Los edificios centrales del Museo recuperarán su encalado original

La Diputación estima que el presupuesto de la rehabilitación subirá hasta los 12 millones/ Se habilitará una conexión subterránea de 500 metros para facilitar un recorrido circular por ambos inmuebles

Edificio del Castro Monteagudo en una imagen captada por Ruth Matilda Anderson en 1924.

Edificio del Castro Monteagudo en una imagen captada por Ruth Matilda Anderson en 1924.

Los edificios centrales del Museo en la plaza de A Leña se conectarán mediante un paso subterráneo, como estaba previsto desde hace años, si bien la conexión se reducirá desde los 2.000 metros de superficie previstos inicialmente a los 500 que se ejecutarán finalmente. Tanto el Castro Monteagudo como el García Flórez volverán a lucir su imagen original, con las paredes encaladas, y se eliminarán las rejerías del bajo, que se reutilizarán en los jardines.

La Diputación estima que las obras costarán unos 12 millones (cuatro más que la primera previsión) y prevé iniciarlas a finales del próximo 2025. Confía para ello en disponer de 3 millones de fondos europeos, que “dependen de la sensibilidad para que vean el avance y la complejidad del proyecto”, subrayó el vicepresidente provincial, Rafa Domínguez.

Se ha buscado no afectar al edificio “con todo el programa introduciendo aseos, instalaciones etc”, explicó el arquitecto, que se trasladan a los sótanos o a los bajo cubierta a fin de no alterar los inmuebles.

Son algunos de los detalles del proyecto que avanzaron en la mañana de este jueves el vicepresidente provincial y el arquitecto responsable de la intervención, Javier Reboreda. Ambos incidieron en que se mantendrán intactos los volúmenes originales de los edificios, se recuperará también su configuración inicial, inclusive la estructura interior, y los jardines traseros se buscará una mayor integración por la ciudad.

En general, se propondrá a los espectadores un recorrido circular por ambos edificios. La visita arrancará en el Castro Monteagudo, cuya estructura data de 1760 y que fue la primera sede el Museo. Una antesala dará paso a una zona de ingresos, taquillas y un punto de seguridad.

La plaza de A Leña, fotografiada por Zagala en 1912

La plaza de A Leña, fotografiada por Zagala en 1912 / FdV

En esta planta baja del Castro Monteagudo se habilitará el guardarropa y la primera tienda de la que dispondrá el Museo. A partir de ahí se iniciará el periplo por los contenidos expositivos, que continuará por el primer piso y finalmente los expositores subirían a la última planta visitable, ya que el bajo cubierta se destinará a las instalaciones.

El recorrido propuesto continúa bajando por la torre al sótano, donde a mayores de la conexión se situaron instalaciones, aseos etc. Desde ahí el público subirá al García Flórez, en cuyo bajo se propone todo un recorrido expositivo, que sigue por la primera planta (donde se conserva la cocina). También en este caso el bajo cubierta se destinará a ventilación de máquinas.

La visita arrancará en el Castro Monteagudo, cuya estructura data de 1760 y que fue la primera sede el Museo. Una antesala dará paso a una zona de ingresos, taquillas y un punto de seguridad. En esta planta baja se habilitará el guardarropa y la primera tienda de la que dispondrá el Museo

Para volver, el público podrá desandar el camino andado por el Castro Monteagudo, en cuya planta baja también se reservará un espacio para exponer la memoria de los propios edificios, los más representativos del Museo; o bajar desde el García Flórez al puente que conecta los dos inmuebles y a partir de ahí seguir por el jardín, para terminar la visita en el acceso.

La torre construida en 1955 contribuirá decisivamente al movimiento del público y “a alcanzar las cotas necesarias para conectar los edificios bajo rasante”, destaca el arquitecto, una comunicación “siempre oculta, intentando alterar lo mínimo”.

Con este objetivo también se proyectan otras intervenciones como mantener las carpinterías, incluso las ventanas acoplando vidrios interiores que permiten la protección de la colección frente a factores como las radiaciones ultravioleta.

La cal brinda “protección, permite la transpiración” de las fachadas “y hasta captura CO2”, precisó el arquitecto Javier Reboreda, autor del proyecto de rehabilitación

“La idea es que estamos ante un BIC, no se debe notar mucho” la intervención, subrayó, en la que uno de los retos ha sido generar una circulación (en la que se espera que sea la tercera y última conexión entre ambos edificios, tras el puente y el paso subterráneo habilitado en 1979) accesible para todos. También posibilitar movimientos horizontales y verticales en edificios sin una plataforma única.

Javier Reboreda reconoció que el caleado de ambos edificios (un acabado que aparece, como en otros muchos inmuebles de la ciudad, en las fotografías más antiguas de los inmuebles) puede ser un aspecto que genere “controversia”, pero insistió en que se trata de la mejor opción técnica frente a alternativas como el hidrofugado, pero que no permite el paso del agua, de modo que generaría humedad en las paredes.

Por el contrario, la cal brinda “protección, permite la transpiración” de las fachadas “y hasta captura CO2”, precisó el técnico.

El vicepresidente de la Diputación se felicitó porque, tras casi 11 años cerrados, “por primera vez se dispone de un cronograma” para la rehabilitación, de la que se dará traslado al Concello, mientras que “Patrimonio ya conoce un poco el proyecto”.