Opinión

Cuatro Cosas

Albricias. Regresó el filtrador enmascarado después de un largo período de ausencia, a causa de que algunos dieron orden para su búsqueda y captura. El caso es que su retorno viene acompañado de información a cerca del truco del almendruco. O, lo que es lo mismo, datos de los posibles motivos por los que el PP aceptó apoyar al PSOE en O Carballiño. No es la Biblia, pero sí fiable, aunque quizá quepan matices para completar el relato. Se refiere a los “secretos” de la Diputación Ourensana. Ojo...

Como ejemplo, cuenta que el PP sale ganando la tranquilidad que no tenía –por culpa de la aritmética– en la Corporación. Hasta ahora, la presidencia dependía de los jacomitas porque a los populares les hacía falta un escaño que aportaba el alcalde de la capital. Ahora, entre los rebeldes carballineses hay un concejal que a su vez es diputado. Tras el acta de colaboración no está previsto que ningún psoeciata vaya a ir contra el partido que los mantiene en el gobierno de la villa más habitada después de la capital allí. ¿No...?

El intríngulis está ahora en la duda de si el mando del PSdeG llegará al límite de expulsar a los indisciplinados o se limitará a endosarles una multa. Y a la vez es una incógnita también la posición del PP con vistas a la moción de censura contra Jácome que presentó el PSOE. Despejar esa incógnita no debiera prolongarse demasiado: hay un cabreo de nueve milímetros parabellum en la cúspide socialista y no parece que la clemencia vaya a aplicarse a los que cometieron algo que va contra los “sagrados” deberes de la izquierda española. Uyuyuy...

Hablando de otra cosa, avecilla informa de que el lío de la Xunta en el asunto de los abogados y procuradores de oficio no hace más que complicarse. La excusa que dan ahora desde Presidencia es que no desean modificar ni una coma los presupuestos para pagarles a los miembros del colectivo lo que por su trabajo y condición se han ganado de sobra. En algunos lugares del mundo moderno a esa actitud se le llama racanería, también conocida como tacañería. En la corte jacobea, al parecer, hay mucho de ambas. ¿Capisci?