El fútbol es un cuento (argentino)

Nuevas ediciones de dos libros de relatos de Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano

Un futbolista se dispone a dar una patada a un balón.

Un futbolista se dispone a dar una patada a un balón. / Jose Aleixandre

El ejercicio del periodismo nos da la oportunidad de conocer a personas extraordinarias que se quedan para siempre en nuestra memoria por razones diferentes. Uno de los personajes a quien tuve ocasión de entrevistar fue el dibujante, historietista y escritor argentino Roberto Fontanarrosa (también colaborador de Les Luthiers), al que conocía por viñetas de fútbol que había visto reproducidas en algunas publicaciones. Fue una de las entrevistas más divertidas e inteligentes que tuve la oportunidad de hacer en mi vida, y Fontanarrosa me regaló además con uno de sus dibujos y una dedicatoria que conservo como un trofeo, sobre todo después de conocer la noticia de su muerte, acaecida poco después de aquella entrevista en Madrid. Venía a presentar Cuentos reunidos, dos gruesos volúmenes publicados por Alfaguara en los que incluía todas sus narraciones cortas. He pasado momentos muy gratificantes leyendo aquellas páginas. Ahora geoPlaneta publica Puro fútbol, y he vuelto a gozar de sus narraciones y de su sentido del humor, esta vez con cuentos que tienen el fútbol como tema, escritos por un futbolista frustrado porque decía tener dos pequeños defectos: “Uno es la pierna derecha y otro la pierna izquierda”. Ahora que estamos a punto de estrenar un nuevo campeonato europeo, no vienen mal estas historias para entrar en materia.

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Puro fútbol

Autor: Roberto Fontanarrosa

Editorial: geoPlaneta

Nº de páginas: 224

Los cuentos de Fontanarrosa recogen el fútbol desde la mirada de jugadores, aficionados, entrenadores, locutores de radio… hasta utileros, que respiran por todos sus poros la pasión por este deporte. Transmiten la emoción de jugadas inolvidables, goles históricos, grandes errores, victorias y derrotas, vividas desde ese sentimiento imposible de explicar a través de la razón. Los lectores de estos cuentos seguro que habrán vivido situaciones que aquí se recrean de partidos de barrio, arbitrajes nefastos, goles en propia meta, alineaciones inolvidables, personajes fascinantes, unas veces inventados y otras claramente inspirados en ídolos y hechos reales. El sentido del humor y también una cierta melancolía, atraviesan las historias que aquí se cuentan, con un lenguaje popular en los diálogos chispeantes de los protagonistas. El ‘Negro’ Fontanarrosa, como se le conocía, transmite la alegría del éxito, la tristeza del fracaso, el sentimiento del paso del tiempo para esos héroes populares que a los treinta años ya sienten sobre sus cogotes el aliento de la jubilación.

Roberto Fontanarrosa.

Roberto Fontanarrosa. / Efe

Argentina como paradigma

Siempre me ha llamado la atención que gran parte de la escasa literatura que existe sobre fútbol se escriba en Argentina. Fontanarrosa es tal vez el mejor ejemplo, pero sin ir más lejos, aquí conocemos los escritos de Jorge Valdano. Otro escritor argentino, Osvaldo Soriano, sabe de lo que habla porque en su juventud fue jugador de fútbol, del que se retiró por culpa de una lesión, y seguidor a muerte del San Lorenzo de Almagro porque sus padres eran españoles, y todos los españoles –dice– eran del San Lorenzo (el equipo de Fontanarrosa era el Rosario Central). Después se dedicó al periodismo deportivo en los diarios bonaerenses “Primera Plana”, “La Opinión” y al fin en “Página 12”. Años más tarde publicaría también en “Le Monde” y en “El País”.

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Arqueros, ilusionistas y goleadores

Autor: Osvaldo Soriano

Editorial: Altamarea

Nº de páginas: 280

El deporte rescató a Osvaldo Soriano de una infancia errante y de varios trabajos, el último de ellos como sereno en una metalúrgica, aunque como futbolista no destacó especialmente. Sí lo hizo como periodista, escritor y también como narrador de cuentos con el fútbol como tema. La editorial Altamarea acaba de publicar una amplia recopilación de estas narraciones en Arqueros, ilusionistas y goleadores.

El fútbol del que habla Soriano en estos cuentos es el de los años lejanos en los que apenas había reglas estrictas, algunos futbolistas fumaban en los descansos de los partidos, los entrenadores jaleaban mejor a sus jugadores cuando tenían encima unas copas, no existían las tarjetas y las expulsiones no acarreaban sanciones en próximos partidos. Tampoco había cambios de jugadores. Ni siquiera banco de suplentes. El partido duraba el tiempo que el árbitro calculaba y los penaltis se lanzaban desde los once pasos que él mismo se encargaba de contar. Un portero podía permitirse pelar una fruta y comérsela cuando el equipo contrario tardaba en acosar su arco. Algunos jugadores se tocaban con gorra y no se formaban barreras en el lanzamiento de las faltas. Aquí estos años fueron los de La Furia Española.

Osvaldo Soriano.

Osvaldo Soriano. / AP

Los personajes de los cuentos de Osvaldo Soriano son ficticios, aunque inspirados a veces también en futbolistas reales. Hay un portero manco, un entrenador tramposo, pero muy culto, que aplica a sus esquemas de juego las enseñanzas de Dostoievski, de Thomas Mann o de Roberto Arlt. Héroes anónimos que llevaron a sus equipos a victorias gloriosas y protagonistas de jugadas que quedaron en la memoria de varias generaciones.

Escritos también con un agudo sentido del humor, estos cuentos de Soriano incluyen críticas políticas a los totalitarismos fascista y estalinista, al populismo peronista, a la burocracia que ahoga la libertad y la creatividad. Leyendo a Soriano uno aprende la denominación argentina de las diferentes posiciones: arquero, centrojás, wing, back, estóper, centrofóbal…

Huyendo de la dictadura de Videla, Osvaldo Soriano se instaló en Bruselas y más tarde en París, donde fundó con Julio Cortázar “Sin censura”, una revista contra las dictaduras de América Latina. Como novelista triunfó en 1980 con Cuarteles de invierno y en los años noventa con No habrá más penas ni olvido, que tardó veinte años en publicar. Ambas fueron llevadas al cine por Lautaro Murúa y Héctor Olviera, que también adaptó Una sombra ya pronto serás. Poco antes de morir en enero de 1997 recopiló sus cuentos en Piratas, fantasmas y dinosaurios. Descansa en una tumba del cementerio de La Chacarita, no lejos de la de su admirado Carlos Gardel.

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