El hallazgo de semen permite reabrir el caso de la violación de las fiestas de San Campio

La jueza autoriza incluir el perfil genético por ahora anónimo en la base de datos policial y ordena además un cotejo de los distintos ADN de varón recabados en el lugar de los hechos

Los dos retratos robot de los dos supuestos autores

Los dos retratos robot de los dos supuestos autores / FdV

Marta Fontán

Marta Fontán

La agresión sexual sufrida por una joven de 19 años en la madrugada del 18 de julio de 2023 durante las fiestas patronales de San Campio que se celebraban en la parroquia de Pontellas de Porriño se ha convertido en todo un reto policial. Transcurrido casi un año desde los hechos, la identidad de los dos varones que, según denunció la víctima, la arrastraron hasta un galpón para violarla continúa siendo un misterio. La Guardia Civil, que se hizo cargo de la investigación, llegó a difundir los retratos robot de los presuntos agresores sin resultado positivo y se encontró además con el hándicap de ver limitadas sus pesquisas al no obtener autorización judicial para buscar pistas entre los teléfonos móviles que aquella noche se conectaron a los repetidores de telefonía de la zona.

La causa, que permanecía archivada judicialmente, ha tenido sin embargo un reciente e importante impulso. Porque la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Porriño acordó la reapertura del procedimiento para que se practiquen una serie de diligencias a consecuencia de los hallazgos obtenidos en relación con el ADN. Concretamente, la jueza ha autorizado incluir en la base de datos policial sobre identificadores obtenidos a partir del ADN, repositorio de carácter nacional, un perfil genético dubitado (sin identificar) hallado en los análisis realizados por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Y ha ordenado a mayores un cotejo en relación con los distintos ADN de varón detectados en las muestras estudiadas.

Se recogieron "al menos dos indicios"

La magistrada refiere que en la inspección ocular realizada por la Guardia Civil en el lugar de los hechos se recogieron “al menos dos indicios” de los que después fue posible obtener una mezcla de perfiles genéticos compatibles con el de la víctima y con “varones sin identificar”. Y en un informe del Instituto Nacional de Toxicología se corroboró el hallazgo de restos de semen humano tanto en el cuerpo de la denunciante como en la ropa que llevaba.

“El cotejo de los perfiles genéticos obtenidos en los indicios ocupados en la inspección técnico-ocular y de los obtenidos por el Instituto Nacional de Toxicología permitirá determinar si existe o no coincidencia entre los mismos y, en su caso, contribuir a esclarecer los hechos denunciados”, argumenta la jueza en el auto emitido con fecha del pasado 3 de junio. Una resolución en la cual, sobre el ADN de varón anónimo que ordena incluir en la base de datos policial, concretamente el que deriva de los restos de semen, afirma que procede dicha inscripción “por la naturaleza y gravedad de la presunta infracción que se investiga, las circunstancias concretas de los hechos y el estado del procedimiento”, en el cual, por el momento, no hay indicios “para atribuirlo a persona alguna determinada”.

Sin investigados, de momento

A la espera de lo que determinen estas diligencias y dado que por ahora en el procedimiento no hay investigados, la magistrada ha vuelto a archivar provisionalmente la causa a la espera de recibirse el resultado de las pruebas.

En relación con el ADN, junto a las muestras obtenidas de la propia denunciante que han permitido el hallazgo del semen, en el galpón y en los alrededores se recogieron además cigarros y colillas, entre otros vestigios, que derivaron en la detección de más de una decena de perfiles de varón. Solo uno de estos ADN pudo ser identificado, al estar dicho individuo en las bases policiales, pero se trataba de un hombre de 58 años de edad, por lo que se descartó que tuviese algo que ver con los hechos. La víctima fue clara al afirmar que los dos agresores eran jóvenes, de en torno a los 20 años.

Ahora habrá que esperar para ver si el ADN aporta pistas. La abogada que representa a la víctima, Paula Diéguez, solicitó hace unos meses que se autorizase a la Guardia Civil para investigar los teléfonos móviles que se conectaron aquella madrugada, entre las 03.00 y las 04.00 horas, a los repetidores de esa zona de Pontellas, diligencia que ya habían interesado los propios agentes sin éxito. Pero la jueza instructora y la Audiencia Provincial de Pontevedra lo denegaron, en coincidencia con la posición de la Fiscalía, que se opuso al recurso de la acusación particular.

Iglesia de San Campio, en Pontellas

Iglesia de San Campio, en Pontellas / FdV

Una agresión en un galpón próximo a donde tocaba la orquesta: "Se marcharon riéndose"

Los hechos ocurrieron la madrugada del martes 18 de julio de 2023. La víctima, una joven de 19 años, había acudido esa noche a las fiestas patronales de San Campio, en donde estuvo con familiares, amigos y compañeros de instituto en el campo de la fiesta y en lugares del entorno en los que, con motivo de estos populares festejos de Porriño, se suelen reunir los jóvenes. Fue en un momento dado en el que se quedó sola en un punto donde hay unas escaleras cuando se le acercaron los dos varones, “dos chicos” que tendrían entre “20 y 22 años”.

Eran sobre las tres de la mañana. La denunciante lo recordaba bien porque a las 03.02 horas telefoneó a uno de sus amigos para saber dónde estaba, si bien no obtuvo respuesta a la llamada. Los dos jóvenes que se le acercaron le preguntaron qué hacía allí sola, ella les respondió que estaba esperando a unos amigos, contestándoles éstos que los conocían, que de hecho habían estado con ellos y que podían acompañarla hasta el lugar donde se encontraban. La chica, relató en su denuncia, aceptó.

Bajaron las escaleras del campo de las fiestas, caminaron por una calle “con muy escasa afluencia de gente” y al llegar hasta un lugar donde había una casa con un jardín, entraron. Ella se dio cuenta de que estaban en una propiedad privada y les dijo que no quería acceder pero, concretó, ellos la “agarraron” de las muñecas y la llevaron a la fuerza hasta el galpón. La joven añadió que se resistió y gritó, pero que en las cercanías no había ningún vehículo estacionado ni ninguna persona que pudiese oírla.

En el galpón, detalló, la violaron y después se marcharon de allí “riéndose”. No sabe por dónde se fueron y no los volvió a ver. Cuando la víctima pudo salir de dicho lugar aproximadamente a las cuatro de la madrugada y caminar hacia el campo de las fiestas, todavía estaba tocando la orquesta. En sus comparecencias ante la Guardia Civil la joven dijo que ignoraba la identidad de los agresores, si bien pudo hacer una descripción de los mismos que permitió realizar los retratos robot.

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