Ayuso y Milei, una cohabitación incomprensible

Francisco Hernández Vallejo

Vaya por delante que la colisión del presidente de Argentina con el Ejecutivo de España nace de la incontinencia verbal del ministro Puente, que debió ser cesado por Sánchez tras las insinuaciones sobre el mandatario argentino. Si eso se hubiera producido, como la lógica imponía, el desmadre posterior hubiera tenido continencia y carecido de pretextos. A ver cómo se apaga ya la hoguera.

No tengo ninguna afinidad con Sánchez. Me parece un presidente que ha batido el récord mundial del engaño reiterativo, con una ambición que excede lo legítimo en la invasión de todas las estructuras del Estado. Pero es el presidente de España y, mientras lo siga siendo, no es aceptable que ningún homólogo de otro país venga al nuestro a insultarlo.

De ahí se deriva mi rechazo a la actuación de la presidenta de Madrid, aplaudiendo además un discurso que vulnera principios de solidaridad, inherentes a cualquier Estado de derecho que se precie.

Mas allá de la ideología ultraliberal exhibida por Milei, que se contrapone en Argentina a un peronismo corrupto que ha llevado al país hermano a la decadencia y la pobreza, están otras formas de llevar a los ciudadanos por el camino del bienestar, respetando las empresas privada y pública, que debieran coexistir en armonía, sin estigmatizar ninguna de ellas.

Si se penaliza a cualquiera de las dos, surgen de ahí las intolerancias y, de nuevo, la lucha de clases, que lleva al encanallamiento social y al frentismo.

No sé a qué está jugando Isabel Ayuso, pero escora la posición del PP a una derecha que es todo menos centrada, con el agravante de movilizar la calle, potenciando a Vox por encima de su propio partido.

Da que pensar la posición de la presidenta de Madrid. Personalmente, creo que a Feijóo le está apareciendo en el horizonte una alternativa de corte populista. Y llama la atención el silencio con el que el PP de Génova ha despachado la vista del presidente argentino.

Los avances sociales deben ser compatibles con el respeto a empresarios y trabajadores. Yla fiscalidad debe ajustarse a modelos europeos tradicionales y, aunque debieran revisarse las políticas migratorias y ajustarlas a las cargas de trabajo que España puede ofrecer, ni a los seres humanos se les puede dejar morir en el mar ni dejarles padecer enfermedad una vez llegados, sin atención médica. Otra cosa es favorecer que la picaresca de los subsidios de amparo dejen en la cuneta los derechos de ciudadanos españoles, que pasan necesidad. Habrá que hacer cuentas con los países de origen.

El discurso de Milei y sus postulados no son extrapolables a España. El socialismo español, que fue decisivo en la llegada de la democracia a España, y que con el pragmatismo de estadista de Felipe González nos metió en la UE y la OTAN, no es empobrecedor; al menos no lo era, hasta que Zapatero lo estropeó con su pésima gestión de la crisis económica del 2008. No fue la socialdemocracia. Fue la ineptitud de un presidente.

En España, el PSOE abandonó hace años los postulados marxistas. Ministros como Boyer, Solchaga, Solves, etc, navegaban entre el liberalismo y la socialdemocracia. Nunca penalizaron las empresas, como tampoco lo hizo Nadia Calviño, pero cumple decir que, con un país avasallado por una pandemia, el beneficio de los bancos, las eléctricas y las petroleras escandalizan al más pintado. Y los perdedores no solo son los consumidores, sino también empresas y, autónomos.

Toda la solidaridad con Argentina. Ojalá que el experimento de Milei les haga avanzar y restablecer sus niveles de bienestar, pero a España se viene con respeto y la señora Ayuso no puede prestarse al “quilombo” que ha representado la llegada ¿privada? del presidente argentino, que ha recibido del Gobierno de España toda la logística necesaria para garantizar su protección.