El fruto de una inspiración

Tras publicar varios poemarios, Diana Aradas da el salto a la narrativa con 'Una madre', Premio de Novela Universidad de Sevilla

La escritora Diana Aradas.  |

La escritora Diana Aradas. |

Diana Aradas, profesora en el Instituto de Enseñanza Secundaria Moncho Valcarce de As Pontes de García Rodríguez, aunque reside en Vilalba, da el salto a la novela con Una madre, un libro de giros inesperados, con un trasfondo dramático y que la autora pretendía que tuviera también “algo lírico”.

Después de publicar los poemarios La trayectoria de la luz (Torremozas, 2017), Pájaros de alambre (ganador del premio Cálamo / Gesto, 2018) y Ocupar la luz (2020) publica su primera novela, con la que ha ganado el XXVIII Premio de Novela Universidad de Sevilla. “Fue una ilusión muy grande porque entre los miembros del jurado había personas a las que admiro y fue una gran alegría”, confiesa. “El premio es un impulso importante para mí porque es la primera novela que publico, aunque es el segundo texto que escribo”, explica: “Yo estaba escribiendo otra novela de más calado, más extensa, que está casi terminada, pero a la que no acabo de poner el punto final; de ese texto salió como una especie de esqueje, una idea que brotó a partir de él”.

De hecho, la autora, “kafkiana por naturaleza”, relaciona mucho esta novela con la poesía porque “cuando escribo un poema llega sin que yo lo busque, es una idea, una frase, un verso... Y en esta novela la idea surgió así, de manera espontánea, muy natural. Fue así, como fruto de una inspiración”.

La obra también tiene mucho de la autora. “En Emiliana –la protagonista– no hay mucho de mí, salvo pequeños detalles muy puntuales; en cambio, en Emiliana hay mucho de mi madre, en el sentido de que un aspecto muy concreto de su vida está en la novela”. El libro está dedicado también a su suegra, Silvina. “La novela tiene mucho de mi vida personal, pero de diferentes personas, más que algo mío”, matiza.

La sinopsis del libro anuncia que Emiliana es una joven excesivamente vigilada por su familia que procura, sin éxito, evitar dicho control. La situación empeora cuando descubre su embarazo. El ambiente se vuelve después casi asfixiante cuando, tras dar a luz, su bebé desaparece de forma misteriosa. Pero, en esta novela nada es lo que parece.

Un argumento al que la autora le añade también otras líneas narrativas, como la de “un supuesto maltrato”. “Prefiero que sea el lector el que piense si eso es real o si es fantasía, que cada uno se oriente hacia donde más le interese”, dice Aradas. “Cuando ya estaba casi concluida la novela volví al principio y, no sé por qué, esa idea fue apareciendo”.

La historia, que envuelve al lector desde el primer párrafo, mezcla lo real con lo que no lo es y van surgiendo incógnitas que trata de ir despejando a medida que avanza el texto. “Me gustan las novelas en las que no todo es real, sino que tengan algo que se quede en el aire, que le deje al lector la posibilidad de concluir el texto, aunque tiene un final”.

También su novela tiene una presencia muy marcada de los pájaros, que ya aparecen en su obra de poesía (Pájaros de alambre): “Son un animal con el que me gustaría identificarme, como seres libres que no se aferran a nada; la vida, en realidad, debería ser así: vivir el presente y no estar siempre pensando en lo que va a pasar”.

Dar el salto a la novela fue una decisión que la autora tomó para probarse con una “historia larga”. “Construí otra historia, con dos tramas diferentes, pero llegó un momento que no acababa de cuajar; ésta sí que salió de forma espontánea”, afirma. “Siempre me gustó probar diferentes moldes, no ceñirme solamente a la poesía”. Y aunque escribe versos desde la adolescencia, ahora tiene su mente centrada en la narrativa. “Si quiero escribir poesía tendría que leer mucha más poesía. En este momento elegí, de alguna manera, escribir novela y, de hecho, lo que me preocupa es no ser capaz de escribir poesía. Supongo que sí que lo seré”, reflexiona.

Este verano volvió a retomar ese primer texto del que brotó Una madre. “Cuando le faltaba ya casi revisarla acabé otra vez diciendo que no es el texto que quiero escribir”, confiesa. “Tengo un par de ideas de otros textos. No sé por qué, la extensión de la novela corta me atrae mucho, me parece que tiene más intensidad y tiene más desarrollo que un cuento. Me parece que es un género en el que me siento cómoda, y estas dos ideas que tengo creo que podrían corresponderse con novela corta, aunque no me he puesto a desarrollarlas ni mucho menos a escribir un borrador. No sé por dónde voy a tirar”.

Para ella, su proceso creativo es “imprevisible”. “Me gusta que sea así. De hecho, creo que el texto que no consigo acabar es porque fue un proceso demasiado orientado desde el principio, está todo demasiado encorsetado y le falta la espontaneidad que, para mí, necesita un texto para fluir”. Algo que sí tiene Una madre: “Conecto mucho más con este texto, el otro es frío”.

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