Entrevista | Lúa Gándara Artista
“En Galicia cuesta un poco asentar el arte abstracto”
Lúa Gándara propone una inmersión “con los ojos y la boca” en Mambo Gallery
La segunda exposición de Mambo Gallery, el espacio expositivo para artistas localizado en el restaurante La Fonda, fue concebida por la artista Lúa Gándara, quien además pintó algún cuadro a propósito para este lugar, como una experiencia sensorial que casa la comida con el arte pictórico. “Todo lo que dijo se convirtió en lacasitos” o “Cheira a frescún” son algunas de las obras de la muestra “Cuesta abajo”, tan poética y polifacética como su creadora.
–Dice que le gusta emplear en sus exposiciones la mediación cultural, ¿a qué se refiere?
–Cuando fue la pandemia hice el máster de profesorado y me encantó todo lo que aprendí. Por eso uso la mediación como parte de mi obra, y cada vez que expongo hago visitas guiadas. Hace un par de semanas hicimos un “Come con Lúa” en este mismo restaurante, una cita en la que me ofrezco a quedar para comer y te explico mis obras de arte.
"Ya nadie va a un museo, es aburridísimo"
–¿Y cómo funciona eso? ¿Cada uno paga lo suyo?
–Sí, claro. Quien esté interesado puede contactar conmigo por redes para comer. Me gusta eso de acercar el arte abstracto, que en Galicia parece que todavía cuesta un poco... Por eso me gusta acercarme al público con iniciativas así.
–El Museo de Pontevedra acoge ahora mismo la exposición de la expresionista abstracta Berta Cáccamo, “Correspondencias de arquivo”, ¿por qué no está asentada en Galicia?
–Sí, de hecho Berta fue mi profesora cuando estudié Belas Artes. No creo que no le interese a la gente, sino que no hay mercado en Galicia. Yo por ejemplo vendo más en Madrid que aquí. Para vivir aquí del arte es prácticamente imposible.
–Uno de los cuadros expuestos se titula “Solo le llaman rural los que no son de aldea”.
–Reivindico que se vive muy bien en el campo, yo necesito mucha calma para pintar y espacio, y allí tengo mi taller propio. Creo que está bien interactuar con la vida de la aldea, aunque creo que no tiene mucha vida cultural. De hecho, tengo un colectivo llamado Estudio abierto con dos profesores de la facultad con el que trabajamos llevando el arte contemporáneo fuera de los núcleos urbanos.
–Cuente un poco cómo surge exponer en esta galería que interactúa con la gastronomía. Porque la gente aquí no viene de primera mano a ver arte, sino a comer.
–Germán Pintos, que es artista y lleva el local, me dijo si quería probar. Yo, que soy de aquí, aun no había expuesto nunca en Pontevedra, así que me pareció fantástico.
–Sus obras han estado en Madrid, Mallorca, Vilanova de Cerveira o Zaragoza, ¿cómo es que nunca había expuesto en Pontevedra?
–Porque no hay galerías. Empieza ahora a haber algún espacio, pero también tienes que tener en cuenta dónde lo haces, porque o queda muy bien o no te compensa pasar el trabajo.
–¿Sus cuadros dialogan con la comida?
–Sí. Hay uno sobre la tortilla de Betanzos, otro titulado “Bocadillo de chorizo en el recreo” y uno a partir del cual crearon un postre, “Todo lo que dijo se convirtió en lacasitos”.
–¿Los títulos son siempre lo último que piensa?
–Sí, los pongo según la sensación que me da el cuadro, y son muy importantes porque quiero que dialoguen con el espectador. Son muy concretos para que se sienta identificado y se acerque a la obra.
–La exposición incluye una instalación sonora, “Lúa responde”. ¿En qué consiste?
–Es más bien performance. Cuando aun no me dedicaba al arte por completo trabajé como telefonista, y decidí usarlo como una experiencia que me diese inspiración. En la instalación tenemos un teléfono al que va enchufado un mp3 por el que se oye una conversación que grabé contestando a una telefonista intentando venderle mis cuadros.
–¿Se cumple eso de que el museo de arte contemporáneo es solo un “gran cubo blanco”?
–Ya nadie va a un museo, es aburridísimo. Yo, que soy artista, voy poquísimo, prefiero venir a comer. Hay una tristeza y un silencio horribles, y yo estoy en contra del arte aburrido, creo que hay más maneras.
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