Nuevas ideas que dan vida al rural pontevedrés

El “Coliving Anceu” de Ponte Caldelas ha contribuido a aumentar el censo de la comarca desde sus inicios en 2020 y ha creado la ONG Rural Hackers

El grupo de personas que actualmente vive en el Anceu Coliving.  // GUSTAVO SANTOS

El grupo de personas que actualmente vive en el Anceu Coliving. // GUSTAVO SANTOS / A.L.

En una parroquia de Ponte Caldelas verde, frondosa, silenciosa e idílica, y que hace unos años se hizo tristemente famosa porque los incendios forestales arrasaron buena parte de ella, un joven de Caldas de Reis, Agustín Jamardo, ha hecho realidad uno de los sueños de su vida: poner en marcha un lugar en el que la gente de todo el mundo pueda reunirse para vivir y teletrabajar. Esta fórmula, conocida por el término en inglés “coliving”, lleva funcionando con éxito en Anceu, en un terreno y edificaciones propiedad de este joven ingeniero de telecomunicaciones. Por el “Anceu Coliving” han pasado ya desde julio de 2020 alrededor de 300 personas de diferentes procedencias.

La clave, insiste en reiteradas ocasiones su promotor, ha sido contar con internet de alta velocidad, instalada por una empresa de Ponte Caldelas, “Áurea Telecom”. Este contacto y colaboración a nivel local, de hecho, es uno de los pilares fundamentales de esta iniciativa.

Una de las edificaciones del recinto.   | // G. S.

Una de las edificaciones del recinto. // GUSTAVO SANTOS / A.L.

Jamardo, que trabaja para una empresa de Singapur como programador, ya era un nómada digital, trabajando a distancia o lo que ahora se conoce tan bien a raíz de la pandemia del COVID: teletrabajando. Estuvo en China, Inglaterra, Finlandia, Grecia, Portugal y, por su puesto, en España. “Pero ya tenía ganas de volver. Fue entonces cuando conocí el Sende Coliving, de Ourense, puesto en marcha por una viguesa y un serbio hace más de diez años. Lo hablé en mi casa y decidí hacer algo así en la comarca. Como yo estaba fuera, fue mi familia la que buscó el lugar. Dieron con este, en Ponte Caldelas, y me encantó desde el primer momento”, resume.

Se trata de un terreno con varias edificaciones en un maravilloso rural en el que hay habitaciones en habitación privada, compartida y hasta una casita individual. Los espacios comunes al aire libre son numerosos, de modo que se respeta el deseo de cada uno de estar solo. Por supuesto, hay salas de trabajo con ordenadores, así como una amplia cocina. Se trata de ofrecer a los usuarios todo aquello que querrían tener en sus propias casas.

Y tan a gusto se han sentido algunos de ellos que ya son varios los que han decidido, tras esta experiencia y conocer el entorno, quedarse a vivir en la comarca de Pontevedra. “Desde aquí han decidido mudarse a Pontevedra un holandés y una viguesa, un francés se ha trasladado definitivamente a Ponte Caldelas y ahora tenemos a una chica de Alcalá de Henares que está buscando casa también por aquí, en Anceu”, celebra Agustín Jamardo, que reconoce que es una de las cosas de las que más orgulloso se siente después de haber puesto en marcha el “coliving”.

Varios de los residentes trabajan en la sala de ordenadores.   | // GUSTAVO SANTOS

Varios de los residentes trabajan en la sala de ordenadores. // GUSTAVO SANTOS / A.L.

Revitalizar la aldea

“Lo que sí está claro es que con la tecnología la gente vive mejor. Lo más importante es que la gente joven no se vaya del rural, porque si no éste se muere. Por eso ahora hemos puesto en marcha la ONG Rural Hackers (https://ruralhackers.com/), desde octubre de 2022, con la que hacemos proyectos para relacionarnos con los habitantes de la aldea y dinamizarla. Hoy, por ejemplo (por ayer sábado) tenemos un proyecto de robótica para niños y ya contamos con seis. Lo hacemos con financiación de la empresa búlgara Site Ground”, explica.

La idea de estar en un “coliving” no es simplemente teletrabajar y aislarse del mundo, sino que se ofrecen numerosas actividades. “Ahora mismo hacemos muchos proyectos europeos”, indica Jamardo. “En marzo estuvieron 32 participantes de seis países creando páginas web para asociaciones de la zona. Esto implica, como digo, juntarnos con la gente de la aldea. No queremos que este sea un grupo de gente privilegiada”, recalca.

