Opinión

Felipe VI, un monarca real

“Alabo en su majestad el carácter, la honradez, la ponderación y el sentido de Estado que tanto han contribuido a la unidad del reino de España en este periodo tan difícil y tan doloroso como ha sido la pandemia, la parada económica y la crisis social”. Las palabras de un culto y ponderado presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, adquirieron la resonancia solemne de un apoyo sincero a la figura de un monarca, un joven rey, que pese a su seriedad, entrega y lealtad no atravesaba su mejor momento, víctima de un periodo complejo y de los nervios de una clase política que confrontaba dividida una situación de consecuencias muy graves e inciertas. El aplauso, la sala en pie, fue unánime, prolongado, cariñoso.

El presidente De Sousa alabó la figura del monarca durante el Foro La Toja que ese día, 31 de septiembre de 2020, se inauguraba en la isla de A Toxa (Pontevedra), en presencia del António Costa, primer ministro de Portugal. Entre los representantes españoles estaban Felipe González y Mariano Rajoy, además de los más significados empresarios, líderes sociales, económicos y comunicadores de ambos lados del Miño, invitados por el creador del encuentro Amancio López Seijas, y dirigido por Carmen Martínez Castro, bajo la batuta de un inolvidable Josep Piqué. Allí, la república aclamó unánime a la monarquía hispana; la democracia aplaudió el éxito de la convivencia ibérica en Europa y América. Quizás ese día, su majestad recibió el reconocimiento, y no han sido pocos, más sencillo, justo y oportuno de sus diez años de reinado.

Ahora, han transcurrido ya casi cuatro años, diez desde que asumiera la jefatura del Estado, momento en el que prometió “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”. El espíritu que bien resumió De Sousa, en aquella soleada mañana en la más bella isla de Galicia, bien se explicita en el mensaje que el palacio de la Zarzuela ha resumido con motivo de este décimo aniversario. Son tres palabras: “Servicio, compromiso y deber”.

Felipe VI y doña Letizia, sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, representan hoy entrega, estabilidad, seriedad y comprensión de los tiempos, tan convulsos y complejos. No hay exceso en el elogio, sí exigencia en el compromiso de quienes mejor encarnan ante el mundo la imagen de la España del siglo XXI. Han consolidado la segunda transición española, la que nos ha permitido renovar sin mayores estridencias la Casa Real. Y no era tarea fácil.

La princesa de Asturias está en la recta final de su formación militar en la Academia de Zaragoza en el Ejército de Tierra –y a final de verano ingresará en la Armada en Marín (Pontevedra)–, quizás este año pueda asistir al Foro La Toja, pues ella presupondrá la mejor continuidad que una institución tan necesaria representa para España, Europa e Iberoamérica.

El ejemplo de su padre y los consejos de personalidades tan reconocidas como Rebelo de Sousa pueden ayudarla en su exigente formación para cuando le corresponda asumir las riendas de nuestro país.

Hasta entonces, que esperamos sea muy tarde, ¡larga vida a al rey!, salud a Felipe VI, un monarca real, normal, entusiasta, formado y cordial, al que aplauden hasta los republicanos. Yo también.

*Periodista

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