Una pionera viguesa de altos vuelos: "Nunca me consideré importante y ahora me tienen en cuenta"

En 1978, Isaura Clavero se licenció como la primera mujer ingeniera aeronáutica de España

Ya jubilada, esta vecina de Canadelo Alto recibe con humildad los homenajes que le brindan, como dar nombre a una asistente virtual, a una obra musical, o a instalaciones de empresas

Isaura fue una de las ingenierias del Eurofighter; en sus años de estudio, practicó paracaidismo y sumó 51 saltos; hoy,  empieza a recibir pequeños reconocimientos como el de la empresa Capgemini, que ha puesto su nombre a la sala de reuniones de su sede en Getafe.

Isaura fue una de las ingenierias del Eurofighter; en sus años de estudio, practicó paracaidismo y sumó 51 saltos; hoy, empieza a recibir pequeños reconocimientos como el de la empresa Capgemini, que ha puesto su nombre a la sala de reuniones de su sede en Getafe. / Isaura Clavero

Marta Clavero

Marta Clavero

El 20 de julio de 1969, Neil Alden Armstrong, comandante de abordo de la misión Apolo 11, se convertía en el primer ser humano en poner un pie sobre la luna. En esa histórica fecha, Isaura Manuela Clavero Paradiñeiro (Vigo, 19 de agosto de 1954) tenía 14 años y ya estaba fascinada con todo lo que tenía que ver con la carrera aeroespacial, y la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y Rusia por conquistar el espacio exterior.

"Para mí, aquel día, fue increíble. Yo era muy consciente de la importancia de ese hecho que, en cierta manera, significaba la culminación de la conquista del espacio", recuerda Isaura, cuya pasión siempre se había traducido en un deseo: "yo, de pequeña, quería ser astronauta".

A la casa familiar de Isaura llegaba cada día el diario decano; uno de los más leídos por nuestra protagonista fue el ejemplar del martes 22 de julio de 1969, cuando FARO informó de "Los primeros hombres que pisaron la luna".

A la casa familiar de Isaura llegaba cada día el diario decano; uno de los más leídos por nuestra protagonista fue el ejemplar del martes 22 de juliode 1969, cuando FARO informó de "Los primeros hombres que pisaron la luna". / Faro de Vigo

Un sueño que empezó para esta viguesa en el entorno del barrio de Fátima -concretamente, entre la travesía del Rosario y la calle Canadelo Alto-, donde se crió junto a sus tres hermanos mayores: Pío, Lucía y Jacinto. Hijos de una maestra y de un funcionario, ellas estudiaron en el colegio Compañía de María de Vigo, mientras que los varones, que también se decantaron por una ingeniería -la industrial- se habían educado en los Jesuitas -el Apóstol Santiago de Vigo-.

Isaura, conocida por sus allegados como Tita, es la pequeña de dos años, sentada en la silla y acompañada de sus tres hermanos y una vecina, en el cruce de la actual calle Aragón con Travesía de Vigo. (1956).

Isaura, conocida por sus allegados como Tita, es la pequeña de dos años, sentada en la silla y acompañada de sus tres hermanos y una vecina, en el cruce de la actual calle Aragón con Travesía de Vigo. (1956). / Cedida

"Amstrong era ingeniero aeronáutico, así que yo tenía claro que, para volar al espacio, primero debía tener esos estudios". Esta alumna "de notable para arriba" y conocida por familiares y amigos como Tita, enfocó sus aspiraciones al cosmos, y tras terminar el curso escolar y superar las Pruebas de Madurez del Curso Preuniversitario (Preu), comenzó en Vigo su particular carrera aeroespacial. "En aquella época, las asignaturas del primer año eran comunes a todas las ingenierías, así que empecé en Peritos de Torrecedeira, y al año siguiente hice 2º en la Escuela de Aeronáutica de Madrid".

Foto de Isaura en el mirador del monte de O Castro, en Vigo, cuando Isaura empezó primero de ingeniería en la Universidad de Vigo (1971)..

Foto de Isaura en el mirador del monte de O Castro con 18 años, cuando empezó el primer curso de ingeniería en la Universidad de Vigo (1971). / Cedida

La Universidad Politécnica de la capital de España era la única del país con una Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica, donde, superado el primer año de carrera en su ciudad, la joven universitaria debía completar cuatro cursos más para obtener el ansiado título.

