Un butrón de pérdidas en la flota de la anguila

La mitad de las 33 embarcaciones que faenan en Arcade han frenado su actividad ante la masiva oleada de ataques de arroaces a sus redes en busca de comida: “Vamos por la mañana al mar y por la tarde cosemos”

Parte de los pescadores afectados por los asaltos de los delfines sostienen algunos de los butrones agujereados por sus mordiscos ante la Cofradía de Pescadores "Virgen del Carmen" de Arcade.

Parte de los pescadores afectados por los asaltos de los delfines sostienen algunos de los butrones agujereados por sus mordiscos ante la Cofradía de Pescadores "Virgen del Carmen" de Arcade. / Pablo Hernández Gamarra

La lluvia que estos días salpicó a ratos buena parte de Galicia no ha impedido que varias decenas de personas se reúnan a las puertas de la Cofradía de Pescadores “Virgen del Carmen”. En sus manos empuñan butrones, como se conoce a los agujeros que los ladrones hacen para robar pero también las nasas con forma de embudo que los profesionales de la zona emplean para capturar anguila, y su tradicional modus operandi es siempre el mismo. Los largan de noche, entre ellos Tania Fernández con su pareja a bordo del Pichón, la Paloma y la Nena, y los recogen por la mañana, cuando ya ha salido el sol en Arcade. Antiguamente con más o menos suerte, en función de cuán caprichoso fuese el mar, pero últimamente sin atino alguno. Las redes que sujeta esta mujer se deshacen entre sus dedos, como las del resto de sus compañeros, arrojando huecos demasiado grandes. Rajadas de arriba a abajo. Es el rastro de los mordiscos de los delfines que se han puesto las botas con su sustento y están haciendo peligrar su futuro.

Los arroaces llevan tres años ocasionando más problemas de lo habitual aunque esta campaña la gota ha colmado el vaso. Es desastrosa. “Ha ido de mal en peor”, afirman los afectados, que aseguran que la mitad de los 33 pequeños barcos que componen su flota ya se queda en tierra para evitar entrar en pérdidas. “A lo mejor coges un poco, lo demás te lo comen”, explican. “Levantas las redes vacías y destrozadas por completo”, agregan.

Este último junio solo consiguieron pescar 1.200 kilos en comparación a los casi 4.000 del mismo mes de 2023, entonces ya con malos números. La situación se ha deteriorado justo después de que la Xunta duplicase el periodo de veda de la especie, que el pasado ejercicio pasó de tres a seis meses al ampliarse entre octubre y marzo. Bruselas la tiene en su punto de mira. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) propuso un plan para protegerla y 300 investigadores han pedido a España y la UE decretar el “cese total” de su explotación para evitar su extinción. Y los pescadores se defienden: “No podemos luchar contra los delfines y contra Europa”.

"Ahora nos siguen hasta en la playa de Pontesampaio"

Lo que está claro es que las cuentas no dan, al menos por la parte que le toca a los profesionales. Tania, por ejemplo, explica que el pasado fin de semana regresó a casa con 120 butrones reventados de los 240 permitidos entre sus tres pesqueros. Son 80 por barco. “Llevo muchos años y mis padres se dedicaban a esto. Siempre hubo algún percance, pero a lo mejor traías un agujero porque subía un arroaz hasta Arcade”, comenta. “Ahora nos siguen hasta en la playa de Pontesampaio. Suben por el río y llegamos a ver manadas de 30 delante del muelle, mirando hacia nosotros. Solemos coger los barcos y vamos hacia ellos para echarlos hacia afuera, pero no nos tienen miedo y se ponen a jugar. Se meten por debajo del barco, salen, suben… Les da todo igual”, evidencia.

Una de las profesionales sostiene una red rajada.

Una de las profesionales sostiene una red rajada. / Pablo Hernández Gamarra

El resultado es un doble perjuicio, ya no solo por no pescar sino también por tener que estar constantemente reparando o sustituyendo las redes. “Vamos por la mañana al mar y por la tarde cosemos. A las nueve de la noche acabamos y volvemos a largar, y al día siguiente regresamos con el mismo problema”, expone. Eso en su caso, ya que hay compañeros que no disponen del tiempo o el conocimiento que ella posee y se ven obligados a encargarle estas tareas a rederas de la zona: “Hay algunos que van con la mitad porque no dan abasto”.

Que es el año que menos barcos de la Cofradía de Pescadores “Virgen del Carmen” están saliendo a por anguila lo constata además Juan Carlos Rivas, propietario del Tana. En lo que va de año se ha gastado ya más de 2.000 euros en redes que se han roto tanto que ya no se pueden arreglar y ha tenido que reemplazar, y recuerda que “entre el 70% y el 80%” de las ventas de la cofradía llegaban gracias a la anguila, que principalmente se exporta a Portugal. “Esta temporada vamos a tener un bajón muy grande por culpa de esto”, acusa, mostrando su perplejidad respecto a cómo los arroaces han aprendido a buscar las redes para comerse la anguila. La teoría que cobra más peso entre los profesionales es que en su momento se desplazaron hacia la zona en la que trabajan y han asociado la presencia de barcos a la de alimento. Aquí han tenido crías y ahora son más bocas que alimentar.

“Necesitamos que la Xunta nos escuche”, claman desde el gremio, pidiendo “implicación” al Gobierno autonómico para encontrar una solución. Critican que se han remitido informes desde hace más de un año a la Consellería do Mar con imágenes de las roturas y el número de butrones afectados, pero que “nunca hubo contestación”. Y entienden “la dificultad” del tema, pero dada su naturaleza proponen entre otras opciones, como la “más sencilla”, la creación de una línea de ayudas que compense a los armadores que puedan demostrar los efectos negativos provocados en sus artes, y que cubra los gastos de reparación de las nasas.

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