Rafael Quintía | Antropólogo

“Hay mucha gente, incluso facultativos, que siguen acudiendo a componedores”

“La medicina popular continúa viva”, constata el antropólogo, “si alguien cree que tiene mal de ojo no va al médico, sino a una meiga”

Rafael Quintia en A Santa da Pedra, lugar de curación en Santa Mariña de Augas Santas.

Rafael Quintia en A Santa da Pedra, lugar de curación en Santa Mariña de Augas Santas.

Invitado por la Asociación Almuinha, el presidente de la Sociedade Antropolóxica Galega (SAGA) Rafael Quintía impartirá el próximo día 23 en la Biblioteca Vidal Pazos de Marín una conferencia sobre “Etnomedicina galega”, en la que profundizará en este sistema de salud objeto de estudio desde el siglo XVIII. Quintía es uno de los autores de cabecera del Museo Casa do Patrón, al que acudirá el domingo 26 para presentar un documental sobre el grupo de música tradicional Os Trasnos.

–¿Qué es la etnomedicina?

–Se llama así al sistema sanitario propio de cada cultura, la medicina propia de cada cultura humana. Cada grupo social a lo largo de la historia y de sus cambios sociales fue desarrollando sus sistemas para salvaguardar la salud, y eso la etnomedicina. En occidente tenemos la biomedicina occidental, la medicina oficial y que se extendió por todo el mundo pero que tiene un origen y no deja de ser una etnomedicina actual occidental.

–¿Qué características tiene la etnomedicina gallega?

–La medicina popular gallega, como todos los sistemas tradicionales que buscan salvaguardar la salud de los seres humanos, mezcla elementos que tienen que ver con los conocimientos propios de la etnobotánica, del medio ambiente, con saberes frutos de años de experimentación, de ensayo y error. Y también entronca con el mundo de la religión, porque la concepción de la enfermedad y la salud muchas veces viene marcada por cuestiones de carácter religioso, del bien y del mal; por lo tanto si se considera que determinadas enfermedades no son causadas por fenómenos naturales sino que se deben a causas sobrenaturales se actúa sobre ellas a través del amparo, de la manipulación de esas supuestas fuerzas sobrenaturales. Y ahí entra la religión y entra la magia, de modo que al final la medicina popular gallega entronca saberes, conocimientos del cuerpo, y también prácticas religiosas y mágicas. Desde la Prehistoria la magia y la religión compartieron ese espacio.

–Imagino que las plantas, hierbas etc tendrán un papel central

–Claro, hay conocimientos muy interesantes que parten de la observación del medio natural y de aprovechar los recursos que la naturaleza daba, uno de ellos son las plantas, todo lo que tiene que ver con la fitoterapia, con el uso de las hierbas medicinales, de las que después se sacaron muchos de los principios activos de los medicamentos que utilizamos hoy en día. Muchos de ellos provienen de las plantas, y hay un saber muy importante alrededor de las plantas para muchas dolencias. Pero no solo se usaban las plantas, también se usó la hidroterapia, esto de lo que hablamos ahora de la talasoterapia ya estaba en la medicina popular, o los baños de mar, de lodo, el salitre, las fuentes medicinales, fuentes ferruginosas, sulfurosas… Todo eso forma parte de la medicina popular gallega desde muy antiguo.

La medicina popular gallega entronca saberes, conocimientos del cuerpo, y también prácticas religiosas y mágicas. Desde la Prehistoria la magia y la religión compartieron ese espacio

–¿Se usaban también animales?

–También se utilizaron elementos de los animales para determinados fines curativos, como el unto del cerdo caliente en papel de estraza para untar en el pecho cuando uno tenía catarro hasta la muda de serpiente hervida en leche, también para catarros o para favorecer el parto. Hay un montón de aplicaciones que tienen que ver con el uso de partes de animales. Pero el tema de las plantas es muy importante porque hay saberes, principios activos, propiedades y eficacias que se pueden comprobar científicamente.

También se utilizaron elementos de los animales para determinados fines curativos, como el unto del cerdo caliente en papel de estraza para untar en el pecho cuando uno tenía catarro hasta la muda de serpiente hervida en leche, también para catarros o para favorecer el parto

–La medicina popular contaba con sus propios profesionales, caso de las parteras

–Sí, hay una gran variedad de profesionales de la salud. Algunos estaban especializados en determinadas prácticas, en determinados tipos de dolencias; otros sabían remedios populares y la gente acudía a ellos específicamente para curar una dolencia que consideraban causada por determinada gente y que esa persona tenía esa propiedad. Por ejemplo levantadores de paletilla, había gente que sabía levantar la paletilla, gente que sabía curar la pezoña… Las parteras eran fundamentales, claro, al no haber ni sistema sanitario universal ni hospitales las mujeres hasta no hace muchas décadas daban a luz en casa, y había mujeres, mujeres y también hombres, especializadas en el parto, en el conocimiento del parto. Después están los componedores, compostores, atadores, ligadores, que tenían conocimientos, y que siguen activos hoy en día, del aparato músculo esquelético, entonces podía arreglar una luxación, un dislocamiento, un esguince.. Tenemos también menciñeiros, gente que sabía hacer preparados con plantas. Y a mayores, ya más simbólico, vinculado con ese mundo de la religión y la magia, las curaciones se buscaban a través de oraciones. Una vez una señora me decía “antes sólo teníamos oraciones”. Y es que el poder de la palabra es un componente fundamental de la medicina popular, entonces hay ensalmadores, personas que manejaban ese supuesto poder de la palabra a través de salmos, conjuras u oraciones que utilizaban con fines curativos.

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–¿Sigue viva la etnomedicina gallega?

–Sí, continúa viva, lo que sucede es que hoy en día la gente clasifica las enfermedades como de médico o no de médico. Cuando se considera que determinadas enfermedades están causadas por elementos de carácter más sobrenatural se piensa que el médico no tiene capacidad para abordarlas, así que se sigue acudiendo a especialistas de la medicina popular. Antes solo había especialistas de la medicina popular y ahora hay dos sistemas en paralelo a los que la gente puede optar. Obviamente no están en una relación de igualdad, sino de subordinación, y está claro que hay muchas enfermedades para las cuales la medicina popular no tiene capacidad de respuesta o solución. Pero para otras sí sigue siendo útil, hay mucha gente, incluso facultativos, que para problemas musculares, torceduras o esguinces acuden a componedores. Y después cuando una persona está desahuciada, cuando ya no hay solución, también se puede acudir como última esperanza; o por determinadas cuestiones, enfermedades, dolencias o síndromes específicamente culturales, que tienen que ver con las creencias de un grupo humano o una cultura concreta. Si alguien cree que tiene mal de ojo no va al médico, va a una meiga, o si cree que sufrió un meigallo va a un santuario o a exorcista. Para determinadas dolencias de carácter psicosomático o que se cree que están causadas por fuerzas ajenas a lo humano se sigue acudiendo a aquellas personas, clérigos, santuarios o lugares donde se piensa que se puede gestionar esa enfermedad causada por la idea del mal, el maligno o fuerzas sobrenaturales.

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