El termómetro de las mareas rojas

La empresa viguesa Empromar lidera un proyecto pionero en el mundo del mejillón que predice “con un 90% de acierto” los cierres por toxinas de las rías gallegas

Sergio Ferrol, ingeniero informático y fundador de Empromar, señala a unas bateas de la ría de Vigo.  | // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA

Sergio Ferrol, ingeniero informático y fundador de Empromar, señala a unas bateas de la ría de Vigo. | // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA / jorge garnelo

Conocidas históricamente como “a purga do mar” y asociadas al desarrollo estacional de fitoplancton, las mareas rojas que se suceden cada año en las rías gallegas suponen un verdadero quebradero de cabeza para el sector mejillonero. “Lo que más preocupa son las subidas repentinas de toxina”, explica Sergio Ferrol sobre este fenómeno que suele darse entre primavera y otoño, haciendo hincapié en que “puede llegar a poner en riesgo la seguridad alimentaria”. Lejos de ser bateeiro, tampoco trabaja en el mundo de las conservas. Habla desde la piel de un ingeniero informático que lleva más de un lustro analizando cómo estos episodios –que ocasionalmente se saldan con cierres en más de un polígono– van y vienen. Lo hace a través de un “proyecto pionero” que monitoriza los mismos, como si se tratara de un termómetro sumergido en el Atlántico, siendo capaz de pronosticar cuándo tendrán lugar los siguientes temporales.

Ese es el principal objetivo de Empromar, la empresa que fundó en 2017. Con base en Vigo e integrada por un equipo multidisciplinar formado por otras dos personas, utiliza un gemelo digital para simular la presencia de estos microorganismos y además realiza un pronóstico de su evolución a cuatro días vista. Para ello emplea las muestras celulares recabadas por el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar), contemplando también el efecto de las corrientes en cada demarcación geográfica.

Tal como explican desde Empromar, cuando la industria compra mejillón no tiene garantizado disponer de él hasta los resultados de las analíticas. “En caso de dar positivo, el comprador debe informar a los organismos reguladores y resolver la situación devolviendo el mejillón al mar o destruyéndolo”, detallan. Aquí entra en juego el servicio que prestan, que pasa por aportar la máxima “fiabilidad”, garantizando que el producto esté en buen estado y previniendo ante posibles mareas rojas que amenacen su integridad.

Centrándose fundamentalmente en la toxina diarreica (Dinophysis), la más frecuente y que a veces provoca prolongadas cuarentenas en los polígonos, operan en todas las rías gallegas aunque con especial dedicación en Arousa, donde se concentran la mayoría de las bateas de la comunidad autónoma. Respecto a su tasa de éxito, Ferrol apunta que el acierto está “entre un 80 y 90% en los primeros cierres”. “Sabemos cuando va a haber las grandes subidas y bajadas de fitoplancton”, añade asimismo.

Más potencial

A ojos de este ingeniero informático, Europa lleva tiempo buscando un sistema de alerta temprana en el control de toxinas y “Galicia debe ser pionera y liderar este proyecto”. Con todo, todavía se encuentran con un conjunto de limitaciones y entre ellas el acceso al conocimiento que generan. “Ahora mismo trabajamos para conserveras porque el sector es un poquito cerrado a este tipo de información. Es difícil de leer”, dice, indicando que el principal cliente al que quieren llegar es precisamente el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia.

“Sabemos que es un proyecto muy científico y por eso queremos enfocarlo al Intecmar. Necesitamos que ellos nos adopten”, apunta Ferrol, señalando que se están preparando para negociar con la entidad gallega, dependiente de la Consellería do Mar que dirige Rosa Quintana. Como argumentos para establecer esta sinergia, destaca positivamente las muestras celulares que los científicos del Intecmar recogen semanalmente en los polígonos marítimos –“de lo mejor que hay” en nuestro continente– aunque considera que dicha información –que “vale mucho científicamente”– puede ser mejor aprovechada “para aportar mayor seguridad alimentaria”.

“Estos datos no le llegan al bateeiro y nuestra aplicación lo que quiere hacer es llevar ese dato de forma entendible a todo sector”, subraya, y plantea un interrogante: “Si todo esto lo hacemos solo con una muestra… ¿Qué haríamos si tuviéramos más datos? Esto es un prototipo que funciona, pero con ellos pasaríamos a tener una fiabilidad brutal”. Conforme expone, los beneficios no solo pasan por tener más datos, sino por tenerlos antes e incluso cambiar el sistema de análisis actual, por ejemplo modificando determinadas pautas “en función de lo que necesita el mercado”.

De igual modo, Ferrol afirma que el modelo que están desarrollando puede ser extrapolable a otros países, con el consecuente beneficio que puede conllevar para otras regiones que también demandan soluciones vinculadas al sector del mejillón. “Llegar a la administración pública aquí en Galicia sería el objetivo para poder escalar a Europa, pero este proyecto podría encajar en otros estados miembros como Irlanda”, asegura, mencionando también a Italia: “La seguridad en el mejillón tiene un valor intangible”.

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