Wiskis que saborear y coleccionar

Disfrutar de un buen trago y, en no pocos casos, invertir. Es el objetivo de los pontevedreses que demandan los exclusivos wiskis (algunos rondan los 2.000 euros la botella) con los que unos pocos privilegiados pueden brindar.

Roberto Juncal muestra alguno de los exclusivos wiskis japoneses y escoceses que demandan los coleccionistas. |  Gustavo Santos

Roberto Juncal muestra alguno de los exclusivos wiskis japoneses y escoceses que demandan los coleccionistas. | Gustavo Santos

Se le atribuye nada menos que al descubridor de la penicilina la reflexión de que «un buen trago de wiski caliente al acostarse no es muy científico, pero ayuda». Y como Alexander Fleming, cientos de pontevedreses se declaran incondicionales de este destilado. La mayoría para degustarlo, pero no faltan los que lo buscan para coleccionar botellas y añadas especiales que multipliquen la calidad de su bodega.

El precio está a la altura del sabor y la exclusividad: hasta 1.500 y 1.700 euros que rondan algunas de las botellas que ofrece Juncal Alimentación. «Ahora mismo el más caro que trabajamos es un wiski japonés de 18 años», explica Roberto Juncal, «celebra el aniversario de la destilería Yamazaki, y está envejecido en barrica de mizunara, que es un árbol japonés del que hay pocos ejemplares, tarda muchísimo en crecer y está muy controlada su tala».

Este árbol aporta un aroma especial al wiski, pero hay muy pocas barricas elaboradas con su madera y, como resultado, anualmente se producen escasas botellas. Además, el responsable de esta histórica tienda delicatesen ubicada en la calle Peregrina recuerda que «desde hace unos años los wiskis japoneses se han valorizado muchísimo tras ganar muchas veces el premio a los mejores del mundo, y eso hace que se pongan a la par de muchos escoceses».

A mayores, están ediciones especiales como el Lagavulin de 26 años. «Salió en 2020. La dueña de la destilería saca ocho wiskis cada año y no se repiten, son únicos, no habrá otros iguales en la vida, por lo que tienen muchísimo valor, y hay que tener en cuenta que ha estado más de dos décadas antes de salir al mercado, pensar en el coste del inmovilizado, en esa evaporación… Todo hace que sea algo muy singular y preciado».

Además de contar con una buena cartera, los clientes que buscan estos destilados son grandes entendidos. «Lo son», conviene el profesional, «son consumidores expertos en el mundo del wiski que buscan algo especial».

Entre ellos hay muchos coleccionistas. En este punto, Roberto Juncal subraya que «hay un mercado importante de inversión en este tipo de botellas y, sobre todo, a medida que pasan los años, porque se revalorizan». El wiski, como algunos productos como el tequila o ciertos vinos, tiene un coste de elaboración, de añejamiento, lo que hace que gane valor con el tiempo, lo que lo sitúa como una inversión.

«Hay subastas de wiskis muy antiguos y que alcanzan precios muy altos, hay un coleccionismo importante», recuerda el experto.

Roberto Juncal subraya que «hay un mercado importante de inversión en este tipo de botellas y, sobre todo, a medida que pasan los años, porque se revalorizan». El wiski, como algunos productos como el tequila o ciertos vinos, tiene un coste de elaboración, de añejamiento, lo que hace que gane valor con el tiempo, lo que lo sitúa como una inversión

Por lo demás, como en el caso de otros destilados, el del wiski es, sencillamente, un mundo. «Hay varios tipos, los que conocemos habitualmente suelen ser mezclas, de hecho el 95% de los que se venden en el mundo son mezclas de diferentes destilerías que tienen más o menos una línea homogénea y todos los años salen al mercado».

Por su parte, el wiski de malta «es la parte más pequeña, que es la que les da el alma, ciertos tipos de notas». Están los single malt, «wiskis únicamente de cebada malteada, y obtenemos un producto de una cierta categoría superior, también por la forma de elaborarlo con alambiques discontinuos; más artesanales, por definirlos de alguna manera».

Muchas de las barricas en donde se elaboran estos caros destilados son de roble gallego. Se envían a Jerez, donde son envinadas, y posteriormente a Escocia

Hay asimismo wiskis de un mismo año y otros que mezclan diferentes años. Un truco: el que figura en la botella es el del destilado más joven. «Igual tenemos un wiski de 25 años pero en esa misma mezcla los hay de 50 o de 80 años, que es lo que le dará un cierto valor a esa botella en concreto».

Es menos habitual, pero también se encuentran wiskis de un único año. Y los hay que se presentan con la fuerza con la que salen de la barrica, no se rebajan con agua. «Normalmente un wiski, dependiendo de la edad -cuanto más viejo menos alcohol por evaporación- se rebaja con agua. Pero en este caso no, aquí sale tal cual de la barrica, y evidentemente no todas las barricas lo permiten, tienen que ser muy especiales».

Y ahí es donde entra el sello gallego. «Muchas de esas barricas son de roble de aquí, barricas hechas con roble de Lugo que las compra Macallan, las manda a Jerez y después terminan en los wiskis de Escocia».

En Jerez estas barricas se envinan con caldos olorosos, palos cortados o vinos jerezanos antes de viajar a Escocia para dar personalidad a varios de los mejores wiskis del mundo.

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