Además, cada mes y medio celebran el evento “Entre culturas”, en la Casa do Pobo, a pocos metros de distancia, en la que cada persona lleva un plato de comida de su país y se conocen los usuarios del “coliving” y los vecinos. “La gente se conoce por la gastronomía”, bromea el joven caldense.

El momento de la comida, ayer sábado.

El momento de la comida, ayer sábado. / GUSTAVO SANTOS

“Nos gusta hacer cosas que normalmente no se pueden hacer en el rural. Lo próximo va a ser ‘El hombre contra la máquina’, en la que el artista Cuco y una inteligencia artificial creada por un joven belga se enfrentarán; la gente tendrá que distinguir qué piezas son de cada uno”, avanza.

Agustín Jamardo se confiesa satisfecho con todas estas acciones: “A nivel europeo ya saben qué hacemos, nos ponen de ejemplo, por eso también colaboramos con la Red Europea de Espacios Creativos”.

Uno de los trabajos de los que más orgulloso se siente es “Pegadas do Recordo”, con la creación de vídeos en los que la gente de Ponte Caldelas cuenta las historias de lugares ya desaparecidos, que se señalizará con códigos QR en colaboración con la comunidad de montes.

Entre el 15 de mayo y el 15 de junio, además, con el programa europeo “The Break” llegarán 16 mujeres emprendedoras a Anceu para hacer un proyecto local.

Actualmente, el espacio cuenta con 17 residentes de países como Rumanía, Alemania, Marruecos, Francia, Argentina, Inglaterra, Portugal... y España, claro está. Junto a ellos conviven en perfecta armonía, cómo no, cuatro perros: Lagun, Liño, Pandora y Pepe.

Andrea Rusu y Flo Huljus se van a vivir juntos a Alemania.

Andrea Rusu y Flo Huljus se van a vivir juntos a Alemania. / GUSTAVO SANTOS

Trabajar, convivir, enamorarse...

Andrea Rusu, de 28 años y natural de Rumanía, es la residente del “coliving” que lleva más tiempo en Anceu, cerca de dos años.

Trabaja en marketing para empresas, de ahí que pueda teletrabajar fácilmente. Llegó a Ponte Caldelas haciendo voluntariado y “me enamoré del lugar y el modo de vida”, asegura.

En esta aldea conoció a la que es su pareja, el alemán Flo Huljus, de 33 años, vendedor de programas informáticos, que llegó a Ponte Caldelas en septiembre de 2021 para estar solo un mes y después regresó. La conexión entre ambos fue tal que surgió el amor y en breve se van a ir a vivir juntos a Colonia, Alemania.

Por el contrario, entre los más nuevos en el lugar es Samuel López, que llegó ayer mismo. El tinerfeño, de 33 años, trabaja en inteligencia artificial. Su primera impresión ha sido buena: “Muchas sonrisas, parece que hay buen ambiente”. Aunque ya había estado en Galicia porque hizo el Camiño de Santiago en una ocasión, lo más impactante para él ha sido el entorno natural. “Piensa que yo vengo de Tenerife y ver todo este verde... Los últimos 200 metros los hice a 20 por hora admirando el paisaje”, dice extendiendo los brazos y mirando alrededor.

“Para mí este lugar es lo más bello, porque yo vengo de San Juan, un sitio muy seco y para mí tanta vegetación y humedad es algo nuevo”

Inés Torres, de 61 años, es natural de Argentina y es profesora de inglés y yoga. Estará un mes y medio en Anceu haciendo voluntariado con “Worldpackers”, una plataforma colaborativa que conecta a voluntarios con anfitriones del mundo entero para viajar intercambiando habilidades por alojamiento. “Ayudo con el cheking, las compras... y también doy clases de yoga al grupo y hacemos relajación”, indica. “Para mí este lugar es lo más bello, porque yo vengo de San Juán, un sitio muy seco y para mí tanta vegetación y humedad es algo nuevo”.

Por su parte, Ana Gómez, de 49 años y procedente de Alcalá de Henares, lleva ya un año en esta aldea de Ponte Caldelas. Es coordinadora de la red de “Wellbeing Economy Alliance”. Ella es el más claro ejemplo de cómo el rural puede llegar a enamorar. “Estoy buscando casa para quedarme en Anceu; de hecho, hoy mismo voy a ver una casa”, manifiesta por ayer sábado.

“No hay una sola cosa que me guste de aquí. Me gusta la comunidad, la gente, las actividades... y, sobre todo, el entorno”, resume.

Suscríbete para seguir leyendo