O Son do Camiño, entre polvo y canciones: “Mucha calidad musical y sentimiento de comunidad, pero un sonido nefasto”

El festival trajo innovaciones buenas como el escenario electrónica, y otras malas, como los baños masculinos sin grifos

Fin de O Son do Camiño: domingo de recogida y regreso a casa.

Fin de O Son do Camiño: domingo de recogida y regreso a casa. / Antonio Hernández

Antía Suárez

Muchos de los asistentes al O Son do Camiño recogían ayer sus bártulos en la zona de acampada tras tres días de música con Green Day, Pet Shop Boys, Thirty Seconds to Mars o Melendi entre los cabezas de cartel. Pero en sus conversaciones, lo más comentado era la presencia del viento y el mal sonido de los escenarios principales. Y es que las corrientes constantes estropearon la acústica de varios conciertos. Y no solo eso. Levantaban una nube de polvo que se metía en los ojos de los asistentes, y aún peor, en sus vasos.

Pese a ese problema, los asistentes coinciden en que el festival tuvo muchas cosas buenas, con grandes actuaciones de grupos como Tom Odell, Green DayBaiuca, Thirty Seconds to Mars, J Balvin o Pet Shop Boys, y como no, el concierto de la Oreja de Van Gogh, descrito por algunos como “el sentimiento de comunidad durante el concierto de la Oreja, que fue como de los pocos capaz de hacer que absolutamente todo el mundo cantase casi todas las canciones”.

“Los chicos de la cerveza entre la gente estaban bastante bien”

El festival ha sabido mantener lo que funcionaba y hacer cambios en donde había problemas. Por un lado, este año las colas para ir al baño eran muy reducidas. Un hombre que asistió con su sobrino al festival comentaba que “los baños eran de peor calidad, pero es cierto que las colas se movían a buena velocidad”. La organización decidió aumentar el número de baños por todo el recinto, incluyendo también aseos fuera del control de pulseras. Pero sin duda, el mayor problema apareció en los aseos para hombres, sorprendentemente. Varios asistentes comentaban que la mayoría de baños masculinos no tenían grifo y que tenían que recorrer medio recinto para encontrar un punto de agua.

Por otro lado, fue un acierto mantener a los chicos que rondan con los surtidores de cerveza entre el público, que no solo ayudaron a que se moviera menos la gente, si no que además gestionaron cualquier imprevisto con una atención al público impecable.

Mucha gente también destaca como positiva la inclusión del escenario electrónico, que resultó un gran atractivo para los amantes del género y que en ningún momento se solapó el sonido de las dos zonas de concierto.

Un volcán y un astronauta

“Mientras esperaba a unos amigos tras el concierto de Pet Shop Boys me giré y vi a seis figuras blancas iluminadas en el medio del público, bailando. Me gustó mucho, no te lo esperas”, indicó ayer un asistente. A lo largo del festival, hubo varias performances de disfraces y comparsas que aparecían entre conciertos o durante actuaciones, con temáticas muy diferentes, como un volcán con hadas o un astronauta. Aunque no a todo el mundo le hizo gracia, una chica comentaba que le parecía algo “divertido y pintoresco, te llama la atención y te pone de buen humor”. El festival estuvo lleno de este tipo de detalles, como la iniciativa de poner una pantalla el último día en la plaza del albergue, fuera del recinto, para que los asistentes pudieran ver la Champions. Muchos agradecieron la iniciativa porque no tuvieron que abandonar el Monte do Gozo para poder ver la final.

En cuanto a la comida y la bebida, había varios puestos por todo el recinto, con la zona de food trucks o el puesto de Burguer King entre el anfiteatro y el escenario de electrónica. Por lo general, mucha gente comentó que la zona de comida estaba bien “con mucha variedad” y con “precios razonables para ser un festival”, aunque “con apenas opciones sin gluten”. Lo que resultó ser más un problema fue que sólo se puso un “waterpoint” en todo el recinto de O Monte do Gozo, lo que ocasionó colas de forma regular.

Una de las cosas en las que se ponían de acuerdo la gente que durmió en el Festival, en la zona de descanso, fue que “hacía mucho frío por culpa del viento, ni con polar te calentabas”.

“La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor...”

Entre los asistentes, destacó la actuación de la Oreja de Van Gogh, concierto que muchos describieron como “impresionante”. Y no sin razón, a lo largo de los días de festival, se podía escuchar a la gente tarareando o cantando las canciones de “Rosas” y “Puedes contar conmigo”. Así mismo, incluso otros artistas como Ana Mena incorporaron alguna de estas canciones en su set list.

También cautivó a su público las actuaciones de Thirty Seconds to Mars y Tom Odell, en especial a los que no los conocían. “Thirty Seconds to Mars me pareció de los más buenos de todo el festival, saben hacer un espectáculo para los que no los conocen, con sus letras sencillas y una puesta en escena entretenida”.

Consenso colectivo en lo malo

Casi todo el mundo que habla del festival destaca dos cosas negativas de forma unánime: la polvareda y el mal sonido. El viento que corrió de forma constante los tres días del festival levantó tal nube de polvo, que en ciertos momentos del último día, no se podía ver el escenario. Todo el público acabó con polvo en el pelo, las gafas empañadas de tierra y las bebidas granuladas por la presencia constante de tierra en el aire. Por otro lado, y quizás más importante, fue el problema del sonido.

Hay gente que argumenta que “fueron problemas técnicos, estoy seguro, porque había conciertos que se escuchaban bien”. Pero muchos otros le echan la culpa al viento, porque “se llevaba el sonido”. La realidad es que en algunas actuaciones como la de Green Day o la de Pet Shop Boys, la música se escuchaba muy baja y los bajos demasiado altos, con un volumen de sonido irregular durante todo el concierto.