Opinión

Se suceden las malas noticias para la llamada “Europa liberal”

La llamada “Europa liberal” no da abasto para digerir la sucesión de malas noticias que le llegan desde todos los frentes.

Primero fueron las elecciones al Parlamento Europeo, que, para desmayo de muchos gobiernos, mostraron el empuje de las fuerzas de la ultraderecha nacionalista en varios países del continente.

Vino después, al otro lado del Atlántico, la desastrosa actuación del favorito de los europeos, el demócrata Joe Biden, en el debate televisivo con su rival republicano, Donald Trump.

Biden demostró ante los ojos de todos lo que los medios norteamericanos, recelosos de un regreso de Trump a la Casa Blanca, se han esforzado tanto tiempo en ocultar: la decadencia tanto física como mental del actual presidente y aspirante a seguir cuatro años más al frente del país más poderoso del mundo.

El demócrata no solo no pudo rebatir las continuas mentiras del ególatra Trump, sino que en muchos momentos del debate se le vio como ausente e incapaz de hilar dos palabras seguidas.

La pregunta que se hacen hoy muchos no solo en EE UU, sino también en Europa, donde nada se teme más que una nueva presidencia del errático Trump, es si los demócratas conseguirán que Biden renuncie voluntariamente a su candidatura y permita presentarse en su lugar a un candidato más joven.

Siguió al descalabro de Biden el resultado, no por menos esperado, menos preocupante para muchos, de la primera vuelta de las elecciones francesas, que han supuesto un gran triunfo para la ultraderecha nacionalista de Marine Le Pen frente al gobernante Renacimiento de Emmanuel Macron.

Orgulloso como nadie, no en vano algunos le apodan Júpiter, el presidente francés había lanzado un órdago al convocar nuevas elecciones a la Asamblea Nacional tras el fracaso de su partido Renacimiento en las europeas, pero se equivocó.

Ahora solo le queda la esperanza, más bien escasa, a juzgar por los resultados de la primera vuelta, en la que el partido gobernante quedó muy por detrás no solo del de Marine Le Pen, sino también de la izquierda del Frente Popular, de que funcione su dramática advertencia de que “o él o el caos de los extremismos”.

Por si fuera poco, a partir de este primero de julio es la Hungría del ultranacionalista Viktor Orbán la que preside la Unión Europea, algo que, aunque por turno rotatorio, no podía haber llegado en peor momento.

Admirador de Donald Trump, Orbán ha elegido significativamente para el semestre húngaro el eslogan “Make Europe Great Again”, calcado del “Make America Great Again” del estadounidense.

Orbán es un apestado para la Europa liberal no solo por su posición radicalmente contraria al rearme continuado de Ucrania por la OTAN y a favor de las negociaciones con la Rusia de Putin, sino también por su total rechazo de la inmigración extraeuropea. En la UE pueden saltar chispas.

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