"Soy Celine Dion" ofrece una mirada cruda y sincera detrás de las cámaras de la lucha de la icónica superestrella contra una enfermedad que le cambió la vida. Recién estrenado en Amazon Prime Video, el documental observa a su estrella durante 12 meses hasta finales de 2022, poco antes de que hiciera pública su condición médica a través de Instagram.
En 2021, fue diagnosticada con el síndrome de la persona rígida, un trastorno neurológico que afecta a un ser humano de entre un millón y que ataca el sistema muscular provocando rigidez, problemas respiratorios, dolor crónico y que daña de forma grave la voz de quien lo sufre.
La cinta arranca en plano general y de espaldas en uno de esos terribles ataques que esta patología le está causando a la cantante canadiense. Pero la cámara, que graba a la espalda de la artista mientras los paramédicos la intentan subir a una camilla, permanece tímida sin entrar en la crudeza de lo que realmente está experimentando su cuerpo. El espectador podrá comprobarlo en el último tramo del documental, de ahí que la plataforma de contenidos a la carta avise de que algunas imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador.
Este relato audiovisual la acompaña dentro de su mansión de Nevada a través de su dormitorio y de las habitaciones de sus hijos, que también participan en la película. Rutinas, como sus sesiones de fisioterapia o ese "quiero y no puedo" para intentar recuperar su voz en los estudios de grabación, que se ven intercaladas por las entrevistas a cámara, en las que Dion ofrece unas desgarradoras declaraciones que se rompen cada tanto con los sollozos de la artista.
Pero las escenas más impactantes de este contenido de Prime Video tiene lugar después de una prueba de voz en el estudio de grabación. Cansada, se retira a la camilla donde le espera su al que confiesa que tiene los pies agarrotados. Y ahí empieza su calvario.
Durante los siguientes minutos el cuerpo, las extremidades y, sobre todo, el rostro de la diva canadiense muestran, con una crudeza desgarradora, los azotes con los que le castiga rara patología.
Agarrotada, tiesa e incapaz de controlar su propio cuerpo, los espasmos le paralizan y le impiden cualquier movimiento, hasta el punto que el tiempo parece detenerse en una instantánea de terror, la que refleja su cara, con los ojos asustados, su rictus de dolor y una crueldad inhumana que la deja congelada, con el único movimiento de sus lágrimas brotando por sus ojos, aderezado de una espeluznante banda sonora que envuelven la escena en gritos de angustia.
La enfermedad empezó manifestándose a través de esos espasmos aleatorios que reducían la elasticidad de su voz, y con el tiempo los ataques cobraron tal intensidad que por su culpa llegó a sufrir roturas de costillas e incapacidad para caminar. Recuerda cómo encubrió sus problemas médicos durante años, a través de las excusas que ponía para cancelar conciertos.
