Muerte asistida

Zoraya ter Beek reabre el debate de la eutanasia psiquiátrica

La neerlandesa, de 29 años, fallece tras haberle sido concedida la muerte asistida al padecer una depresión crónica y no una enfermedad física degenerativa o terminal

Activistas a favor de la eutanasia, en una manifestación en Madrid.

Activistas a favor de la eutanasia, en una manifestación en Madrid. / David Castro

M. González

M. González

El caso de Zoraya ter Beek, la joven neerlandesa de 29 años que solicitó y obtuvo la eutanasia al padecer una depresión crónica, ha generado un gran debate internacional. Zoraya ter Beek, que además se apunta que tenía autismo y trastorno límite de la personalidad, sostenía que la severa depresión que padecía había marcado toda su vida, por lo que decidió someterse a la muerte asistida. Aseguraba haber llegado al límite y no poder sobrellevar más el trastorno mental con el que llevaba años luchando. En una entrevista al medio norteamericano “The Free Press”, afirmó haber tomado la decisión después de que su psiquiatra le asegurara que no podían hacer nada más para mejorar su situación.

El año pasado se realizaron en Países Bajos 138 eutanasias a personas con problemas de índole psiquiátrica, el 1,5% del total de muertes asistidas. En 2019, también fue muy controvertido el caso de Noa Pothoven, una la adolescente de 17 años, que soliticó la eutanasia al sufrir estrés postraumático y depresión, tras no haber superado los numerosos traumas de su infancia, en la que fue víctima de agresiones sexuales. En 2019, también fue muy controvertido el caso de Noa Pothoven, una la adolescente de 17 años, que solicitó la eutanasia al sufrir estrés postraumático y depresión, tras no haber superado los numerosos traumas de su infancia, en la que fue víctima de agresiones sexuales.

El pasado año se realizaron en Países Bajos 138 eutanasias a personas con problemas de índole psiquiátrica

“No se trata del primer caso donde se concede la eutanasia en los Países Bajos por enfermedades psíquicas desde que se puso en marcha este derecho”, apunta José Ramón Silveira, presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría. “Llama la atención la juventud de la paciente, pero desde el punto de vista médico tengo que subrayar que la enfermedad psiquiátrica es exactamente igual a considerar que una enfermedad somática”, expone.

"La enfermedad mental debe ser considerada igual que la física”

José Ramón Silveira

— Presidente Asociación Gallega de Psiquiatría

“Parece que nos es más fácil de entender que la eutanasia sea aprobada para el caso de una enfermedad terminal, pero este caso no tiene que ver con que la enfermedad sea terminal, esa es una mala interpretación, tiene que ver con el sufrimiento”, puntualiza. “La eutanasia está diseñada para darle la oportunidad a la persona de aliviar su sufrimiento y, en ese sentido, las enfermedades mentales deben ser consideradas exactamente igual que el resto de enfermedades”, insiste Silveira. “La enfermedad mental causa sufrimiento y debe poder incluirse también en esta situación de que la persona pueda solicitar la eutanasia, porque las mentales son unas de las enfermedades que más sufrimiento pueden conllevar y, además, un sufrimiento crónico”, considera.

“Sufrimiento extremo”

Aunque reconoce que “podemos estar más o menos de acuerdo” con la decisión de Zoraya ter Beek, apunta que “para eso está el tribunal que ha evaluado su caso y que ha llegado a considerar que esta persona sí que padecía un sufrimiento extremo y todas las posibilidades de tratamiento ya se habían consumido y no habían sido efectivas”. En esa situación, Silveira afirma que “la única peculiaridad que habría que tener en cuenta en el caso de una enfermedad mental sería la capacidad de la persona para decidir, si conserva sus capacidades de conocer y manejar sus voluntades para poder tomar esa decisión y las informaciones que han salido al respecto afirman que no tenía sus capacidades alteradas por ninguna enfermedad mental en estado agudo, con lo cual, tiene todo su derecho a solicitar la eutanasia”.

“A veces, para la población general es difícil de entender porque todavía es algo desconocido hasta qué punto puede hacer sufrir una enfermedad mental”, reflexiona: “Cuando estamos sanos nos es más fácil ponernos en el lugar de una persona que tiene dolor físico, pero en la enfermedad mental no se conoce bien el sufrimiento que conlleva y la situación límite a la que lleva a muchas personas, que en muchas ocasiones optan por el suicidio, con lo cual sufrimiento sí que genera. Otra cosa es que ese sufrimiento pueda ser aliviado, que yo creo que sí en la mayoría de los casos, pero si en ese país la persona tiene ese derecho de poder elegir que no quiere seguir sufriendo una enfermedad mental, poco más tengo que decir. Si es una posibilidad que existe en ese país, considero que, tal y como está diseñada la eutanasia para que la persona pueda decidir no seguir sufriendo, la enfermedad mental debe ser considerada igual y evaluada con los mismos criterios que una enfermedad física”.

