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Descarbonización, el futuro inaplazable de la economía gallega

Parque eólico de Monte do Seixo, localizado entre A Lama, Forcarei y Cotobade
Parque eólico de Monte do Seixo, localizado entre A Lama, Forcarei y Cotobade.
Texto: Jorge Garnelo

El reto de descarbonizar una economía no es tarea sencilla. Los fósiles llevan décadas dando fuelle al motor que alimenta el crecimiento de la sociedad, pese a que crisis como la propiciada por la guerra de Ucrania hayan puesto de manifiesto que los carburantes son solo un remedio temporal que, si no se sustituye más pronto que tarde, nos conducirá a la enfermedad. Galicia es consciente de que el futuro urge una apuesta contundente para caminar hacia la huella neutra. Un futuro inmediato en el que los principales sectores clave de la comunidad –automoción, eólica, naval o pesca– quieren jugar sus propias cartas y ganar.

Y esto nos lleva a tener que poner algún ejemplo, porque hay muchos, y entre ellos está Stellantis Vigo. La planta más productiva del grupo a nivel mundial, la de Balaídos, esboza una hoja de ruta que pasa sí o sí por la sostenibilidad, con la plataforma STLA Small que traerá consigo a los modelos del proyecto SP1 y el tan ansiado paso al vehículo eléctrico. Es un momento “de profunda transformación, casi de reconversión”, dijo el nuevo director de la factoría, José Luis Alonso Mosquera, en su primera intervención tras tomar las riendas del centro olívico. Su transición energética, de la mano de la muy alta tensión, se hace extensible a toda la industria auxiliar que se nutre de sus sinergias, que deberá acelerar en la misma dirección.

Pero la automoción no es el único sector que sopla en este sentido, la eólica gallega lleva años diseñando parques que buscan hacerse un hueco en la comunidad, aunque la parálisis judicial en la que se han visto envueltos sus promotores esté echando por tierra los esfuerzos por avanzar en la generación de energía limpia. Para hacerse una idea, hay 7.000 megavatios (MW) con enchufe autorizado y otros 2.700 MW tramitando el enganche, según Red Eléctrica de España, si bien actualmente Galicia solo cuenta con 3.800 MW repartidos en unos 180 parques. En los últimos cuatro años, de hecho, únicamente se estrenaron 60 MW, y la Asociación Eólica de Galicia (EGA) solo prevé 50 MW para 2024.

Habrá que seguir remando para conseguir dejar atrás las fuentes convencionales; los combustibles que evidencian el poder de quien atesora el petróleo y su desastroso efecto cuando se tensa el mercado, que hace más necesario que nunca que Galicia garantice su propia soberanía energética. En esa tarea también se encuentra inmerso el naval gallego, capaz de dibujar una ingeniería pionera en sistemas de propulsión alternativos. Dos de las muestras más recientes son el Cap de Barbaria de Armón Vigo, construido ya y que se erige como el primer ferri eléctrico español de pasaje y carga con cero emisiones en puerto; o el nuevo velero ecológico de Greenpeace en manos de Freire Shipyard, que usará el viento y el sol para navegar.

Se pueden citar más ejemplos, como el proyecto del superclúster Atlantic Wind del que forma parte la Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas de Galicia (Asime), que aprovechará la generación de energía eólica marina para abastecer de gas renovable a ecobarcos. La Asociación Asociación Clúster Naval Gallego (Aclunaga), por su parte, apoya la innovación de los astilleros, que en 2023 lograron 9 millones en ayudas públicas para potenciar su I+D+i. Y el Clúster de Automoción y Movilidad de Galicia (Ceaga) también ha hecho lo propio con cinco nuevos proyectos junto a 22 empresas y cuatro entidades del ecosistema de la movilidad y la automoción, que en su caso movilizarán otros 3 millones.

En lo que respecta a la pesca, la descarbonización se ha producido a marchas forzadas, pretendida por el sector pero sin respetar los tiempos desde Bruselas. La pérdida de flota derivada de las restricciones europeas a lo largo de las últimas legislaturas se ha traducido en un descenso significativo de las emisiones de los barcos europeos, un 52% menos desde 1990. Frente a la imposición de la UE de que las embarcaciones sean cero emisiones para 2050, la pesca es clara y concisa: es necesario reconfigurar la capacidad de los barcos –para computar solo la capacidad de la bodega, donde se guardan las capturas, y así no limitar el espacio que se dedique a la instalación de las nuevas fuentes de energía, que ocuparán más–; hace falta que la industria desarrolle modelos verdes aptos y también instalaciones de suministro en los puertos; y, sobre todo, es fundamental apoyar la renovación con fondos. Si no se hace de esta forma, “estaremos descarbonizados porque no habrá barcos”, advirtió el director xeral de Pesca de la Xunta, Antonio Basanta, en Navalia.