La comarca registra dos muertes por cada parto y acumula 12 años consecutivos de saldo negativo

Los datos oficiales de 2022 constatan que fue el año con menos nacimientos (428) y con más fallecimientos (870) desde que hay registros

En Cangas la diferencia es de -129, en Marín -123, en Moaña -110 y en Bueu -72

Familias con menores jugando en el parque infantil de los jardines de O Señal, en el centro de Cangas.   | // SANTOS ÁLVAREZ

Familias con menores jugando en el parque infantil de los jardines de O Señal, en el centro de Cangas. | // SANTOS ÁLVAREZ / david garcía

Doce años consecutivos registrando más defunciones que nacimientos. Es el triste récord que suma la comarca de O Morrazo a la vista de los últimos datos oficiales del Instituto Galego de Estatística (IGE), que confirma que por duodécimo ejercicio seguido el saldo vegetativo [la diferencia entre nacimientos y fallecimientos] de la comarca tiene signo negativo: -442. Y empeorando. La cifra de alumbramientos registrada en 2022 es la más baja de la serie histórica, con solo 428 nuevos habitantes. En el lado contrario, las defunciones siguen en aumento y por segundo año consecutivo superan la barrera de las 800. No solo eso, sino que ya se acercan al umbral de los 900 fallecimientos anuales. En 2021 fueron 823 y en 2022 ya se alcanzaron los 870.

La situación es muy similar en los concellos de Bueu, Cangas, Moaña y Marín. El marinense acumula doce años ininterrumpidos –desde 2011– contabilizando más muertes que nacimientos; en Bueu, son once (desde 2012); en Cangas son nueve (desde 2014) porque hubo un paréntesis en positivo en 2013; y en Moaña son ocho, desde 2015, gracias a un dato en positivo registrado en 2014.

En el conjunto de la comarca este crecimiento negativo se prolonga desde el ejercicio 2011. Aquel año la diferencia fue solo de dos muertes más que nacimientos (678 frente a 676), pero desde entonces esa cifra no ha dejado de crecer de manera constante: -33 en 2012, -52 en 2013, -55 en 2014; en el año 2015 se produce un gran salto con una diferencia de -147 [569 nacimientos frente a 742 defunciones]; en 2016 el saldo vegetativo es de -167 y en 2017 de -175.

La segunda gran brecha entre alumbramientos y defunciones se registra en 2018, con un salto hasta -260 [452 nacimientos ante 712 muertes]. En 2019 fue el saldo vegetativo fue de -278 y en 2020, en el año de la pandemia, hubo una mínima recuperación con-272.

Fue apenas un espejismo porque en 2021 se constató otro gran salto hasta un saldo vegetativo de -355 y en 2022 esa tendencia sufre un nuevo estirón negativo para superar ampliamente la diferencia de -400.

En concreto durante el año pasado hubo 442 defunciones más que con respecto a nacimientos: 870 muertes frente a 428 alumbramientos. Dicho de otro modo: las muertes duplican a los partos y por cada nuevo nacimiento se registran dos defunciones. La serie histórica del IGE se remonta hasta el año 1975 y los datos oficiales del ejercicio 2022 marcan extremos. En estos 47 años nunca hubo un número tan bajo de alumbramientos ni uno tan alto de óbitos.

Familias con menores jugando en el parque infantil de los jardines de O Señal, en el centro de Cangas.   | // SANTOS ÁLVAREZ

Vecinos en el cementerio de Bueu en Todos los Santos. / Fdv

Muy lejos quedan los balances en positivo como los registrados en la segunda mitad de la década de 1970. En aquel entonces los nacimientos superaban en más de un millar a las muertes. Los mejores datos son de 1977 y 1978, con un saldo vegetativo de +1.168 y +1.164, respectivamente. A partir de 1979 comienza un declive (+935) y las cifras nunca más volvieron a acercarse al umbral de los 1.000.

Las estadísticas desagregadas por municipios apuntan que el peor saldo vegetativo se registra en Cangas, con 280 fallecimientos y solo 151 alumbramientos, lo que supone una diferencia de -129. Según el IGE la primera vez que en Cangas se registró un saldo vegetativo en negativo fue en el año 1994, con un balance de -9 y que en 1995 se disparó hasta -68. Desde entonces este indicador se recuperó, hasta encadenar dos nuevos ejercicios consecutivos en negativo en 2011 y 2012 (-5 y -18). En 2013 hubo una recuperación momentánea (+10) y desde 2014 el saldo es invariablemente negativo.

En el caso de Marín la diferencia entre nacimientos y óbitos en 2022 fue de -123, la cifra más alta desde que hay registros y encadena doce años consecutivos en números rojos.

El recuento en Moaña también ofrece una diferencia que se acerca a -120. El año pasado se contabilizaron 204 fallecimientos y solo 86 partos, lo que arroja un saldo vegetativo de -118. La primera vez que esta magnitud tuvo un signo negativo fue en 1995 (-22). Esta circunstancia se repitió en 1997 (-2) y en 1998 (-3). Durante los siguientes años el crecimiento fue positivo, hasta llegar a 2011 (-1). En 2012 se volvió al positivo (+17), en 2013 la diferencia fue negativa (-10) y en 2014 positiva (+16). A partir de 2015 las estadísticas reflejan de manera continuada más defunciones que nacimientos.

Bueu es el municipio que registra un saldo vegetativo más fluctuante. Su primer dato en rojo es del año 1994 (-26). Esta circunstancia se volvió a repetir en los ejercicios 1997 (-1), 1999 (-32), 2001 (-22), 2004 (-7), 2006 (-11) y 2009 (-14).

Los últimos datos de crecimiento datan de los años 2010 y 2011 (+14 y +21, respectivamente). A partir de 2012 el declive es imparable y en 2022 alcanzó su mayor cota hasta la fecha: 63 alumbramientos ante 135 defunciones, lo que deja un saldo negativo de -72.

[object Object]

Las últimas estadísticas sobre nacimientos del IGE también aportan datos desagregados en función del estado civil de la madre. Lo que en su día era casi la excepción –hijos o hijas de madres solteras– ahora mismo es casi la norma. En este caso la serie histórica es mucho más reciente y se remonta a 1996. Aquel año se contabilizaron en O Morrazo un total de 697 alumbramientos. La inmensa mayoría –hasta 626– eran madres casadas y solo 71 estaban solteras.

Esa diferencia comenzó a estrecharse hasta llegar a 2014, con 356 recién nacidos cuyas madres estaban casadas y 301 de progenitora soltera. El cambio de tendencia se consumó en 2015, cuando los vástagos de madres casadas fueron 273 y los de solteras 296. Esa inercia no solo se mantiene, sino que va en aumento. El último año con datos oficiales es 2021, en el que se asentaron 199 recién nacidos de casadas por 269 de solteras.

Esta situación es común a todos los municipios de O Morrazo. En Cangas y Bueu el margen es más estrecho –la diferencia de partos entre progenitoras solteras y casadas es de solo 9 y 12 respectivamente– y mucho más holgado en Moaña, con una diferencia de 28. Este vuelco se debe al auge de las familias monoparentales y a que cada vez más parejas no formalizan su relación a través del matrimonio, ya sea religioso o civil.

De hecho ese es otro dato que reflejan las estadísticas del IGE. La cifra de enlaces va en descenso y ahora mismo es difícil llegar a las 300 bodas en un año.

Suscríbete para seguir leyendo