Dos años, "a la buena vida"

Si bien era una buena estudiante, cuando llegó a Madrid en 1972, aún con Franco en el poder, Tita optó por disfrutar de todo lo que le ofrecía la gran ciudad, "así que durante los dos primeros años, me dediqué a la buena vida", recuerda sin ningún tipo de remordimiento.

En el aula no era la única chica que se había atrevido a estudiar una carrera tan monopolizada por el alumnado masculino. "Cuando llegué a la escuela, había otras dos compañeras, pero el hecho de tomarse los cursos con cierta calma, suponía arrastrar algunas asignaturas de otros años, de ahí que no siempre coincidiésemos los mismos en según qué clases", matiza Isaura, que cree recordar que había entre 40 y 50 personas matriculadas por año. Y cree recordar, porque, a diferencia de otras facultades, los ingenieros aeronáuticos de su promoción no tuvieron la icónica orla con las fotos de todos los graduados y el plantel docente.

"Yo estaba haciendo lo que quería, y fui a por ello. Sinceramente, en ese momento, para mí no significaba nada más allá, ni me vi como una pionera. Vale que estaba en un mundo de hombres, y se podría ver como algo atrevido, pero jamás le di el valor que está teniendo ahora"

Isaura Clavero Paradiñeiro

— Primera mujer ingeniera aeronáutica de España

'Don Isaura Clavero'

Aunque más icónico, y sobre todo en el caso de Isaura, fue el título oficial de Ingeniera Aeronáutica, tanto por ser el primero que recibía una mujer en España como por el machista "error" de su expedición. Finalmente, y a pesar de las distracciones madrileñas, la estudiante viguesa adelantó a sus compañeras en la finalización de la carrera, "y en octubre de 1978, cuando tenía 24 años, aprobé el proyecto fin de carrera, un motor turbo en el que había estado trabajando durante ese verano y con el que me licencié en la especialidad de Aeronaves, Misiles y Motopropulsores", recuerda. En enero de 1979, "Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I", que llevaba poco más de tres años de monarca en España, acreditó la consecución de los estudios de esta pionera alumna en la expedición de un título en el que le dispensaron el trato de 'Don' en vez del de 'Doña': "Don Isaura Clavero Paradiñeiro", reza la redacción del documento que, una vez enmarcado, lució en las paredes de la casa familiar, en Vigo. "Supongo que se vieron sorprendidos y como estaban habituados a que todos fueran hombres, no rectficaron conmigo", comenta Tita.

El título oficial que recibió Isaura unos meses después de terminar la carrera llevaba el trato de Don.

El título oficial que recibió Isaura unos meses después de terminar la carrera llevaba el trato de Don. / Cedida

Bien es cierto que durante la carrera "nunca recibí un trato desigual con respecto a mis compañeros, aunque he de decir que a ellos se les hacía raro ver a las chicas en la escuela; solo hubo un profesor que tuvo un comentario desafortunado", reconoce Isaura, quien prefiere decir el pecado pero no el pecador: "No mencionaré su nombre ni la asignatura que impartía, pero al inicio del curso, se le calentó la boca y dijo que no pensaba aprobar a esas personas que debían estar en su casa y no aquí, en clara alusión a nosotras". Y efectivamente, ella suspendió esa materia de 4º de carrera "pero justamente", reconoce. "En febrero de 5º conseguí aprobarla y me puso un 7, demostrando que, a la hora de la verdad, no discriminaba entre nosotras y ellos".

Sus horas de "vuelo"

Religión y Educación Física formaban parte de su plan de estudios, pero no entraban en los planes de la viguesa. "Al estar en una residencia de monjas, la primera la saqué sin problema". La segunda se podía convalidar con una alguna actividad deportiva paralela, y qué mejor que acercarse lo más posible al cielo. Así que se apuntó a un curso de paracaidismo que culminó con un registro de 51 saltos, desde una altura de entre 600 y 800 metros. Ya estaba más cerca del espacio. Pero el sueño de ser astronauta se esfumó, cuando comprobó que "en aquella época, que una mujer y de España lo lograse, era casi una quimera". Aún hoy, Pedro Duque es el único astronauta español, y tuvo su bautizo espacial a las puertas del siglo XXI. Pero el medio se convirtió para Isaura en el fin, una profesión que a la postre disfrutaría enormemente.

