Costes y recortes en cuotas amenazan ya la hegemonía del puerto de Vigo en la UE

A Coruña está a menos de 2.000 toneladas del liderazgo

O Berbés penaliza la mayor dependencia de flota artesanal y cerco

La retirada del mejillón de la estadística, clave

Una subasta de pescado en la lonja de Vigo

Una subasta de pescado en la lonja de Vigo / FDV

Lara Graña

Lara Graña

O Berbés ha sido el puerto líder en pesca de Europa desde la misma proliferación de la actividad de arrastre, primero, y congeladora, después. Y siempre ha ejercido como tal, tanto durante las fases de bonanza (aumento de demanda, eclosión de nuevas pesquerías, innovación en procesos productivos) como en los tropiezos (reducción de cuotas, expulsión de caladeros, conflictos geopolíticos). El puerto de Vigo es un universo en sí mismo, rodeado de un ecosistema empresarial, industrial y científico –procesadoras, logísticas, astilleros, centros de investigación, univerdidad...– que no existe en otro territorio del mundo.

Referente global en la entrada de pescado de Malvinas, Argentina, Namibia o Ecuador, la actividad en pesca fresca ha pasado por tiempos mejores, como reflejan los datos oficiales de Puerto del Estado, facilitados ayer. Hasta el mes de septiembre el volumen de mercancía descargada alcanzó las 24.143 toneladas; el liderazgo nacional se mantiene, pero muy amenazado por A Coruña, con solo 1.800 toneladas menos en este mismo periodo.

Hay un factor determinante que explica la abrupta caída registrada con anterioridad a la pandemia. A saber, hasta el año 2019 se computaban como descargas de pesca fresca las producciones de las bateas –o viveros flotantes, según la nomenclatura de Puertos–. Por este mismo motivo, Vigo pasó de comercializar casi 80.000 toneladas ese año a las casi 36.800 toneladas del año COVID. ¿Esta exclusión del mejillón de la categoría de pesca fesca –no existe esta actividad en la dársena herculina– es la explicación única para las vacas flacas de O Berbés? En absoluto. Incluso tomando solo como referencia los pescados y mariscos, sin las bateas, la actividad se ha reducido en una cuarta parte en la última década, por ejemplo, cuando se validó la nueva Política Pesquera Común (PPC). No es una caída que estén aprovechando otros puertos, no hay un éxodo; son toneladas que, directamente, desaparecen. Eso sí, entre enero y septiembre, los volúmenes en Vigo acumulan una merma del 4,4%, frente al avance del 17% coruñés.

Flota achicada

A la luz de los datos, que la Autoridad Portuaria pontevedresa ofrece al detalle –A Coruña no aporta un desglose por tipos de productos–, y a juicio también de fuentes del sector, los motivos emanan de la propia médula espinal del sector pesquero extractivo. En primer lugar, porque la flota matriculada en Vigo se ha visto achicada en un 20% desde la PPC que enarboló la criticadísima comisaria Maria Damanaki.

Persisten 119 buques –ocho de ellos, auxiliares para actividades de acuicultura–, muy lejos de los 140 de hace una década o de la recordada flota de los 300 con la que la ciudad puso un pie, a mediados de los años ochenta, en la Comunidad Económica Europea (CEE). Pero la falta de rentabilidad del sector, cercado por el incremento de costes e insumos y los sucesivos recortes aplicados desde Bruselas, acentúa la sangría en capacidad instalada. Es cierto que los arrastreros exportados en su día a Francia o Reino Unido –para aprovechar mejores cupos– mantienen la subasta de sus capturas en O Berbés vía camión. Pero otras exportaciones, fuera de la UE, están detrayendo masa crítica a la dársena viguesa. Son buques que dicen adiós definitivamente.

Unidades como el Río Mau, vendido en septiembre del año pasado a Marruecos en busca de mejores oportunidades –el pulpo es más rentable que la pesca de merluza o rapante–; como el Portomayor (Mauritania), el Minchos Noveno (Namibia), Adexe Primero (Camerún) o Pescaberbés Dos (Argentina). Todos ellos tenían matrícula de Vigo en el casco; solo ellos sumaban cinco veces más capacidad –expresada en toneladas de arqueo bruto o gross tonnage– que todos los cerqueros (17) registrados en este puerto. El plan de desguaces que el sector reclama al Gobierno central, sobre el que de momento no se ha alcanzado un acuerdo –las armadoras lo consideran insuficiente para achatarrar embarcaciones operativas–, amaga con adelgazar más todo el músculo extractivo de Galicia.

Esta flota menguante penaliza también la falta de relevo generacional, con armadoras familiares, y, por supuesto, la andanada regulatoria de la Comisión Europea. El cerco a la actividad de fondo en más de 16.500 kilómetros cuadrados de aguas comunitarias, con una normativa con errores batimétricos y sin haber requerido antes un informe de impacto socioeconómico, aceleró la expulsión o la inactividad de embarcaciones a lo largo de toda la costa gallega. La actividad de pesca artesanal y la cerquera –muy afectadas por ese envejecimiento de las tripulaciones y el alza de costes– han sido las que anotaron una caída más acusada en los volúmenes descargados en un Berbés que se conjura para preservar, con nuevas actividades y modelos de negocio complementarios, los galones que siempre ha exhibido.

Suscríbete para seguir leyendo