En Ponte de Lima, Portugal, se celebra desde hace años un concurso internacional de jardinería efímera que cada año va ganando prestigio y consistencia.

La Cámara Municipal decidió en 2007 donar a Vigo el diseño ganador de ese año, que llevaba por título Jardín del Arco Iris. El Concello, agradecido, optó por instalarlo en la avenida Castelao, delante de la iglesia del Rocío, con una placa recordatoria.

Porque si de jardín ya tiene poco, de Arco Iris, nada...

Han pasado siete años y la estructura sigue allí, con sus piezas metálicas que parecen de cortén, sus postes a modo de pérgola e incluso unos banquitos de madera tratada, pero de jardín tiene poco y de Arco Iris, nada.

Lo que hay son plantas anodinas, justitas de color y el conjunto desprende la misma sensación de abandono de la mayor parte de las jardineras y parterres de la ciudad, salvo las zonas escaparate, claro.

Menos mal que no acabó en chatarra. De momento...

Y es que parece que Vigo aprecia poco las donaciones en general y en particular las de Portugal.

Porque el Jardín del Arco Iris está como está y el busto de Camões, donado también a Vigo, hace casi 80 años por Oporto, lleva años esperando por una placa identificativa cuyo coste no debe pasar de veinte euros.

Pero menos mal, porque al menos ni el busto ni el armazón del jardín acabaron vendidos para chatarra, como sucedió con el mecanismo de la fuente luminosa que donó Cesáreo González...

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