Uno de los 51 saltos de Isaura en el curso de paracaidismo que realizó durante sus años de estudiante en Madrid.

Uno de los 51 saltos de Isaura en el curso de paracaidismo que realizó durante sus años de estudiante en Madrid. / Cedida

Después del viaje de fin de curso a Nueva York con sus compañeros de promoción, sufragado por Iberia, Tita se fue unos meses a Inglaterra para estudiar inglés. A finales de 1979 hizo las pruebas para trabajar en la que sería su 'casa' laboral hasta la jubilación: "Hice el examen de admisión y el 1 de enero de 1980 empecé a trabajar en la empresa Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA), que luego pasó a llamarse AIRBUS, calculando estructuras de aviones militares". Concretamente, en la fábrica de Getafe, donde la centenaria compañía, insignia en España de este sector industrial, abrió su primera planta allá por 1923.

En 1981, la compañía la destinó a Indonesia para trabajar durante un año en el avión de transporte militar CN-235 "que hicimos a medias los dos países". Después formó parte del equipo de trabajo para el programa del avión de combate europeo, Eurofighter, desarrollado por España, Alemania, Italia y Gran Bretaña; y, por último, en las modificaciones estructurales de todos los aviones del Ejército español, como el F-18, el F-5 ó el C-101.

Los aviones con 'huella' de Isaura

Pero entre proyecto y proyecto aeronáutico, esta incansable viajera siempre ha tenido el campo base en Vigo. Sus calles, sus playas y, sobre todo, la familia, y los amigos de la infancia, que aún mantiene, son su particular cable a tierra, -o a costa-, sobre todo en periodos vacacionales de cada estación del año. Ya jubilada desde 2016, ahora vive a caballo entre Madrid y Galicia, aunque en verano, su horizonte siempre está en las islas Cíes. De vez en cuando aún escucha rugir los motores de los aviones, que en este caso, aterrizan y despegan del aeropuerto de Peinador. Lo hace desde el Real Aeroclub de Vigo, entidad de la que es socia y donde disfruta de la práctica del golf.

Han pasado más de 45 años desde que Isaura se graduó como ingeniera aeronáutica, y aunque el porcentaje de mujeres que estudia esta carrera se ha incrementado, hoy sigue estando muy masculinizada: el 75% de las aulas españolas que imparten esta disciplina en España están ocupadas por hombres

"Nunca me vi como una pionera"

La corriente feminista, o 'cuarta ola' de este movimiento, como definen los teóricos, tendría su punto de partida en 2017, con el #MeToo y, un año después con la reivindicación del 8 de marzo. Palabras como empoderamiento, resiliencia, sororidad, techo de cristal, o patriarcado han pasado a formar parte del discurso social de manera natural y con estos términos, el reconocimiento a mujeres de ayer y de hoy cuyas exitosas biografías antes pasaban desapercibidas.

En ese amplio espectro de nombres está el del grupo de las pioneras. Esas primeras mujeres que abrieron una brecha y escribieron un capítulo de la historia hacia la igualdad. "Nunca le di importancia al hecho de haber sido la primera mujer en lograr el título de Ingeniera Aeronáutica. Yo estaba haciendo lo que quería, y fui a por ello. Sinceramente, en ese momento, para mí no significaba nada más allá, ni me vi como una pionera. Vale que estaba en un mundo de hombres, y se podría ver como algo atrevido, pero jamás le di el valor que está teniendo ahora", confiesa Isaura, ante las muestras de reconomiento y homenajes que ha empezado a recibir "desde hace unos cinco años".

Han pasado más de 45 años desde que Isaura se graduó como ingeniera aeronáutica, y aunque el porcentaje de mujeres que estudia esta carrera se ha incrementado, hoy sigue estando muy masculinizada: el 75% de las aulas españolas que imparten esta disciplina en España están ocupadas por hombres

Isaura preparada para saltar, con algunos compañeros con los que realizó el curso de paracaidismo.

