Opinión

Cuando la ideología ciega la razón estratégica

El consejero de Seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, no se distingue precisamente por lo acertado de sus pronósticos.

Recordemos cómo poco antes del ataque de Hamás del 8 de octubre contra Israel,se felicitaba en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs de la tranquilidad existente en el mundo árabe.

“Lo que queremos es quitar presión, desescalar para finalmente integrar a la región de Oriente Medio”, afirmaba también Sullivan el 29 de octubre en una intervención en el Festival Atlántico.

“La guerra del Yemen está en su decimonoveno mes de tregua, ya no se producen ataques iraníes contra las fuerzas estadounidenses y nuestra presencia en Irak es estable”, se vanagloriaba el consejero de Seguridad.

Unos días después pasó lo que pasó: la franja de Gaza se ha convertido mientras tanto en un infierno, Hezbolá ataca por el norte a Israel, y los hutíes del Yemen, a los buques británicos o estadounidenses que atraviesan el mar Rojo.

El equipo de Joe Biden, en el que, junto a Sullivan, destaca sobre todo el omnipresente secretario de Estado, Antony Blinken, creyó también que la guerra de Ucrania serviría para desangrar económica y militarmente a Rusia. Y como la paloma del poema de Alberti, también se equivocó.

"Las sanciones económicas no surten el efecto deseado en Rusia y perjudican sobre todo a Europa y de modo especial, a Alemania"

Rusia está hoy más fuerte que antes del estallido del conflicto y, en lugar de conseguirse, como se pretendía, el aislamiento del país de Putin, las sanciones económicas no surten el efecto deseado y perjudican sobre todo a Europa y de modo especial, a Alemania.

La Casa Blanca de Biden critica ahora duramente a China por no sumarse a las presiones de Occidente contra Moscú por la invasión ilegal del país vecino y amenaza a sus bancos y empresas con sanciones de las llamadas “secundarias”.

¿Podía cualquier político no cegado por su ideología prever lo contrario? No solo se ha aproximado Rusia a China, frente a lo que algunos esperaban, sino también a un país con un gobierno tan imprevisible como el del Corea del Norte, que el presidente ruso no visitaba desde el 2000.

En un artículo publicado en el diario norcoreano Rodong Simun, Putin agradecía al país comunista su apoyo con motivo de la guerra de Ucrania, que, según fuentes de la OTAN, es sobre todo armamentístico.

Al mismo tiempo, para disgusto de Occidente, comenzaban en aguas del Pacífico unas maniobras navales conjuntas con participación de una cuarentena de buques de guerra.

Dejando al margen su lamentable historial en materia de derechos humanos, preciso es reconocer que quien fue consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado con Richard Nixon, Henry Kissinger, entendía de estrategia.

Lo demostró con su valiente política de acercamiento diplomático a China, algo que no puede decirse de sus actuales sucesores.

Ya centenario, el “realista” Kissinger criticó también el plan de Washington de meter a Ucrania en la OTAN e incluso aconsejó al Gobierno de Kiev que cediese territorio a Rusia para detener un conflicto que amenazaba con destruir el país. No se le hizo caso.

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