Opinión | El precio de la desmemoria

Singular del plural

Andan a vueltas estos días los políticos y los comentaristas con el léxico para justificar unos y denunciar los otros la quiebra del principio de igualdad en la financiación del Estado a las autonomías españolas a fin de conseguir el apoyo a la investidura del candidato del partido en el poder a presidir una de ellas por parte de otros partidos. En ese debate dialéctico alguno está a punto de inventar la cuadratura del círculo con tal de conseguir que no parezca lo que es, es decir, que los españoles creamos que lo que vemos no es real. La palabra singular se ha convertido así en el término político de moda, el talismán que explica y lo justifica todo según los defensores del cambio en el reparto de los recursos de todos los españoles entre las diferentes autonomías al que se ven empujados para poder gobernar en una de ellas. Hacer de la necesidad virtud se le denomina a eso según sus propias manifestaciones.

El problema es que la singularidad, que significa excepcionalidad según el diccionario de la RAE (singular = único en su especie, extraordinario, fuera de lo común) casa mal con la igualdad y mucho menos con la solidaridad que los que promueven ahora la singularidad financiera de Cataluña por necesidad política han defendido siempre entre los españoles tanto a nivel social como territorial. Que España sea un país plural no supone que haya de haber un distinto trato entre unas autonomías y otras salvo para reducir las diferencias entre ellas. Pero eso es lo que piden precisamente los defensores de la singularidad no solo de Cataluña y del País Vasco y Navarra sino de la propia Madrid con el argumento de que aportan más riqueza a la nación, olvidando, en el caso de esta última especialmente, que también son las más favorecidas históricamente por el Estado (¿dónde está la capital de España?, ¿dónde las grandes industrias y los centros financieros?, ¿cuáles son las autonomías privilegiadas fiscalmente?) y demostrando que la insolidaridad es lo que para ellos significa la pluralidad realmente, como a nivel social sucede también entre muchas personas que, sin embargo, no se atreven a decir que, como pagan más impuestos por ser más ricos que otros, merecen un mejor trato para compensarles por ello.

Lo que llama más la atención, no obstante, es que sea quien más contribuyó a favorecer la singularidad de ciertas autonomías cuando necesitó los votos de los partidos nacionalistas para gobernar en España quien se escandaliza ahora porque haga lo mismo el actual Gobierno, llamando incluso a echarse a la calle a los españoles para manifestarse en contra de él. Sin necesidad de recordar sus declaraciones de otros momentos, cuando hablaba catalán en la intimidad y en público, basta con repasar la franja de impuestos y las competencias que cedió a cambio de sus votos a los antecesores de los independentistas catalanes de hoy para darse cuenta de que la singularidad solo es criticable cuando la defienden otros. El singular del plural se conjuga así a voluntad de uno mismo sin tener en cuenta su imposibilidad lingüística del mismo modo en el que las palabras significan solo lo que uno quiere que signifiquen y no lo que los demás entendemos que quieren decir. Así, el singular y el plural dan lo mismo, como el egoísmo y la insolidaridad.

Al final, entre unos y otros lo que van a conseguir es que los españoles dudemos hasta de nuestra lengua, que era ya nuestra única verdad.

*Escritor y guionista

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