Golpe para la flota gallega: los científicos piden cercenar la cuota de jurel y anchoa

El ICES recomienda recortar un 66% el cupo de jurel y un 54% el de bocarte en aguas del sur de Fisterra

Afecta principalmente a los buques de arrastre de litoral y del cerco

Flota del cerco amarrada a finales de año en O Berbés (Vigo) por el cierre oficial de la campaña de sardina y la falta de jurel.

Flota del cerco amarrada a finales de año en O Berbés (Vigo) por el cierre oficial de la campaña de sardina y la falta de jurel. / Ricardo Grobas

Algo pasa con el jurel gallego. Lo saben los armadores de la flota cerquera desde hace años, tantos como los que llevan avisando de que no la encuentran en la costa de la comunidad, y ahora lo constatan también los científicos. El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés) acaba de publicar sus recomendaciones para la captura de esta especie y de la anchoa en el caladero que va desde Fisterra hasta el Golfo de Cádiz de cara al próximo año. Y las noticias no podían ser peores para los pescadores españoles y lusos. Tras revisar los sistemas empleados para evaluar la salud de ambos stocks, los expertos aconsejan un duro recorte del 65,9% en el caso de la cuota jurel y del 54,03% en el de la anchoa.

Según los científicos, en 2024 no se deberían poder capturar más de 59.266 toneladas de jurel en la conocida como zona IXa, lo que afecta directamente a los buques de cerco y los arrastreros de litoral de las Rías Baixas. Aunque sigue siendo una cantidad alta, el tijeretazo propuesto frente a las 173.873 disponibles para este curso es importante, como también lo es frente a los años previos, en los que lo habitual fue superar las 100.000 toneladas. Habría que remontarse hasta 2017 para encontrar un total admisible de capturas (TAC) inferior, cuando se establecieron 55.555 toneladas, la misma cantidad que recomendaron entonces los científicos.

El nuevo consejo para esta especie recoge que la abultada variación “se debe a una revisión a la baja del tamaño estimado de la población” ante un cambio en el modelo utilizado por los expertos del ICES para evaluar la situación de la especie. “El nuevo modelo incluye información biológica revisada (madurez y mortalidad natural) e índices adicionales, puede adaptarse a los cambios en la selectividad de las pesquerías y se considera que proporciona estimaciones más realistas y precisas que el modelo anterior”, resumen.

Los advices fueron publicados por el ICES a finales de la pasada semana, pero con la gran cantidad de trabajo que supuso la fiesta de San Juan, clave para la captura de sardina, ni el sector era conocedor de su existencia. “Coincidió con la locura de San Juan”, explica el portavoz de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga), Manuel Suárez, que no oculta la decepción por la situación que atraviesa el jurel: “Pasó a ser una especie testimonial para nosotros”.

Las cifras dan la razón a lo que expone Suárez. Según los datos que reflejan la Plataforma Tecnolóxica da Pesca de la Consellería do Mar, el jurel pasó de venderse en las lonjas de la comunidad en cantidades cercanas a las 40.000 toneladas anuales por valores de más de 30 millones de euros, a quedarse en solo 11.756 toneladas comercializadas el año pasado por 15,5 millones de euros. “Es la especie principal del cerco en toda la cornisa cantábrica”, informa el portavoz de Acerga, que recuerda que ante su ausencia este año se vivió “una subida que nunca tuvimos” al Cantábrico de barcos gallegos para pescar anchoa y caballa.

Sobre la revisión realizada en base al nuevo modelo, el portavoz de la asociación mayoritaria de este segmento reconoce que la flota “no acababa de entender” que en los últimos años se diese “cada vez más cuota” cuando luego el jurel “había desaparecido” de la costa gallega. “El jurel no está, así como en la VIIIc [de Fisterra a País Vasco] sí que se ven cada vez más, también en la parte de aguas gallegas”, reconoce.

En lo que respecta a la situación de la anchoa, y como hace el ICES desde 2018, la recomendación se divide entre el caladero oeste de la IXa y el del sur. Para el primero, que es el que afecta a la zona gallega, los científicos apuestan por un máximo 8.480 toneladas, mientras que para el segundo, en el Golfo de Cádiz, el tope se quedaría en 969. Sumadas ambas áreas quedaría un máximo de 9.449 toneladas, ese 54,03% menos que las 20.555 que había acordado la Unión Europea para el período comprendido entre el 1 de julio del pasado año y el próximo 30 de junio.

En el caso del bocarte, la cuota de la que dispone la flota gallega es muy reducida, del 1,14%, pese a que los armadores vienen reclamando una revisión debido a que esta especie sí se deja ver en sus aguas. De hecho, prácticamente todos los años Acerga recurre al alquiler de cupos asignados a Andalucía para que sus buques en las Rías Baixas puedan sacarle provecho a la pesquería.

Los pelágicos se refugian en el frío del norte a causa del calentamiento global

El ICES no falla en sus cuentas. Si la nueva metodología que acaba de desplegar para analizar el stock del jurel arroja peores resultados es porque ha afinado más la puntería y la realidad del estado de esta población es más grave de lo que aparentemente podría parecer. Pero el hecho de que se encuentre menos pescado en el sur gallego no tiene que ver con el impacto pesquero, de hecho la opción más factible es que se deba a las consecuencias del calentamiento global. El ciclo migratorio de esta especie pelágica “depende mucho de las condiciones climáticas y si el agua no está a la temperatura que les gusta (a los jureles) cambian”, dice en declaraciones a FARO la investigadora Julia Polo. “Y eso es lo que está pasando, que están cambiando y se están quedando cada vez más al norte”.

Polo, primera autora del estudio Community’s ecological traits reflect spatio-temporal variability of climate change impacts, acaba de publicar sus resultados en la revista Environmental and Sustainability Indicators. El trabajo, en el que ha participado un equipo científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), ha analizado las alteraciones en el área de distribución de 246 especies de peces e invertebrados del Cantábrico y el Mediterráneo en los últimos 25 años a partir de datos de más de 50 campañas oceanográficas.

En el caso de Galicia, entre sus conclusiones se observa que “especies que tenían una distribución más meridional presentan cada vez mayores abundancias”. “En el contexto actual de calentamiento global, las especies más sensibles al calor se desplazan, en la medida de lo posible, hacia aguas más profundas y más al norte y, por lo tanto, en general, hacia aguas más frías, lo que se conoce como proceso de meridionalización”, remarca la investigadora en este sentido.

El estudio da cuenta, aun así, de que la comunidad está más resguardada de los impactos del cambio climático gracias a los procesos de afloramiento que acoge: el ascenso de agua de niveles más profundos, más fría y rica en sales nutrientes (nitratos, fosfatos y silicatos).

“La comunidad asociada a la zona más occidental del mar Cantábrico (margen gallego) se encuentra de algún modo protegida de la pérdida de sus especies más sensibles (aquellas menos tolerantes a los cambios ambientales o que ya habitan en sus límites térmicos), debido no solo a un contacto más directo con una mayor masa de agua, sino también a las surgencias primaverales y estivales, un fenómeno oceanográfico conocido por calmar los extremos anuales más cálidos de la zona”, evidencian los autores que han participado en la publicación.

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