacifismo y no obstante la oposición creciente de la población, la izquierda francesa, al igual que la alemana, aboga por continuar su rearme frente a Rusia.

Los ciudadanos tendrán finalmente la palabra.

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