Dos formas de entender la pesca: de la voracidad china a los 150 barcos de la UE

La FAO publica un estudio en el que analiza la actividad de las flotas de larga distancia

Pekín, con problemas para controlar sus buques, controla el mercado de lomos de atún

Llegada de las grandes grúas que operarán en el puerto chino de Chancay, Perú, en obras.

Llegada de las grandes grúas que operarán en el puerto chino de Chancay, Perú, en obras. / COSCO

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Casi 100 metros de altura y una capacidad superior a 80 toneladas. Así son las grúas que llegaron recientemente al nuevo puerto de Chancay, Perú. Allí, la empresa estatal china Cosco Shippping Ports Limited está desarrollando su macropuerto de 141 hectáreas (en una primera fase) con una inversión de 3.500 millones de dólares (3.250 millones de euros al cambio). Es la última pica que el gigante asiático ha colocado lejos de sus fronteras para extender su dominio logístico-portuario y de materias primas. Un poder que se extiende a la pesca gracias a la propagación de los más de 2.700 pesqueros chinos que actúan en todos los océanos del globo. Una voracidad que, como analiza un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), contrasta con las apenas 150 embarcaciones que la Unión Europea despliega en caladeros no comunitarios.

El estudio –de casi 150 páginas– se titula Perspectivas institucionales y económicas de los acuerdos de acceso a la pesca en aguas distantes y fue encargado por el Equipo de Comercio y Mercados de la Dirección de Pesca y Acuicultura de la FAO. Para completarlo, analizaron ejemplos de países que disponen de las posibilidades de pesca (Ghana, Namibia o los Países y Territorios de las Islas del Pacífico, PICT) y los que activan toda su capacidad para intentar extender su flota de larga distancia, como es el caso de China, Japón o, en menor medida, la UE.

En el caso comunitario, la FAO concreta que hay un total de 153 buques de bandera de algún Estado miembro y otros cuatro de apoyo, que representan aproximadamente el 0,25% del total de pesqueros de la UE y que suponen una reducción del 60% respecto a los 385 que había 2008. Este escaso número de unidades, sin embargo, es responsable del 15% de los desembarques de pescado en peso (unas 600.000 toneladas) y valor (más de 850 millones de euros) del total. En este contexto, España lidera el ranking de días de pesca, con el 67%, muy por delante del segundo en la lista, Francia (29%).

Pero lo que resalta la FAO es que estos buques están sujetos a los mandatos de la Política Pesquera Común (PPC) que aplica a aguas de la UE, cuya última gran reforma concluyó a mediados de 2013 e incluyó, por primera vez, un capítulo dedicado a la dimensión exterior de la flota. “Esto supuso un hito importante, ya que dio prioridad a los principios de pesca sostenible y responsable en las pesquerías de aguas distantes”, refleja el estudio.

Como ejemplo de ello, cita un ejemplo de amargo recuerdo para la flota gallega: “La UE impidió que su flota accediera a la pesquería de pulpo en Mauritania, ya que los pescadores locales habían utilizado plenamente estas poblaciones sobreexplotadas”. De igual forma, también resalta la creación del LDAC (siglas en inglés del Consejo Consultivo de Pesca de Larga Distancia) como muestra de la participación de las partes interesadas.

Eso sí, también deja en evidencia las “malas prácticas de buques de origen europeo que enarbolan pabellón de terceros países”. El estudio refleja que “se han documentado varios casos de buques propiedad de empresas de la UE o gestionados por ellas implicados en operaciones supuestamente ilegales” y que Bruselas “ha tomado escasas medidas contra los Estados miembros en los que residen los propietarios de estas operaciones insostenibles o ilegales”.

Caso chino

Lo de China, en cambio, es muy diferente. La expansión internacional de su flota comenzó en 1985 como respuesta a la crisis de sus caladeros internos o cercanos. Fueron solo 13 barcos que se enviaron a aguas de África occidental, pero el país “pasó rápidamente (...) a convertirse en una potencia pesquera mundial en todos los segmentos de la economía mundial de los productos del mar”. Así, a finales de 2020 contaba con al menos 2.705 buques –son las unidades reconocidas– y 176 empresas. “No existen datos oficiales accesibles al público sobre la escala operativa de la pesca de altura en China”, apuntan.

El informe apunta que, para alcanzar este nivel de dispersión, el Gobierno chino buscó “constantemente” reforzar las relaciones pesqueras bilaterales “y animar a las empresas a establecer relaciones de cooperación estables, mutuamente beneficiosas y a largo plazo con los países pesqueros”. “El Estado afirma sistemáticamente su decidido apoyo a la promoción de la pesca de altura en todos los ámbitos diplomáticos y geopolíticos, económicos, jurídicos y tecnológicos internacionales”, añade.

El buque chino llegando con las grúas al puerto de Chancay

El buque chino llegando con las grúas al puerto de Chancay / COSCO

Las iniciativas y estrategias impulsadas por China –Going Global, Two Resources, Two Markets strategies, Belt and Road Initiative o Maritime Silk Road– fueron claves para esta expansión, así como la identificación de la pesca de larga distancia como “prioridad”, incluyendo la creación de esas bases logísticas como la de Chancay. ¿Cómo? La FAO cita, por ejemplo, el plan del Gobierno chino por el que se aviene a “financiar la construcción de una red de operaciones pesqueras en aguas lejanas de ultramar, cubriendo hasta el 30% de los costes”.

Sin embargo, el estudio apunta a que el propio país tiene un problema: “La autonomía de las provincias costeras plantea un reto importante al control de Pekín sobre el sector”. Así, por ejemplo, aunque para 2015 el objetivo del Estado era llegar a 1,3 millones de toneladas en 2015, se llegaron a las 2,19. El Gobierno intentó poner coto a la dispersión, capando los barcos en un máximo de 3.000 y, según la FAO, tratando de trasladar una “imagen de responsabilidad” sobre la flota. “Se esfuerza por combatir el historial negativo de infracciones”, resumen, aludiendo a las sanciones establecidas en los últimos años.

Pero, ¿cómo afecta esta “competencia mundial” a los buques de la UE? Pues, por ejemplo, a nivel de rentabilidad. La FAO señala en su informe que los atuneros españoles y franceses “experimentaron un descenso de los precios del atún en los mercados comunitarios debido a un aumento del volumen de atún congelado y lomos de atún comprados a China”. “De hecho, el cambio más importante de la oferta en el mercado de lomos de la Unión Europea en los últimos cinco años ha sido el rápido ascenso de China hasta convertirse en el principal proveedor junto con Ecuador: un crecimiento del 82% de 2016 a 2020”, reflejan.

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