Niños ‘influencers’: ¿ocio o negocio?

La ley establece una edad mínima para abrir una cuenta en una red social, pero hay menores que ingresan cifras millonarias con sus canales, una actividad sin regulación específica

El canal de YouTube de Mikel suma más de nueve millones de suscriptores

El canal de YouTube de Mikel suma más de nueve millones de suscriptores / YouTube

Los youtubers, instagrammers e influencers son los nuevos ídolos infantiles. Por ello, no ha de extrañar que los niños pertenecientes a la generación Alpha (los nacidos después de 2010) prefieran ser creadores de contenido (29%) a astronautas (11%), tal y como muestra la encuesta Harris Poll/Lego. El atractivo que ejercen los influencers no es tanto por la actividad en sí que desarrollan como por cómo son percibidos: una gran mayoría considera que ingresan grandes cantidades de dinero sin apenas esfuerzo. En España, uno de cada tres menores declara que le gustaría dedicarse a esta actividad y uno de cada diez ya lo está intentando.

Según la clasificación anual de los youtubers mejor pagados de 2023 de todo el mundo de la revista “Forbes”, Ryan Kaji (9 años) obtuvo unas ganancias de 35 millones de dólares gracias a los 36 millones de seguidores de sus reseñas de juguetes. Las cifras no son tan astronómicas en España, aunque también hay ejemplos de niños youtubers que ingresan cifras millonarias.

Probablemente el de Las Ratitas sea el canal infantil más popular en la comunidad hispana. Aunque no hay vídeos nuevos desde hace casi un año, Giselle (12 años) y Claudia (11 años), dos hermanas nacidas en Barcelona que se unieron a Youtube en 2015, suman 25,4 millones de seguidores en su canal principal, en el que muestran juegos, retos, experiencias y promocionan juguetes y artículos. El contenido está dirigido por sus padres, quienes también tienen canales de YouTube para el resto de la familia. Giselle y Claudia han logrado acumular ganancias anuales de hasta 1,2 millones de euros. Son, además, protagonistas de una docena de libros y tienen muñecas propias.

Por su parte, Mikel (14 años) tiene más de 9,38 millones de seguidores en su canal, MikelTube, donde aparece jugando a vídeos o viviendo experiencias con su familia. Tiene, además, perfiles en Instagram, Twitter, Facebook y TikTok, y web propia, en la que también promociona los canales de su hermano (LeoTube), de 10 años, que comenzó en YouTube con tan sólo dos años en el canal de Mikel y que hoy suma 4,28 millones de usuarios. También el catalán Nico (15 años) triunfa con sus canales, donde sus vídeos de retos, series de ficción y aventuras con sus padres son seguidos por 4,09 millones de personas.

Teniendo en cuenta que los menores de 14 años no podían abrir una cuenta en redes sociales –el real decreto aprobado el pasado 30 de abril eleva la edad mínima a 16–. ¿Cómo es posible que haya niños que no alcanzan ese mínimo que sean youtubers o tiktokers?

Según Víctor Salgado, abogado gallego especializado en derecho TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones), el fenómeno de los niños influencers no deja de ser “bastante sorpresivo”. “Es algo que nos llega por influencia del ámbito internacional, donde la regulación no es tan protectora con los derechos de los menores como en Europa o España. Y como allí se hace y no hay ningún problema, pues aquí, también”, opina.

Imagen destacada
Víctor Salgado - Abogado experto en TIC

“Es imposible que un niño sea ‘influencer’ sin el respaldo de sus padres”

Es, además, un fenómeno que se retroalimenta. “Los chavales ven a otros niños en la pantalla y dicen ¿por qué no hacerlo yo también? Además, siempre se habla de los casos de éxito, del dinero que ganan y de su popularidad. Resulta algo muy atractivo”, explica.

Por otra parte, si con esta actividad el menor ingresa dinero, ¿debería considerarse lo que hace como un trabajo? Y en este caso, ¿cómo está regulado? Según Salgado, no existe una regulación específica, pero recuerda que tanto el Estatuto de los Trabajadores como el Estatuto del trabajo autónomo prohíben que un menor de 16 años trabaje, ni siquiera para sus familiares.

En España está prohibido que los menores de 16 años trabajen

Hay una excepción, apuntilla, que se aplica al mundo del espectáculo, aunque para que un menor de 16 años pueda hacerlo necesita una autorización previa de la autoridad laboral, según contempla el Real Decreto 1435/1985, por el que se regula la relación laboral especial de los artistas en espectáculos públicos. “Tendría que haber una solicitud por parte de los padres y lo primero que va a comprobar la autoridad laboral es si ese trabajo garantiza la estabilidad psíquica del menor y su seguridad física y no supone un riesgo para su formación profesional y humana –explica Salgado–. Dependiendo de si la actividad que desempeña el menor en las redes podría considerarse, de alguna manera, un espectáculo, pero para desarrollarlo, según el real decreto que se aplica al espectáculo, necesitaría una autorización previa”.

Una vez aprobada su participación en el espectáculo, hay una normativa especial sobre las condiciones de trabajo del menor, que establece, entre otros aspectos, la duración máxima de la jornada laboral (no más de ocho horas), el horario (no pueden trabajar de 10.00 a 06.00 horas) y el descanso semanal (duración de mínimo dos días ininterrumpidos).

