El palangre gallego se cambia al enmalle para esquivar el veto a la pesca de fondo

Más de la mitad de la flota del Puerto de Celeiro ya se ha reconvertido tras invertir entre 300.000 y 500.000 euros por barco para adaptarse a las nuevas zonas donde faenan

El “Eixil”, de casi 33 metros de eslora y con puerto base en Celeiro (Viveiro), es uno de los palangreros gallegos que ya se ha reconvertido a la volanta.

El “Eixil”, de casi 33 metros de eslora y con puerto base en Celeiro (Viveiro), es uno de los palangreros gallegos que ya se ha reconvertido a la volanta. / OPP-77

El veto a la pesca de fondo en las 87 áreas del Atlántico Norte ha supuesto un auténtico shock para el palangre gallego desde su imposición. La prohibición impulsada por la Comisión Europea no siguió ningún criterio científico objetivo al meter en el mismo saco a esta arte y el arrastre, además de obviar cualquier clase de informe de impacto socioeconómico, y pese a la crítica y sobradamente argumentada oposición del sector pesquero entró en vigor el 9 de octubre de 2022. Camino de su segundo aniversario, los peores presagios se han hecho realidad. La medida es ya mortal para los buques que, como muchos del norte de la comunidad, partían antaño hacia las aguas de Gran Sol para pescar merluza de pincho; un producto de calidad sobresaliente en términos de sabor y cuyo método de captura era el más popular y extendido en el Puerto de Celeiro. Ya no lo es. Más de la mitad de su flota de palangre se ha visto forzada a transformarse para sobrevivir a la restricción de Bruselas.

Ante la imposibilidad de faenar donde tradicionalmente lo venían haciendo, el grueso de estas embarcaciones lucenses ha optado por poner fin a su actividad y dirigirse a otras áreas tras modificar su modalidad. La reconversión es la última carta que juegan los barcos afectados por el nuevo reglamento que ha lanzado el brazo ejecutivo de los Veintisiete, que como advirtió un grupo de expertos de la Universidade de Santiago (USC) convierte en “inviable” su continuidad.

Conforme explica en declaraciones a FARO el gerente de la Organización de Productores Pesqueros Puerto de Celeiro, Jesús Lourido, son 11 de sus 20 palangreros los que ya se han transformado a la volanta –un arte de pesca de enmalle con forma rectangular, constituida por varias piezas de red de un solo paño y unidas entre sí– y abandonado las zonas ahora vetadas para pescar más cerca de la costa. “Es la adaptación que hay que hacer para pescar en las playas, más o menos compartiendo espacio con los arrastreros franceses en la zona VIII”, comenta el responsable de la OPP-77. A raíz de este movimiento han creado un grupo de WhatsApp de “cohabitación” entre los patrones de arrastre franceses, los patrones de volanta y los que todavía quedan de palangre. “Se van dando las posiciones para tener localizados los aparejos y evitar que haya incidentes de conflicto de artes”, añade. Por ejemplo, para que ningún arrastrero se lleve por delante un arte fija que se encuentra en el mar.

Una situación “difícil”

“Sabíamos que esa iba a ser una de las consecuencias del desplazamiento de esfuerzo, pero ahora tenemos que convivir barcos que antes teníamos una distribución geográfica bastante compensada”, señalan desde Viveiro. “La situación es difícil”, remarcan las mismas fuentes, que dan cuenta de la fuerte inversión que han tenido que realizar los armadores para reconvertir sus barcos: “Estaríamos hablando de no menos de 300.000 euros por barco, y dependiendo de la configuración que tenga podría gastarse hasta 500.000 euros en las adaptaciones”.

Al coste económico que supone transformar las embarcaciones del Puerto de Celeiro se suma “el impacto social y cultural”, puesto que el cambio de modalidad de pesca implica adaptar también las tripulaciones a esta nueva arte. “Se necesita tiempo, hay una curva de aprendizaje. Aunque todos son muy buenos profesionales lleva su tiempo adaptarse, y eso también va en contra de la propia empresa y de los trabajadores, que cobran un fijo más un porcentaje”, dice Lourido.

Con más de la mitad de la flota reconvertida, otro de los efectos del veto a la pesca de fondo ha sido la fuga de algunos de los palangreros lucenses; dos a lo largo del pasado año. Uno opera ahora bajo bandera británica en Gran Sol, el mismo caladero donde faenaba antes pero fuera de las 87 áreas prohibidas, y el otro sustituye a otra embarcación que se exportó a Namibia.

A la espera del TGUE

Desde el sector lamentan que la restricción impulsada por Bruselas haya ocasionado tanto daño a la flota, más si cabe teniendo en cuenta que una investigación encargada por el Parlamento Europeo y publicada la semana pasada pone en cuestión la medida al considerar que artes pasivas como el palangre no afectan a las áreas marinas protegidas donde se encuentran fondos marinos vulnerables. E incluso aconseja sustituir el arrastre por éstas últimas. En el Puerto de Celeiro paradójicamente ha ocurrido todo lo contrario, con el palangre transformándose a la volanta para sobrevivir.

Se aguarda con bastante inquietud en el norte de la comunidad, y en general en toda Galicia, el pronunciamiento del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) ante el recurso contra el veto a la pesca de fondo presentado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, así como por el recurso made in Lugo promovido por Madre Querida SL y otras 15 compañías con base en el norte gallego, además de la Organización de Productores Pesqueros del Puerto de Burela (OPP-7). El alto tribunal comunitario verá mañana ambos recursos tras casi un año y medio de espera.

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