“Bambi” alimenta el tabú de la muerte

La revisión de la escena en la que un cazador mata a la madre del cervatillo en el ‘remake’ de acción real abre el debate sobre cómo se aborda el tema en la sociedad

Fotograma de “Bambi’.

Fotograma de “Bambi’. / WALT DISNEY COMPANY

M. González

M. González

Disney ha anunciado que modificará de la escena en la que la madre de Bambi muere por el disparo de un cazador en su adaptación en acción real. La guionista del proyecto ha asegurado que se trata de una decisión para adaptarse a la sensibilidad del público actual. Pero, ¿es positivo no hablar de la muerte, convertirla en un tema tabú?

“La muerte es y ha sido un tema tabú, no obstante años atrás había mucha más mortalidad infantil, muertes en parto, la gente moría más joven, existían más ritos, luto, etcétera. Hoy convivimos menos con la muerte y el ritmo de vida no permite los duelos”, afirma la psicóloga y formadora Diana Rodríguez.

“Hoy en día la concepción de la muerte no ha cambiado, pero sí la forma en la que abordamos las situaciones derivadas de ésta”, afirma Ainoa Míguez, pedagoga especializada en psicología educativa. “En las sociedades tradicionales, la muerte no se ocultaba, era una situación normalizada e inscrita en la realidad cotidiana de la vida de las comunidades. Sin embargo, actualmente la muerte es uno de los grandes temas tabú en gran parte de las sociedades occidentales, debido al temor y miedo que nos provoca”, sostiene.

“Intentamos “proteger” a los más pequeños de esta realidad, haciéndose muy complicado tratar la muerte con ellos. Esto se debe a las creencias instauradas acerca de que los niños no tienen las herramientas cognitivas y emocionales necesarias para enfrentarse a ella. Con todo esto, debemos comprender que lejos de protegerles, ignorar el tema o simplemente no hablar de ello les puede causar más miedo y preocupación. La muerte es inevitable y los niños son más conscientes de ello de lo que creemos”, afirma Míguez.

Durante sus años de profesión Diana Rodríguez no se ha encontrado nunca ningún niño traumatizado por la muerte de la madre de Bambi, la de Nemo o la del padre de Simba. Sí se ha encontrado, en cambio, “traumas” por “trailers de películas como It o vídeos como los de Momo o el Ayuwoki”, afirma la psicóloga.

“Hay un mecanismo de negación de la muerte que resulta preocupante”

Diana Rodríguez- Psicóloga

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“Es importante tener en cuenta que la reacción de un niño a una película puede depender de su edad, personalidad y experiencias previas”, añade Ainoa Míguez. “Algunos pueden sentirse más afectados que otros por escenas emocionales en las películas. Además, la forma en que los padres manejan estas situaciones también puede influir en la respuesta emocional de los más pequeños”. En este contexto, recomienda “que los padres estén dispuestos a hablar con ellos sobre las emociones que puedan surgir al ver ciertas películas”.

Diana Rodríguez reflexiona sobre “la desconexión que hay con el tema de la muerte”: “No existe, parece que somos inmortales. He detectado muchos duelos patológicos y es por el motivo de no ser conscientes de la muerte como un proceso intrínseco a la vida”. De este modo, se muestra “a favor de la muerte en esas películas, de que los menores tengan una mascota y transiten el proceso de duelo, que en la familia se establezcan ritos religiosos o espirituales de recuerdo, que el tema de la muerte forme parte del currículum educativo en las aulas”. “Hay un mecanismo de negación de la muerte que a mí me resulta preocupante”, dice la psicóloga, que escribió por este motivo el cuento ¿Qué pasa cuando te mueres ?, “para invitar a los peques a perder el miedo, el tabú y verlo como un reto, hasta llegar a la aceptación del proceso”.