“A veces entendemos que porque tenemos una enfermedad mental ésta nos altera nuestra visión de la realidad y no somos capaces de decidir siempre, y eso no es verdad en todos los casos. Sí pasa en algunos casos continuamente y en otros episódicamente, pero en la mayoría de los pacientes que sufren una enfermedad mental, en concreto de las menos graves, no quiere decir que estén alteradas sus facultades para poder decidir legalmente”, sostiene.

Para la psiquiatra Anabel González, especializada en el tratamiento de los cuadros postraumáticos graves y en el área de la regulación de las emociones, se trata de un tema “complicado” al haber “cuestiones éticas en juego”. En su opinión, “la eutanasia tiene sentido, en general, porque es una decisión de la persona querer vivir o no, no tenemos derecho de imponérselo a nadie, la cuestión es que cuando hablamos de temas de salud mental no se trata un proceso degenerativo que inevitablemente vaya a ir a peor sí o sí, la enfermedad mental no sigue ese tipo de evolución obligatoriamente; hay personas que tienen una depresión y se recuperan”, afirma.

“La eutanasia hay que reservarla para cuando no hay opciones”

Anabel González

— Psiquiatra

“Cuando alguien está en una depresión se da por vencido, tiene ideas suicidas..., y muchas veces esos momentos se superan”, afirma. “Muchas veces pasan los años y el paciente mira hacia atrás y se alegra de no haber tomado la decisión, ¿cómo sabemos que en este caso no hubiera sido así?”, se pregunta: “Cuando estamos en un momento de mucha desesperación no vemos más allá de ese momento, parece que siempre va a ser así y parece que la única alternativa es dejar de estar, pero pasa el tiempo, salimos de ese pozo, miramos hacia atrás y lo vemos desde otro sitio”.

Así, en el caso de Zoraya ter Beek la duda que le surge es si “realmente se ha hecho todo lo que habría que hacer. “¿Se han ensayado todas las opciones terapéuticas que hay en ese caso, se ha trabajado bien el tema?”, se cuestiona. “A veces se utilizan unas terapias pero no todas las que se podrían utilizar porque quizá esos recursos no existen en ese área o los profesionales que la han atendido no las manejan”, advierte.

“Como profesional, me costaría decir a una persona de esa edad y con ese tipo de problema que no hay nada que hacer”, afirma: “Yo he visto a mucha gente salir de un sitio así y sé que se puede salir de un sitio así. Esta persona se quiere rendir, pero ¿nos rendimos nosotros también?”, se pregunta. En este punto destaca que “la diferencia central es que hay personas con enfermedad mental muy grave y con momentos de sufrimiento muy grande que salen de ahí. Tú no vas a salir de una enfermedad neurológica degenerativa y el curso de esa enfermedad se conoce, no vuelve para atrás, pero con la salud mental no hay una predicción tan clara”.

“En los Países Bajos no sé cómo funcionan los recursos, pero aquí, en España, podemos tener una persona con una depresión crónica en la que realmente no se ha trabajado a fondo el tema, no se ha puesto todo lo que hay que poner por parte del sistema sanitario. Entonces, ¿dejaríamos que alguien tomase esa decisión porque nosotros no lo hemos hecho bien?”, reflexiona. “Hay posibilidades diferentes continuamente; pero, además, tendríamos que tener claro si las distintas opciones que ya tenemos se han usado de verdad, con la debida intensidad y con suficiente calidad para llegar a considerar que el repertorio de lo que se le puede ofrecer a esta persona está agotado; veo complejo dentro del campo de la salud mental poder decir esto”, sostiene la psiquiatra, que considera que “la eutanasia hay que reservarla para cuando no hay opciones”.

“La enfermedad mental no es un proceso degenerativo y podemos tener etapas de estar muy mal y luego otras de estar bien, por lo que tomar la decisión en el peor momento, con una mente influida por el estado en el que la persona está es diferente que tener una enfermedad física y estando lúcido, centrado y entendiendo bien la situación y las implicaciones que conlleva se tome esa decisión”, concluye.

“El caso de Zoraya ter Beek es muy triste y extremo, sobre el que dar una opinión bioética es difícil sin conocer mejor todos los detalles”, afirma Ángel Guerra, presidente de la Asociación Gallega de Bioética (AGABI). “No obstante, lo primero que me pregunto si con esa colección de problemas mentales Zoraya estaba real y plenamente capacitad para tomar esa decisión. La depresión y el trastorno de la personalidad inhabilitan”, afirma.

