Inmigración

Un cayuco con 19 cadáveres, la última tragedia de las pateras que parten hacia Canarias y acaban en el Caribe

Dos embarcaciones localizadas en menos de una semana elevan el trágico saldo de los migrantes que pierden sus vidas a la deriva en el Atlántico

Una embarcación encontrada en Brasil, en abril de 2024.

Una embarcación encontrada en Brasil, en abril de 2024. / EFE

Isabel Durán

Sus cuerpos llegaron al Caribe, pero sus historias quedaron en la otra orilla del Atlántico. Un cayuco con 19 cadáveres a bordo fue localizado el jueves frente a las costas de San Cristóbal y Nieves. Se trata de la segunda barquilla precaria que debía seguir la ruta canaria que llega esta semana al Caribe después de recorrer a la deriva unos 4.700 kilómetros.

El sábado pasado encontraron los restos de otros cinco migrantes a pocos kilómetros de la costa este de la isla de Trinidad, en la república de Trinidad y Tobago. No hay mes en el que no desaparezca un cayuco en la ruta canaria. La mayoría de las veces, el oleaje las engulle y desaparecen sin dejar rastro. Pero, en algunas ocasiones, los vientos alisios y las corrientes atlánticas arrastran las barquillas por la misma ruta que Cristóbal Colón utilizó en 1492 para llegar a América. Más de una decena de barcazas ha llegado con cadáveres de migrantes al Caribe y a Brasil desde 2006.

Las primeras investigaciones de las autoridades sancristobaleñas revelaron que eanarntre los objetos encontrados en el interior del cayuco hay documentación de Malí. La policía y los equipos forenses están trabajando para confirmar la identidad de las víctimas y establecer una cronología de los acontecimientos. La embarcación fue localizada por la guardia costera frente a la costa de la isla de Nieves y la remolcaron hasta San Cristóbal. El subcomisionado de la policía, Cromwell Henry, explicó que los cuerpos estaban gravemente descompuestos y señaló que aún se desconocía si entre los fallecidos había niños.

El mapa del drama de las pateras que acaban en el Caribe.

El mapa del drama de las pateras que acaban en el Caribe. / LP

Este hallazgo se produjo solo cinco días después de que la guardia costera trinitense localizara otra embarcación fantasma que fue avistada por los trabajadores de una plataforma petrolera. Los guardacostas lograron atar un cable de remolque pero se quebró debido al frágil estado en el que se encontraba la barquilla que terminaron por perder de vista. Los esfuerzos para localizarla no dieron sus frutos.

Investigación policial

"Se presume que el barco se hundió debido a su estado de deterioro severo y a las condiciones marítimas", indicó la guardia costera en una nota de prensa. Según las estimaciones iniciales, a bordo había, al menos, cinco cuerpos en avanzado estado de descomposición. Al no ser la primera barquilla de estas características que llega a Trinidad y Tobago, estiman "razonable asumir" que las circunstancias que rodean ambos casos son similares y que esas personas había zarpado con el objetivo de entrar en Europa a través de Canarias.

Fue en mayo de 2021 cuando se encontraron 14 cuerpos en descomposición a bordo de una estrecha embarcación blanca y azul, que navegaba a la deriva frente a la costa de Belle Garden, en la isla de Tobago. Durante la inspección de la lancha, la policía descubrió siete teléfonos móviles y moneda extranjera entre los cadáveres. Estas pruebas les llevaron a concluir que la barquilla había zarpado desde Mauritania. Durante casi dos años, The Associated Press indagó sobre el origen de los migrantes que se embarcaron en aquella barquilla y concluyeron que se trataba de un grupo de 43 personas de Mauritania, Malí y Senegal que habían salido 135 días antes desde Nuadibú.

Perdidos en el Atlántico

El año pasado, al menos, dos cayucos fueron arrastrados por la corriente canaria, quedando a merced del viento y las olas. El 19 de abril, un grupo de pescadores brasileños descubrió una barquilla raída y desgastada en la Barra do Quatipuru, cerca de la playa de Ajuruteua, en Bragança, al noreste del país. «¿Son muñecos? ¡No, son personas! ¡Es gente! ¡Hay muchos muertos, por lo menos 20! ¡Qué tristeza!», gritaban desconcertados y estupefactos desde la barca en la que faenaban al ver el interior del bote blanco y azul que surcaba a la deriva, según se puede escuchar en los vídeos del siniestro hallazgo que los propios pescadores colgaron en sus redes sociales. 

Flotando en el fondo inundado de la lancha y rodeados de ropa empapada se encontraron ocho cuerpos sin vida; el noveno fue localizado en el agua a pocos metros de la embarcación. Gracias a la documentación abandonada en el interior del bote se pudo saber que algunos de los ocupantes procedían de Malí y otros de Mauritania. Las páginas de un periódico encontrado entre los restos indicaba que el cayuco habría zarpado después de 17 enero.

Otros catorce migrantes aparecieron a unos 20 kilómetros de la costa de Río San Juan, en el norte de República Dominicana, en abril de 2024. Los documentos de identidad que las autoridades locales encontraron junto a los esqueletos reflejan que los viajeros partieron de Senegal y Mauritania y que se perdieron en su intento de alcanzar Canarias. Los restos óseos hallados indican que los ocupantes pasaron varios meses a la deriva antes de alcanzar tierra y recorrieron más de 5.690 kilómetros desde su punto de origen en la costa africana. Junto a los cuerpos sin vida, las autoridades encontraron algunos documentos de identidad y más de 15 móviles, lo que permitió definir el origen de los ocupantes.

Sed y alucinaciones

La primera embarcación con migrantes africanos que llegó hasta el Caribe de la que se tiene referencia fue localizada por un pescador de Barbados a finales de abril de 2006. Se trataba de un barco oxidado con cadáveres en su interior. La inspección de sus enseres llevó a la conclusión de que era un grupo de al menos 37 varones de Senegal y Malí, que había partido cuatro meses antes desde la Isla de Sal, en Cabo Verde.

La hipótesis que barajó la policía es que fueron remolcados por un buque de mayor calado que, en algún punto de la travesía, cortó el cabo que les unía y los dejó a la deriva. Solo se recuperaron once cuerpos descompuestos; los otros 36 yacen en algún punto de los más de 3.900 kilómetros que recorrieron.

Los migrantes que viajaban a bordo de estas barquillas perdidas en el Atlántico sufrieron calor intenso, sed y hambre. La falta de alimentos y líquidos genera mareos, náuseas, calambres y, en algunos casos, pérdida de conciencia. El agotamiento extremo y la deshidratación alteran la mente, provocando alucinaciones, delirios y comportamientos erráticos.

La falta de control sobre su cuerpo y mente, junto con el miedo constante de no sobrevivir, genera una sensación de pérdida total de la realidad, en la que algunos migrantes pierden la capacidad de razonar con claridad, llevándolos incluso a saltar al mar sin ser conscientes de ello.

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