La legislación laboral y de riesgos laborales, sin embargo, no establece ningún requisito ni límites a la actividad de los niños influencers, que, por otra parte, a veces es dificíl de clasificar. Sí están amparados, en cualquier caso, por la normativa de protección jurídica del menor de 1996, que, como recuerda Salgado, establece el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen de menor, lo que quiere decir que cualquier tipo de utilización de su imagen en ningún momento puede ir en menoscabo de su propia dignidad. “No sólo los padres son los encargados de amparar estos derechos. El Ministerio Fiscal, también. Y, por supuesto, cualquier persona puede poner cualquier vulneración de los derechos del menor en conocimiento del Ministerio Fiscal, que tendría la obligación de actuar de oficio”, explica.

Muchos de estos pequeños influencers debutan en las redes sociales de la mano de sus padres y muchos son expuestos a la mirada pública desde muy pequeños. “Es imposible que un niño llegue a convertirse en un influencer sin el respaldo de sus padres. Ellos son los responsables de velar por los intereses, los derechos y la seguridad de sus hijos, por lo que tienen responsabilidad sobre la exposición pública de sus hijos”, recuerda el abogado.

El pasado 30 de abril, el Consejo de Ministros aprobó un real decreto con el objetivo de regular la actividad digital en dos ámbitos esenciales: la protección del menor y la difusión de contenidos publicitarios en coherencia con las normas europeas. Respecto al primero, la normativa eleva a 16 años la edad mínima para poder acceder y registrarse en redes sociales; prohíbe el acceso de los menores a los llamados mecanismos aleatorios de recompensa, presentes en algunos videojuegos, y obliga a los proveedores a utilizar sistemas de verificación de la edad “fehacientes”, entre otras medidas.

La nueva norma es de aplicación para quienes empleen servicios de intercambio de vídeo a través de plataforma y tengan la condición de “usuario de especial relevancia”. Sin embargo, no regula la actividad de los niños influencers. Según Salgado, se ha perdido una oportunidad de definir y regular de una forma específica la exposición de los menores en las redes.


Ana Mª Ulloa Lage
Psicóloga educativa

“No es razonable que un niño se exponga a las opiniones de miles de desconocidos”

Ana María Ulloa.   | // FDV

Ana María Ulloa. / FDV

La exposición prolongada en las redes sociales y desde edades tempranas conlleva importantes riesgos en cuanto a la gestión de la identidad pública del menor y puede tener graves consecuencias en su desarrollo, según Ana Mª Ulloa Lage, vicepresidenta da Sección de Psicoloxía Educativa del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG). “Los riesgos en internet son muchos, los padres deberían conocerlos y al mismo tiempo ser capaces de reflexionar sobre las consecuencias de que sus hijos se expongan de manera tan brutal”, dice.

–Desde un punto de vista psicológico, ¿es razonable que un menor sea influencer?    

–Desde el punto de vista psicológico no es razonable que un menor sea influencer, que patrocine marcas y se exponga a las opiniones y seguimiento de miles de personas desconocidas. Su salud física y mental pueden estar en riesgo.

“Puede poner en riesgo su salud”

–¿Qué consecuencias puede tener para el desarrollo del niño?

–Una vez que el niño aparece en las redes sociales, desaparece su intimidad. El ser influencer desde pequeño lleva asociados unos riesgos psicológicos y emocionales. Puede desarrollar una pasión enfermiza por su apariencia y sentir la necesidad de compararse constantemente con los demás, lo que socava su autoestima. Tiene, además, que lidiar con las presiones de ser un modelo a seguir para una gran audiencia y estar expuesto a posibles comentarios negativos, que a parte de afectar a su autoestima, puede conducirle a trastornos alimentarios y dismorfia corporal. La negatividad es difícil de aceptar y encajar por los menores, lo que puede suponer problemas de maduración, egocentrismo, incapacidad para entender lo que es la vida real o desconocimiento del valor real de las cosas. Y en los casos más graves, puede acabar sufriendo el “síndrome del juguete roto”.

–¿En qué consiste?

Este síndrome afecta a personas que durante su infancia han sido famosas, pero que de adultos no tienen el mismo éxito, y provoca baja tolerancia a la frustración, necesidad de aprobación constante e incluso problemas o trastornos de personalidad.

“La presión por mantener seguidores y éxito genera un estrés constante”

–¿Qué herramientas psicológicas necesita un niño influencer?

–La presión por mantener seguidores y éxito genera estrés constante. La necesidad de crear contenido relevante produce agotamiento y falta de inspiración. El estar expuesto a comentarios negativos por parte de sus seguidores afecta profundamente a su salud mental y más concretamente a su autoestima, algo que es sumamente importante en su vida presente y futura. Por ello, es muy importante desarrollar en ellos una autoestima adecuada.

–¿Cómo?

–Enseñándoles a no interiorizar los comentarios negativos como algo personal; hacer que se sientan queridos y aceptados en su familia, usando palabras amables y mostrándole afecto; centrarse en sus fortalezas y no en sus debilidades, animarlo a hacer aquello que se le da bien y ayudarle también a identificar sus puntos débiles y distintas formas de trabajarlos; Animarlo a alcanzar el éxito pero al mismo tiempo hacerles entender que no siempre se gana. Tienen que saber aceptar el fracaso y que el éxito no es la única forma de medir su autoestima; que descubra nuevas actividades, que refuercen su autoestima y su sentimiento de valía; Enseñarle habilidades de resiliencia, que le permitirán enfrentar los desafíos y recuperarse de los errores o situaciones difíciles. 

Suscríbete para seguir leyendo