“Cuando un enfermo pide la muerte, en realidad, no quiere sufrir”

Ángel Guerra

— Presidente de Agabi

“Aun presuponiendo su capacidad, en mi opinión, y en la de numerosos médicos y enfermeras, cuando un enfermo pide la muerte en realidad quiere otra cosa, no quiere sufrir. Detrás de la petición “quiero morir” hay un trasfondo que significa “quiero vivir o morir de otra forma”. Eso se puede hacer con cuidados paliativos. Unos cuidados que dignifican la vida del enfermo”, subraya. “Cuidados que no tienen como objetivo la muerte, sino que cuidan la vida mientras ésta llega a su tiempo, evitando el sufrimiento”.

“Sinceramente, considero que el psiquiatra que trató a Zoraya y le dijo que no había nada más que pudieran hacer por ella y que nunca mejoraría miró para otro lado y abandonó a la enferma cuando más le necesitaba”, opina Ángel Guerra. “Por su código deontológico, los médicos deben asumir el alivio del paciente con su competencia profesional y su acercamiento humano. La eutanasia no es un acto médico, aunque la ley asigne esta función al médico. La eutanasia es legal en los Países Bajos, por ello, no hay caso jurídico”.

“La Sociedad Española de Cuidados Paliativos y numerosos colegios de profesionales sanitarios vienen reclamando –sin éxito– una ley apropiada en nuestro país, así como formación específica en las Facultades de Medicina y Enfermería. Claro está, esto es bastante más caro que proporcionar la eutanasia o el suicidio médicamente asistido”, añade.

Para Ángel Guerra, “la eutanasia, en cualquiera de sus formas, es una elección equivocada para una sociedad”: “Abre una ‘Caja de Pandora’ de riesgo. También envía mensajes inquietantes, enseñando que la vida humana es un activo que se deprecia con una fecha de caducidad o que ciertas condiciones son un “destino peor que la muerte”. La dignidad humana, el valor y la valía intrínsecos de cada persona nunca desaparecen, sin importar cuán terribles puedan ser las circunstancias. Los riesgos que acompañan a una mayor expansión de la eutanasia son simplemente demasiado grandes”.

“Como se ha demostrado ya en numerosos países (Canadá, Holanda, Australia, varios estados de USA, etc.) las leyes promulgadas sobre eutanasia, al principio restringidas y garantistas, se deslizan por una pendiente resbaladiza pronunciada, pasando de practicarse en casos muy agudos de enfermedad terminal a la prestación de asistencia médica para morir por enfermedad mental, y hasta por “tener ansiedad medioambiental””, advierte.

“Los casos como el de Zoraya ter Beek son dignos de lástima. Nos tocan muy profundamente los sentimientos, hasta parecen altruistas y caritativos, pero con los sentimientos, que son siempre subjetivos, no se puede legislar, ni gobernar una sociedad”, concluye el presidente de Agabi.

Un caso sin precedentes en España, por el momento

En España no sería posible un caso como el de Zoraya ter Beek, según confirma a “El Periódico de España”, del mismo grupo editorial que FARO DE VIGO, Esperanza Marcos, presidenta de la Sección de Derecho Sanitario del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM). “Nuestra legislación es garantista”, asegura, y la prestación del derecho de poner fin a la vida tiene que cumplir como requisito primero que tiene que existir “una enfermedad grave irreversible” y que, esa persona, padezca sufrimientos físicos o psíquicos “que sean insoportables, constantes, con pronóstico de vida limitado y en un contexto de fragilidad progresiva”.

Por el momento, la justicia española ha dictaminado en contra de la concesión de la eutanasia por sufrir depresión. En la primera sentencia que se dio a conocer sobre este asunto, de julio del pasado año, el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria rechazó el recurso de una mujer que buscaba acogerse a la ley pese a que los médicos consideraron los requisitos para acceder a este derecho, ya que la depresión que sufría, pese a su carácter grave, tenía posibilidades de mejorar.

Los magistrados recordaron en su resolución que no se daban los requisitos legales, que exigen un “sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable”, que además no pueda ser aliviado y se enmarque en un pronóstico de vida limitado y de “fragilidad progresiva”.

En un segundo caso, resuelto el pasado 12 de enero, por el Tribunal Superior de Justicia de Balerares, la paciente alegaba estar sumida en una situación de “cansancio vital” y manifestar conductas potencialmente suicidas, pero la Comisión de Garantías y Evaluación que analizó su caso emitió un informe totalmente desfavorable que ha sido validado por los jueces.

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