Isaura, en el curso de paracaidismo con algunos compañeros de saltos. / Cedida

La "Alexa" de la Seguridad Aérea

Entre esos gestos de reconocimiento, de uno de ellos se enteró por casualidad. "Al parecer, hay una especie de muñeca virtual con una coleta que se llama Isaura en mi honor. Me avisó un compañero hace un tiempo y, la verdad, me sorprendió. Pero nadie me avisó de que iban a hacer eso", comenta sin darle mucha importancia, aludiendo a la asistente virtual de la web de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), adscrita al Ministerio de Transportes. "Ni me hace ilusión ni me deja de hacer, es algo curioso, y así lo valoro, sin más".

Dar nombre a una asistente virtual de cómic, a una composición musical, o a una las salas nobles de una compañía internacional de ingeniería han sido algunos de los reconocimientos que Isaura ha recibido.

Dar nombre a una asistente virtual de cómic, a una composición musical, o a una las salas nobles de una compañía internacional de ingeniería han sido algunos de los reconocimientos que Isaura ha recibido. / FDV

"Hola, me llamo Isaura, soy Ingeniera Aeronáutica virtual y trabajo en la Coordinación de Aeronavegabilidad de AESA. Mi nombre es un homenaje a Isaura Clavero Paradiñeiro, la primera Ingeniera Aeronáutica de nuestro país. Entre mis habilidades están dar a conocer datos curiosos acerca del mundo de la aviación, presentar nuevas formas de trabajar en AESA, informar acerca de eventos (...)". Así se presenta esta "Tita de dibujos animados" en la web de AESA, donde protagoniza vídeos que ofrece ese tipo de información.

La Isaura musical

Su nombre también encabeza el título de una composición musical creada por la flautista y compositora argentina Silvina Wainszelbaum, a raíz de una iniciativa que surge en el país albiceleste, a través del Ensamble de Música de Cámara de la Fuerza Aérea Argentina (Camerata FA). Se buscaba visibilizar a las mujeres que intervinieron en la historia aeronáutica, así que, impulsado por las aviaciones española y argentina, se plantearon el desafío de crear con cada historia y con cada aviadora, una obra musical "inspirada en las biografías de mujeres de audacia y coraje de la época". En su recorrido por España para presentar este repertorio, la Camerata Fa (Flauta Traversa /Clarinete / Clarinete Bajo / y Violoncello) hizo una parada en Mondoñedo en marzo de 2023, en el marco del 8M, al que asistió la ingeniera viguesa para conocer en primera persona la obra "Isaura Clavero", compuesta en su honor como mujer pionera de esta ingeniería.

El pasado mes de junio, Isaura fue invitada a las nuevas instalaciones que la empresa Capgemini ha abierto, precisamente, en Getafe. Esta compañía, líder mundial en servicios de innovación tecnológica e I+D, y con más de 60.000 personas dedicadas a la Ingeniería y a la Ciencia en todo el mundo, puso el nombre de Isaura a una de la salas centrales de sus instalaciones que inauguraron con un sencillo acto en su honor.

Isaura Clavero, en el acto de inauguración, en las instalaciones de Capgemini (Getafe), de la sala con su nombre.

Isaura Clavero, en el acto de inauguración, en las instalaciones de Capgemini (Getafe), de la sala con su nombre. / Capgemini

"A mí, esto de ir a eventos no me agrada demasiado. Intento escaparme, sobre todo porque lo de hablar en público no es lo mío. Aunque, en este caso, era un entorno casi de colegas, así que todo fue rodado y me sentí muy a gusto", reconoce la homenajeada, cuyo nombre, al parecer, también figura en otra sala de reuniones de su su anterior empresa, Airbus Defence and Space, "que el año pasado celebró su centenario y me invitaron, pero me fue imposible asistir", reconoce.

"Mi tía hace aviones"

Cuando nací, en septiembre de 1973, Tita (Isaura Clavero) empezaba su segundo año -ahora me entero que 'de juerga'- como universitaria en Madrid. Yo vivía con mi familia en el segundo piso de un edificio familiar de cuatro plantas situado en la calle Canadelo Alto, donde también residían mi abuela Lela (Isaura), mi tía Lucía (Luchi), y mis primos. Así que, Doña Isaura, que era como se dirigían los vecinos a la maestra que nos daba clase a los más pequeños del barrio, tenía cerca a dos de sus cuatro hijos (entre ellos, mi padre, Jacinto). El mayor, Pío, trabajaba en Zaragoza y la pequeña, Isaura Manuela (Tita), estudiaba en la capital.

