Pérdida de flota y restricciones ahogan al puerto pesquero: 27.000 kilos menos al día en diez años

La actividad en la lonja rebaja su frenesí diario, con menos primera venta pero mejores precios | Todo el pescado de Gran Sol subastado ayer, de barcos reabanderados en Francia y Reino Unido | El sector: “Así no aguantamos”

Empleado de la lonja en un descanso

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Lara Graña / Olaya López / Pedro Fernández

Lara Graña

Lara Graña

Todavía falta un rato para las seis de la mañana pero las elevadoras mecánicas ya llevan un buen rato correteando por O Berbés. El hielo viene y va, como los cafés de máquina con magdalenas, y las pescantinas empiezan a llenar sus furgonetas blancas. En la lonja de altura, muy a lo lejos, se escucha a los subastadores. El edificio mide unos 250 metros de largo, aunque hay que recorrer un buen trecho para encontrar algo de bullicio. Hay poco pescado. “Hoy tenemos cuatro camiones”, explica la gerente de la Asociación de Comercializadores de Pescado de Vigo (Acopevi), Marisol Landriz, en referencia a las capturas de Gran Sol.

Han llegado en camión desde Marín, Castletownbere (Irlanda) y Douarnenez (Francia). Es la faena de otros tantos buques: el Puenteareas Uno, Río da Bouza, Manuel Laura y Loira. Todos son de armadoras de Vigo, pero ninguno tiene ya bandera española. Y en el puerto está amarrado el Pepe Barreiro, de 37 metros de eslora. Misma película: su puerto base ahora es el francés de Bayonne. Sus descargas –subastas en primera venta–, eso sí, las hacen en Vigo. Este es el puerto pesquero de referencia en Europa, aunque ya se notó infinitamente más. Aquí hay mucho menos frenesí, menos voces gritando precios por megáfono, menos cajas plásticas. Menos actividad. “Antes –recuerda una vendedora, oteando el edificio– era muy distinto, todo esto estaba lleno de cajas”. Ese “antes”, por ejemplo, puede ser 2013. Recién estrenada la nueva Política Pesquera Común, recién finiquitada la última oleada de desguaces. Desde entonces, en O Berbés se subastan 27.000 kilos menos en cada madrugar. Y ese “antes”, esa nostalgia, me hará compañía durante toda la jornada.

La de este jueves termina con 71 operaciones de subasta por 78.658 kilos, de acuerdo a los datos de la Autoridad Portuaria de Vigo. Han llegado capturas de una decena de cerqueros, casi veinte de flota artesanal, uno de trasmallo. “Es poco”, lamenta Landriz. En los primeros seis meses de aquel 2013, cuando fueron desmantelados pesqueros como el Sobareiro, Playa de Pinténs, Novo Recaré o Geni Lisi, el pósito vigués subastó más de 15.400 toneladas de productos del mar. Desde el 1 de enero del presente ejercicio, las ventas se han quedado en las 10.530 toneladas. Ahí están esos 27.000 kilos menos comercializados por la lonja cada día, en paralelo a una progresiva e insistente pérdida de capacidad. El puerto de la ciudad ha perdido en este tiempo 25 buques, ya sea por desguace, reabanderamiento en otros países europeos –para aprovechar las mejores cuotas de pesca de Francia, Irlanda o Reino Unido–, cierre de armadoras o venta de embarcaciones a países terceros. Bodegas como las del Río Mau, Galaxia Dos o Adexe Primero, que antes nutrían O Berbés y que se han mudado a Marruecos o a Camerún.

“Así no aguantamos” “Nos tendremos que especializar más, poner esto en valor"

“Así no aguantamos”, lamenta una asidua a estos despertares. “Nos tendremos que especializar más, poner esto en valor. Pero si viene poco pescado y se lo quedan las grandes superficies [por los supermercados], porque tienen que abastecerse, a las demás comercializadoras nos va quedando menos”. El pastel a repartir mengua. Suben los precios, pero también los gastos.

Faltan catorce minutos para las siete de la mañana. Se apaga la actividad en la lonja de altura; está el pescado vendido. Ya casi revolotean más las águilas –realizan vuelos disuasorios ante las gaviotas– que las carretillas. “Se nota todo lo que está pasando”, abunda la misma persona. Se notan las restricciones crecientes, las reducciones de posibilidades de pesca o los últimos arreones de la Comisión Europea contra la pesca de fondo. Si comparamos los volúmenes de actividad actuales con los del año pasado, y solo en pescado –sin contar cefalópodos o bivalvos–, la pérdida diaria de mercancía alcanza las tres toneladas. En Frigoríficos de Vigo (Frivigo), con silos con capacidad para 140 toneladas de hielo, lo destacan también. “Antes había barcos haciendo cola”. De nuevo ese “antes”, el del frenesí que se marchó. Morriña.

El puerto funciona como un reloj. Casi se puede seguir al minuto la actividad de subasta y descarga a través de su página web, como un duelo deportivo. Y cada caja con su etiqueta, cada etiqueta con su certificado sanitario, zona de pesca, nombre de la especie, peso, buque. O factoría de procedencia, porque en el mercado –segunda venta– hay rodaballos o lubinas de acuicultura. Hay cajas de poliespán de Pescanova, Flatlantic (de planta de Mira, exfilial precisamente de la propia Pescanova), AWT (Asensio Worldwide Tuna), Culmarex (subsidiaria de Cooke Inc.), Magnum o Kilic. “Cada vez son especies que ocupan un mayor espacio”, continúa el personal de la Autoridad Portuaria. “Tratamos de cerrar el círculo para valorizar todo lo que se genera aquí”. Cada mes se retiran diez toneladas de residuos orgánicos, pero también se tratan los restos de plásticos (48 toneladas solo en lo que va de año), madera, de redes, poliespán, cartones o chatarra.

Formar personal para el puerto del presente y el futuro

os alumnos del curso de operador de productos pesqueros y de lonja realizaron ayer una visita práctica a varias instalaciones de O Berbés.

Una noche viviendo la lonja de Vigo

Alumnos del curso de operador de productos pesqueros y de lonja, ayer, durante una práctica en O Berbés / Lara Graña

Promovido por la Autoridad Portuaria con Acopevi, busca formar a las personas para facilitar la incorporación de trabajadores cualificados en empresas comercializadoras de productos pesqueros y marisqueros. En los últimos días realizaron tareas de identificación de especies, de frescura o fileteado.

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