“Es necesaria una educación emocional en este tema, no la censura”

Ainoa Míguez- Pedagoga

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“Tanto las películas como los libros son buenos recursos para abordar esta temática con los más pequeños”, dice la pedagoga, que recomienda tres filmes: Up, Coco y Del revés. Los adultos intentamos proteger a los niños de la muerte pero debemos ser conscientes de que estos están expuestos a ella a diario. “Algunos expertos creen que durante los primeros 18 años de vida ya se han presenciado alrededor de 18.000 defunciones, muchas de ellas ficticias, que aparecen en los dibujos animados, en las películas, libros, etc. Por tanto, los efectos acumulados de esta exposición pueden ser muy dañinos, pues pueden conducir a fobias y trastornos de ansiedad si la temática no se ha tratado anteriormente con normalidad”, advierte.

“Resulta contraproducente no hablar de la muerte como un proceso natural”, indica Diana Rodríguez. “En el momento que el menor muestre interés hay que acompañarlo en el proceso de la comprensión y aceptación del ciclo de la vida. No obstante, si para nosotros es un tema tabú o no aceptado es muy difícil transmitir a los niños una visión sana del concepto de la muerte”.

“Aunque muchos adultos crean que los niños no entienden la muerte (y que cuando éstos son pequeños no se dan cuenta de lo que sucede), se ha observado que los más pequeños sí pueden desarrollar un cierto sentido de irreversibilidad, universalidad y causalidad, es decir, comprenden en buena medida que la muerte es un final, que afecta a todos y que se conecta con el cese de las funciones corporales”, dice Míguez.

Diana Rodríguez califica como “un gran cinismo capar ciertas obras y poner en manos de menores juegos como GTA, por ejemplo”. En esta línea, Ainoa Míguez tampoco está a favor de este tipo de revisiones: “Como profesional de la educación, siempre defenderé la necesidad de una educación emocional en esta temática, no la censura”.

La mejor manera de abordar el tema con ellos sería, según Rodríguez, “mediante cuentos, juegos, películas..., que den pie al diálogo sobre ese tema; que, por lo que se observa, cada vez se está castrando más”.

Míguez considera importante “incluir a los menores en el proceso de despedida. “Podemos sugerir que escriban una carta, que hagan un dibujo, o algo especial y simbólico para ellos”.

“Más allá de la discrepancia acerca de si los niños pequeños pueden o no comprender la muerte, lo que sí podemos afirmar es que la perciben. Perciben los sentimientos y emociones de las personas que están a su alrededor y sienten su preocupación y ansiedad; si les ayudamos a desarrollar competencias emocionales orientadas a entender dicho sufrimiento estaremos prestándoles una gran ayuda”, subraya la educadora.

Claves ante una pérdida

Además de la responsabilidad que compete a las familias, surge la necesidad de una educación emocional desde la escuela para poder abordar este tema, para lo que sería aconsejable tener en cuenta aspectos educativos como:

  • Identificación de emociones: Para ayudar al menor a adquirir habilidades que faciliten la expresión de lo que siente.
  • Desarrollar la empatía: Enseñando a ponerse en el lugar del otro, hablando de los diferentes momentos que viven los compañeros.
  • Apoyo y comprensión: Fomentar el apoyo entre ellos y la comprensión, así como animar a pedir lo que uno necesita cuando tiene una dificultad.
  • Compartir vivencias: Dedicar tiempo para hablar de la muerte a lo largo de las etapas educativas. Es positivo compartir las propias vivencias de los menores y la realidad de que todos moriremos como parte de la naturaleza humana.

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  • Dar un tiempo y espacio de acogida a lo ocurrido.
  • El centro debería ser proactivo ante el dolor de la familia ya que estará desbordada. Deberá crearse un espacio de comunicación y apoyo en el duelo del menor.
  • Es esencial adelantarse a los acontecimientos compartidos en clase o a las fechas destacadas.
  • Hacer un seguimiento continuado para acompañar de forma coordinada en todo aquello que sea significativo para el menor, desde su respuesta emocional, comportamental o de apoyo social que necesite.
  • Observar al niño o la niña con más atención ofreciéndole el espacio que necesita para hablar de lo ocurrido sin forzar, de forma individual o grupal, según sean las necesidades del menor.
  • Si la pérdida ha sido de algún compañero de clase, será imprescindible hablar de lo ocurrido con todo el grupo, realizando alguna actividad conjunta en homenaje para compartir el dolor por la pérdida de su amigo o amiga.

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