Junio, el mes de la esperanza

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

“El que está libre de pecado que tire la primera piedra”. Esto le dijo Jesús de Nazaret a los escribas y fariseos cuando pretendieron lapidar a la mujer adúltera.

Todos somos pecadores, solo Dios es perfecto, todos necesitamos la misericordia de Dios. El mes de junio la Iglesia revive el sagrado corazón de Jesús.

La imagen del sagrado corazón de Jesús está en casi todas las iglesias, nos invita a pedir perdón a este Jesucristo lleno de amor con un corazón fuera de su cuerpo. Algunos ingenuos dicen: “Yo no maté ni robé” y se creen casi perfectos. ¡Cuántos pecados de omisión cometemos a menudo! Cuántas veces hacemos distinción según la vestimenta. Cuántas veces no vemos en nuestros hermanos el rostro de Dios. Cuántas veces nos cansamos y tenemos poca paciencia con nuestra familia y amigos. Cuántas veces nos dejamos arrastrar por los ídolos de hoy y de siempre: el poder, el dinero, el sexo, etc. Todos somos pecadores y necesitamos de la misericordia de Dios. Tenemos el privilegio de tener un maestro que nos dejó un maravilloso testamento, el sermón de la montaña: “Bienaventurados los pobres, los limpios de corazón, los humildes.” El día 31 de mayo celebramos la visita de la Virgen a su prima santa Isabel. La Virgen en este canto de alabanza a Dios dice: “Proclama la grandeza de Dios porque ha visto la humillación de su esclava”.

En un mundo en que todos van de “Sandokán”, la Virgen nos hace ver la importancia de la humildad. ¿De qué nuestra soberbia? Qué fácil es tener un accidente de tráfico y quedarse en silla de ruedas.

La humildad nos hace estar en la verdad, en ocuparnos de los demás, de no sentirnos el ombligo del mundo. Cuánta paz si vas por el mundo sin hacer “el pavo”. Este mes de junio en el que dedicamos al sagrado corazón nos sirva para pedir perdón y estar seguros que Dios nos escucha siempre y nos perdona aunque nos consideremos indignos.

Somos hijos de nuestro padre Dios, hermanos de Jesucristo y le pedimos al Espíritu Santo como savia en la que las raíces son Dios padre, las ramas Jesucristo, vivifiquen nuestra vida para que podamos seguir el camino y la vida hasta que Dios quiera.

*Miembro Club 55

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