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Marian Álvarez: "El filme muestra que un acto pequeño puede cambiar muchas cosas"

Marian Álvarez y Pierre Kiwitt, en una imagen de "Lobos sucios".

Marian Álvarez no es una actriz al uso. Sabe lo que es llamar a la puerta de la experiencia y el reconocimiento y esperar el turno durante años. Claro que cuando esa puerta se abrió con su papel de Ana en "La herida" fue para brindarle una Concha de Plata y un Goya. Ahora, se vuelve a enfrentar a un personaje complicado, una mujer gallega que trabaja en una mina de wolframio en la II Guerra Mundial y que tendrá que lidiar con un ingeniero nazi muy interesado en ella, espías aliados y una hermana que ayuda a judíos a huir a Portugal. Hablamos de "Lobos sucios", del director Simón Casal, un filme de producción gallega y belga de obligado visionado para deleite de los sentidos y para conocer un episodio oscuro y nada limpio de nuestro pasado.

-¿Cómo vivió un personaje que denota mucho sufrimiento?

-El contexto en el que vive es complicado porque es una familia de mujeres con una ausencia importante de la figura masculina en esa época. Además, tiene una hija enferma que tiene que sacar adelante. Ella está al cargo de toda la familia, porque la madre tampoco está muy allá. Tiene una hermana (Manuela Vellés) que parece que vive en otro mundo. Tiene mucho sufrimiento y peso encima porque tiene que sacar adelante a esa familia. Las condiciones tampoco son fáciles. Hablamos de una posguerra en la que se pasa hambre. Lo único que puede hacer es un trabajo en la mina de wolframio bastante duro. Además, tiene algo curioso, está muy conectada a la naturaleza, por eso, la tachan de meiga y, por eso, le hacen el vacío.

-¿También tuvo que hacer un viaje emocional como fue en el caso de Ana en "La herida"?

-El personaje fue duro porque tiene dentro mucho rencor, mucho dolor, y tienes que acercarte lo máximo posible. A mí, me gusta acercarme a los personajes de la manera más real. Siempre intentas hacer un trabajo introspectivo. También tuve que trabajar que tiene una hija. Ahora soy madre pero antes no lo era. Siempre me gusta meterme en los personajes con las entrañas y rebuscar. Mi familia por parte de madre es asturiana y, por ahí, me inspiré un poco en mi abuela y las historias que contaba de los bosques de Asturias. Para mí, fue un poco un homenaje a las mujeres fuertes que fueron luchadoras y no se les reconoció la labor tan importante que hicieron y hacen.

-Normalmente en libros y películas los héroes siempre son hombres.

-Siempre, siempre. Yo entiendo que llame la atención un hombre que esté en primera línea de batalla a una minera que trabaja. Por eso, es bonito que en el cine se cuenten historias como la de "Lobos sucios", que se vea que las mujeres también son heroínas.

-Este filme se va a estrenar con 50 copias en España. Eso es un éxito.

-Hablar de 50 copias como un éxito da un poco de penilla comparado con las 500 de cualquier película norteamericana, algunas de ellas bastante malas. Pero esto es así. No sé qué podemos hacer para que nos dejen el hueco que es nuestro. Estamos hablando de nuestro país y creo que deberíamos cuidarlo más. De lo contrario, es una pérdida de tiempo y dinero. Se debería cuidar más el cine desde las instituciones y que se viera en las mismas condiciones que el americano.

-Volviendo a Manuela. Hay momentos en la película en los que tiene que hacer cosas que, según algunas personas, sería de dudosa moralidad.

-Cuando interpreto a un personaje no me gusta juzgarlo. No me gusta poner etiquetas. Estés de acuerdo tú o no como persona, todo tiene una motivación. Yo intento que mis ideas no interfieran en la historia que estamos contando. Yo me quedo con ¿qué no harías por la vida de un hijo? Es muy fácil juzgar desde fuera pero todo el mundo tiene una motivación. Pero yo la entiendo, por un hijo se puede hacer de todo. Ella tiene que salvar la vida a su hija. Es tan sencillo como eso.

-Se ve un poco de resignación, cuando habla con el preso político andaluz, y dicen que "no somos importanes".

-Es un mensaje dentro de la película. Nos creemos que no somos importantes, que las tragedias no van con nosotros y que no podemos hacer nada por cambiar algo. Cuando ves esta película, ves cómo un pequeño acto puede cambiar un montón de cosas. Es importante tomar partido e intentar hacer las cosas bien. Me gusta el mensaje. Lo que hace esta película es dar la voz a los que no son importantes. Hay que ver lo que son capaces de hacer unas aldeanas, que no saben ni leer ni escribir, pero que asumen la vida con coraje. Al principio, siente resignación pero, después, se da cuenta de que no se puede resignar.

-Tras una Concha de Plata y un Goya, ¿no se siente más responsabilidad para no defraudar?

-Al principio, te lo planteas un poco. Sí que existe esas parte pero luego te das cuenta de que no puedes darle importancia al miedo. A mí me gusta arriesgarme. Forma parte de mi naturaleza. Si no hubiese arriesgado, no hubiese ganado esa Concha. Prefiero cagarla que quedarme en una zona de confort.

-¿Qué destacaría del rodaje?

-Fue un rodaje duro porque todos los escenarios son naturales. Hacía mucho frío y había mucha humedad. Al estar ambientada en el año 1944, llevamos ropa de época, zapatos no acordes para el frío. Pero todo eso juega a favor. Me gusta porque es más real. Estás viviendo las condiciones que cuentas.

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