Rosario Raro: “Ojalá llegue el momento en que las guerras sean un anacronismo”

La escritora presentó en Club FARO su novela “Prohibida en Normandía”, donde rescata la figura de la única mujer periodista presente en el desembarco aliado, Marta Gelhorn

Rubén Rey y Rosario Raro. |   // ALBA VILLAR

Rubén Rey y Rosario Raro. | // ALBA VILLAR

“Ojalá que llegue el momento en que las guerras sean un anacronismo: no hablan muy bien de nosotros como especie, todas la guerras son siempre son la misma, solo cambia el tiempo y el lugar pero mueren siempre los mismos y ganan los intereses económicos”. Así lo manifestó ayer en Club FARO la escritora Rosario Raro, quien explicó el interés que continúa suscitando la Segunda Guerra Mundial en la literatura como un intento de “explicar lo inexplicable”. Precisamente en esa contienda está ambientada su última novela, “Prohibida en Normandía” (Planeta), donde la autora rescata la figura de una mujer arrinconada por la historia, Martha Gelhorn, la única mujer periodista que estuvo presente en el desembarco del ejército aliado en la playa de Omaha, un episodio crucial para el desenlace del conflicto bélico del que se han cumplido recientemente ochenta años.

“Martha se pasó toda la vida queriendo evitar que un paréntesis en su biografía, los cinco años que estuvo casada con Ernest Hemingway, no la hicieran pasar a la historia como un pie de página como ‘mujer de’”, aseguró Raro, quien indicó que la sombra de su marido, los obstáculos a los que se tenían que enfrentar las mujeres periodistas corresponsales de guerra y la censura han hecho que sea una figura femenina invisibilizada. “A ella le dedico mi novela, en el proceso de documentación para conocerla, siempre a través de sus escritos, he descubierto a una mujer empática, intrépida e indómita. También me identifico con ella en lo que decía sobre que escribir es como masticar cemento”.

La novela arranca el día del desembarco, al igual que “Cien años de soledad” de García Márquez comienza con el fusilamiento del coronel Aureliano Buendía, como episodio histórico gancho para presentar al protagonista y luego realizar saltos en el tiempo para narrar su trayectoria. Y es que en 1944 Gelhorn tenía en 37 años, ya había cubierto anteriormente cinco guerras, en 1993 durante una estancia en Alemania había advertido sobre los peligros del ascenso del nazismo. “Se autodenominaba los ojos de América y eso es lo que quería hacer en Normandía, diez años antes se había recorrido Estados Unidos en tren para retratar la miseria en que la ‘Gran Depresión’ y el ‘Crack’ bursátil de 1920 había sumido a sus compatriotas, algo que le granjeó la amistad de Eleanor Roosevelt”. También era amiga de Roald Dhal, quien vente años después escribiría “Charlie y la fábrica de chocolate”, hasta que éste, entonces agregado aéreo en Washington, le denegó el permiso para viajar en vuelo a Londres.

El ato mando aliado impedía a las mujeres periodistas estar presentes en Normandía, así que Martha cruzó el Atlántico en una carguero noruego y, más tarde, el Canal de la Mancha como polizón en un buque hospital.

Rosario Raro habló también de la situación de las mujeres corresponsales de guerra en esos años. “Las llamaban cangrejos de corazón blando, las obligaban a jubilarse diez años antes que los hombres pasa sacárselas de en medio, a Martha sus compañeros la llamaban ‘Peligro rubio’ y ‘Jirafa’, porque era muy alta”, expuso. De hecho, otra protagonista de la novela es Lee Miller, la fotógrafa estadounidense que mejor retrató los bombardeo nazi sobre el Reino Unido. “Alcoholizada desde los ocho año por los abusos sexuales infringidos por un familiar, fue una especie de top model en los años 40 hasta que su imagen salió en un anuncio de tampones, lo que fue el fin de su carrera y me hace reflexionar por qué la sangre menstrual es un escándalo y la que se vierte en la guerra no”. Ya instalada en París y reconocida como fotógrafa, una visita a un campo de concentración la sumió en una depresión y se retrató en la bañera de la casa de Hitler en Munich con una foto de él.

Gran parte de la novela de Raro se centra en el desembarco fantasma que los estudios de cine de Hollywood prepararon en Dover para despistar a los alemanes, “el mayo truco de magia y ilusionismo de la Historia”, según Raro, quien destacó que el propio Hitler se enteró tarde del desembarco porque la víspera estuvo trasnochando en su guarida de Los Alpes viendo cine hasta las 4 de la mañana.

Un escritora viajera con ruta literaria en Vigo

“Soy consciente de que es un privilegio poder viajar a dónde sucede la acción, pero en mi caso hay una intención de que el lector se sienta allí en la época que describo, envuelto por los personajes y el ambiente que describo”, manifiesta Rosario Raro, quien intenta que sus novelas sean lugares habitables y transitables, es decir, que se perciban a través de todos los sentidos. Es por ello que para escribir esta novela ha estado en Normandía, Saint Louis, Dover, Londres, Canfranc y Hollywood, lugares desde los que ha escrito algunos de los capítulos. De hecho en la localidad del sur de Inglaterra tuvo la ocasión de realizar la visita turística por los túneles subterráneos construidos durante la guerra, con hospital incluido, y no pudo resistirse a ambientar una escena en el acantilado Shakespeare. En su anterior novela, “El cielo sobre Canfranc”, ambientada en el de sur de Francia durante la ocupación nazi, Rosario Raro viaja y hace viajara al lector desde el corazón del Pirineo para desplegarse después hacia otros escenarios aragoneses, franceses y gallegos. Y es en este último territorio donde sitúa parte de la acción en Vigo, ciudad que visitó antes de escribir su ficción y fijar como escenarios la playa de O Vao, la islas Cíes la Escola de Artes y Oficios. Por ese motivo la Biblioteca Pública Xosé Neira Vilas la invitó a participar en el proyecto del mapa literario de Vigo con su recorrido propio. Anteriormente, en 2021, la ruta literaria y el viaje teatralizado basado en su novela “Volver a Canfranc” recibió el premio a la mejor experiencia turística en Aragón.