Mis recuerdos de la "tía moderna" que admirábamos los ocho primos de la familia Clavero empiezan cuando Isaura ya estaba trabajando como ingeniera en CASA. Yo tenía 7 años. Y es que, así como ocurre en Sanxenxo o en Baiona cuando llega el verano, la población en aquel edificio se duplicaba en las épocas de vacaciones con su visita, y con la de mis tíos y mis primas desde la capital aragonesa. El 80% habíamos nacido en esos meses, así que las fiestas familiares conjuntas eran históricas, como históricos eran los viajes en el SEAT 600 de mi madre, con los ocho primos a bordo -unos encima de otros-, para ir a la playa o a la piscina, con parada obligatoria a medio camino para recargar el agua del coche, cuando éste empezaba a echar humo. Qué veranos... Y en medio de esa ensalada familiar, estaba Tita, que a veces viajaba a Vigo con su novio, y otras veces, sola.

Con ella empezó a germinar mi curiosidad periodística gracias, en parte, a la increíble vida de una mujer que se tiraba en paracaídas y que hacía aviones. Y es que eso es lo que le decía yo a mis amigas del colegio cuando les hablaba de Tita: "Mi tía hace aviones". De su etapa en Indonesia, me hablaba de cómo era su vida de expatriada en esas tierras exóticas, donde la población local malvivía, algo que contrastaba con los lujos de los que ella y otros, en su misma condición, disfrutaban, práctica habitual de las grandes empresas que ponen a disposición de sus empleados todas las comodidades para que solo se tengan que preocupar de hacer su trabajo. Una casa con piscina, cocinera, jardinero y chófer, al que, por cierto, y por su gran parecido, en Vigo llamábamos Chu-li, el icónico mayordomo de Ángela Channing, enla serie 'Falcon Crest'- y que conocíamos por fotos en las que los miembros del servicio siempre salían con una sonrisa de oreja a oreja. También recuerdo el cariño con el que Tita hablaba de ellos, y la relación casi familiar que mantuvieron durante ese tiempo. En el otro extremo, relataba cómo se jugaba la vida casi a diario por la forma de conducir de los indonesios en esas carreteras sin asfalto, sin señales, ni semáforos, donde regía la ley del más espabilado al volante.

Años después, cuando yo ya era adolescente, las preguntas eran algo más profundas: "Tita, ¿tú, exactamente, qué haces?". La respuesta me dejó sorprendida: "Pues ahora, el ala de un avión", me dijo. Se refería a una de las partes del Eurofighter que España estaba construyendo junto a Italia, Reino Unido y Alemania. Al hilo de eso, mi tía me confesó que los servicios secretos y el Ministerio de Defensa tenían a toda su familia fichada -incluida a mí- y observaban nuestros movimientos, al ser ese proyecto europeo de alto secreto.

Confieso que en esta entrevista no quise saber si la anécdota era cierta o no. En aquel momento quedé tan fascinada que iba por la calle pensando que algún satélite vigilaba mis coordenadas.

Que fuese la primera mujer en España con el título de ingeniera aeronáutica lo descubrí hace bien poco. Unos años. Desde entonces, mi ilusión era hacerle su primera entrevista. "Ya sabes que no me gustan esas cosas, lo de hablar o figurar no es lo mío", me decía. La penúltima vez que lo intenté fue el verano pasado, y volvió a negarse. Cuando a mediados del mes pasado fue homenajeada en Getafe, pensé en hacer un artículo con su historia, sin declaraciones. Antes le consulté. No solo me concedió el regalo de poder hacer este artículo, si no que se prestó a la entrevista.

He de decir que no he sido la primera en la familia en hacerle este pequeño homenaje en forma de escrito. Hace unos meses, la última Clavero de la familia, mi sobrina Laura y la sobrina nieta de Tita, de 11 años, realizó un trabajo para el colegio sobre la figura de su tía abuela, datos que me han servido para completar este reportaje. Ahora su historia ya no queda solo en CASA.

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