La 'Casa Blanca' de Balaídos, sin proyecto y cerrada 4 años después

La perla inmobiliaria del polígono de Balaídos, el emblemático edificio de oficinas que durante décadas acogió la sede en Vigo de la antigua Citroën Hispania (hoy Stellantis), languidece sin proyecto ni futuro cuatro años después de que la multinacional que pilota Carlos Tavares decidiera abandonarlo para ahorrar en costes fijos (luz, calefacción, limpieza, etc.). La “Casa Blanca”, como se conoce de porterías hacia dentro, sigue cerrada a cal y canto (con una cadena con candado en su puerta principal) y sin visos de que esta situación cambie a corto plazo.

Zona Franca, propietaria del polígono y, por extensión, del inmueble en última instancia, mantiene que el edificio que suma más de 4.000 metros cuadrados de oficinas en plena entrada principal del polígono forma parte las instalaciones alquiladas por el Consorcio a Stellantis, mientras que desde la empresa reconocen que intentaron alquilarlo a una firma ajena al sector de la movilidad (como le gusta ahora a la industria del automóvil denominarse) y que tras frustrarse esta operación no hay planes para este bloque, quitándose responsabilidad y dejando la resolución del futuro de la “Casa Blanca” en manos de su propietario.

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Con independencia de quién tiene la responsabilidad, la imagen sorprende y hace flaco favor a la historia de la fábrica y el polígono, aunque representa a la perfección la receta de despilfarro cero de la “era Tavares”. Toda la actividad que durante décadas acogió este icónico inmueble se trasladó a un open space de apenas 400 m2 en la primera planta del anexo 5D/6D, donde desde hace cuatros años trabajan los equipos de dirección de la planta, gestión económica (GEI), unidad técnica del centro (UTC), recursos humanos (RH) y algunas funciones de apoyo. El objetivo: economizar gastos y favorecer la operatividad y la comunicación de los equipos.

¿Qué va a pasar con la “Casa Blanca”? Su futuro es incierto si ni Zona Franca ni Stellantis se deciden a tomar cartas en el asunto. A esto hay que sumar lo que ocurre cuando un inmueble permanece durante años sin actividad y cerrado a cal y canto: que se deteriora.