Entrevista | Miguel Conde-Lobato Publicista, escritor

“Siempre trato de dotar a mis novelas de un fondo social”

”Hay palabras que son maravillosas pero que tienen una cara B, antesala de problemas”, afirma el autor de “Palabras malditas”

Miguel Conde-Lobato,
con su nueva novela.   | // FDV

Miguel Conde-Lobato, con su nueva novela. | // FDV / ágatha de santos

Un pueblo imaginario de la costa gallega donde nunca ocurre nada –hasta que se desata el terror– y donde todo el mundo se conoce y confían los unos en los otros –quizá demasiado–; una protagonista llena de contradicciones, y una serie de asesinatos atroces son los ejes de “Palabras malditas” (Ediciones B), la tercera novela de Miguel Conde-Lobato (Caracas, Venezuela, 1963), que compagina su trabajo al frente de la agencia responsable de una de las campañas más premiadas del país, “Vivamos como galegos”, con su pasión por la literatura y el cine. En este nuevo thriller, que no da respiro al lector, el director creativo y escritor invita a reflexionar sobre cuestiones como el culto a la imagen y el derecho al olvido. El viernes 29 (18.00 horas) estará firmando ejemplares en la librería de El Corte Inglés de Vigo.

–Ésta es su tercera novela, que protagoniza una mujer. ¿Por algún motivo en particular o simplemente es que tocaba?

–El primero es por supervivencia. Vivo con cuatro mujeres, mi esposa y mis tres hijas, y me decían: ‘Como sigas haciendo protagonistas masculinos, no entras en casa’. El segundo, que era un reto. Tenía miedo de hacer un personaje femenino, pero he aprendido mucho sobre hacia donde se dirige vuestra mirada, sobre como le dais importancia a unas cosas o a otras y sobre como vivís el improperio. Yo empiezo las historias por el final: tengo una idea y pienso cómo va a acabar. A partir de ahí hago un relato corto para ver si fluye y, si es así, me lanzo a la novela. Esta historia necesitaba una protagonista femenina porque tiene mucho que ver con una serie de crímenes que nos afectan a todos en general, porque el estigma forma parte del daño que el criminal ejerce en las víctimas, pero más a la mujer porque ha vivido históricamente con más crudeza la estigmatización, por condicionantes sociales, porque se le ha exigido una moral más restrictiva.

–¿Qué le inspiró la trama?

–Leo como media docena de periódicos todos los días y hago mis recortes. En esta historia hay un telón de fondo social que es el culto a la imagen, a la apariencia. Hay otro elemento que es el mundo de los tatuajes como expresión estética máxima y que a su vez tiene un tinte tenso: es algo para toda la vida, no hay forma de borrarlo, por lo que algo que en su día fue maravilloso puede convertirse en una pesadilla.

"Hay gente que es tóxica y su aportación a su entorno es negativa"

–¿A qué palabras malditas se refiere el título del libro?

–A siete palabras que son también las siete partes en las que está dividido el libro –libertad, virtud, belleza, disfrute, verdad, felicidad y amor–, que son, a priori, maravillosas, pero que también tienen una cara B, que suele ser la antesala de problemas, de excesos, de dolor y, en ocasiones, del crimen. ¿Cuántos crímenes se han convertido en nombre de la libertad, o de la verdad, o del amor? Esto me daba que pensar en este mundo donde la sociedad se convierte en un cómplice necesario para infringir dolor. Hay que darse cuenta de que un insulto sólo lo es en tanto en cuanto la sociedad lo valora como tal. Por eso la ciudad donde se ambienta la novela es una de las protagonistas.

–¿Todo tiene una cara B?

–Sin duda. Lo más inteligente que ha creado el ser humano para explicar cómo funcionan las cosas es la metáfora visual del ying y el yang. Hay gente que es tóxica y su aportación a su entorno es negativa, y hay gente que dota a su entorno de un impacto positivo. Normalmente un criminal es una persona tóxica que traspasa una serie de líneas. Todos los criminales atroces son psicópatas, pero no todos los psicópatas son criminales. Y esa psicopatía normalmente tiene una base física, pero a veces es una base moral o una base que tiene que ver con los traumas psicológicos derivados de una frustración, de una experiencia negativa. Pero no todo es justificable. No soy partidario de ese bum del entendimiento del delincuente. Creo que hay un saldo y que todos tenemos una responsabilidad con los hechos que cometemos y con nuestra forma de estar en el mundo.

–¿Qué responsabilidad tienen los escritores?

–El mundo del thriller, por ejemplo, se asoma al abismo de la condición humana, a la parte más negativa, normalmente asociada al crimen. Pero no sólo tiene que ser un crimen. Hay veces en las que hay otro tipo de delito, otro tipo de daño infligido a una persona, y eso te permite reflexionar sobre la condición humana. Yo siempre trato de poner un telón de fondo social en mis novelas, una reflexión que nos permita mejorar cosas o plantearnos cosas desde otras ópticas. Hay muchos temas con los que convivimos que creemos obvios y no lo son. Luego hay otro aspecto: en un thriller tú haces un pacto con el lector para atrapar al asesino. Esto no deja de tener un punto salvífico, pero sin olvidar que se trata de divertirse, no de hacer secta. Yo me embarco en historias que me apasionan e intento que la apasionen y diviertan a los demás.

"Todos tenemos una responsabilidad con los hechos que cometemos y con nuestra forma de estar en el mundo"

–Uno de los temas que trata la novela es el derecho al olvido.

–Internet se ha convertido en un terreno minado, o sea, en un terreno donde cualquier improperio sin necesidad de que sea real puede vivir eternamente. Comentarios falsos, insidias... quedan ahí y en algún momento alguien hace una búsqueda de tu nombre y aparece algo que ha dicho alguien con mala idea y te tiñe y te marca de por vida. Yo agradezco a todos los que de alguna forma luchan por el derecho al olvido porque ser respetado y ser tratado con dignidad es un derecho del ser humano.

–Edén, la protagonista, es una buena profesional y una buena persona, pero no es ejemplar, ¿Todos tenemos sombras?

–Claro, pero como antes decía, hay un saldo. Edén es una mujer fuerte en el presente que fue muy débil en el pasado y que tiene un montón de contradicciones a la hora de saber cuál es su verdadero papel. Ella se hace policía para luchar contra su sombra porque sabe que si no lo hubiese hecho a lo mejor hubiese estado en el otro lado. Ella acepta el caso sabiendo que la están manipulando, sabiendo que forma parte de un plan que no acepta, pero sin embargo, acaba haciéndolo por ambición, un elemento que le hace revivir su lado oscuro. Edén es una persona que tiene el pasado muy presente y a quien el miedo que ha sentido la ha marcado y que lucha para que no la marque ni a ella ni a nadie más.

–En la novela hace un guiño a Antonia Scott, la protagonista del universo “Reina roja”, de Juan Gómez-Jurado. ¿Es admirador o amigo?

–Soy un gran admirador suyo, pero también tengo la suerte de considerarlo un amigo. Él es un fenómeno en todos los sentidos de la palabra. Ha sabido introducir un lenguaje ágil en el que el lector está en el centro.

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