“Ahora podemos hacer cosas que antes eran imposibles”

Pacientes con obesidad narran cómo someterse a una cirugía para la reducción de peso les ha cambiado la vida

Paula Macía, antes de someterse a la operación y en una imagen reciente, con 40 kilos menos. Y Éber Cordeiro, de Moaña, llegó a los 210 kilos, y en una imagen reciente, tras la cirugía

Paula Macía, antes de someterse a la operación y en una imagen reciente, con 40 kilos menos. Y Éber Cordeiro, de Moaña, llegó a los 210 kilos, y en una imagen reciente, tras la cirugía

Al escuchar la palabra pandemia lo que viene a la cabeza de informa inmediata es el coronavirus. Pero lo cierto es que en los últimos años ha habido enfermedades que han aumentado de forma considerables y que se pueden considerar también epidemias pero que son más silenciosas. Según datos oficiales, el 40% de la población española tiene sobrepeso y un 22% es obesa. “Eso nos da una clara muestra de la magnitud del problema”, asegura Alberto Toscano, cirujano especialista en cirugía de la obesidad en el hospital Ribera Povisa. Hay que recordar que los efectos negativos en la salud de estos pacientes son “devastadores”. Por ejemplo, el exceso de peso ya está implicado en uno de cada veinte tumores que se diagnostican. Y a nivel psicológico, existe un importante aumento de cuadros depresivos o pérdida de la autoestima, con el riesgo aumentado de suicidio. La esperanza de vida, además, se acorta en los pacientes con elevados índices de masa corporal.

El sistema sanitario afortunadamente cuenta con soluciones que, unidas a un cambio de hábitos, permite a las personas con un gran exceso de peso ver la luz al final del túnel. Una de las más comunes es la cirugía, especialmente lo que se conoce como baipás gástrico. A ella se sometió en Povisa Paula Macía, vecina de Porriño de 33 años. “Cuando fui al médico de cabecera y me derivó al doctor Toscano para valorar la posibilidad de someterme a una operación, pesaba 123 kilos. Tenía insomnio, dolores de espalda continuos y que eran incapacitantes, migrañas... Hacer deporte era algo imposible. Me operé el 6 de octubre y ahora peso cuarenta kilos menos. Duermo como un bebé y se acabaron esos dolores. Pero la operación es solo una herramienta, no la solución definitiva, porque también hay que cambiar de hábitos, alimentarse mejor...y en mi caso también me ha ayudado la terapia psicológica”, relata Paula Macía. Todas las soluciones que había probado antes de decidir dar el paso no habían sido efectivas. “Mi metabolismo estaba tocado y cualquier dieta que intentaba generaba un efecto rebote”, recuerda. Por eso decidió acudir al médico y fue cuando su vida cambió para mejor.

Éber Cordeiro, programador informático de Moaña, está todavía de baja laboral pues se sometió al baipás gástrico hace menos de un mes. El peso máximo al que llegó antes de ponerse en manos de los profesionales sanitarios es de 210 kilos. Ahora está en 175 y empieza a ver la salida al final del túnel. Y es que su exceso de peso le incapacitaba para hacer una vida normal. “A mí me gustaba jugar al tenis y al pádel, y casi ya no podía hacerlo. Me costaba incluso caminar”, recuerda. En su caso, el confinamiento empeoró su situación, pues aumentó su ansiedad, lo que le llevaba a comer demasiado. “Ya no sabía qué hacer, estaba desesperado. Vi que iba a más, por lo que decidí aceptar el consejo de operarme”, afirma Éber. Ahora, tras someterse al baipás gástrico y finalizar ya la dieta de líquidos recomendables tras este tipo de cirugías, empieza ya a comer cremas y purés. Se encuentra bien y espera seguir bajando peso en las próximas semanas.

El confinamiento y dos embarazos agudizaron el sobrepeso de Eva Pérez, ourensana de 45 años que lleva buena parte de su vida afincada en Vigo. En dos años cogió veinte kilos, por lo que el endocrino le recomendó ponerse en manos del doctor Toscano para iniciar el proceso preoperatorio, hacerse las pruebas médicas necesarias y finalmente entrar en quirófano. “Tomé la decisión más por salud que por estética. Me costaba moverme, empezaba a tener problemas de sueño, tenía el colesterol algo, me cansaba con facilidad, no podía hacer ejercicio y tenía todas las papeletas para padecer diabetes”, recuerda. Entró en quirófano muy “concienciada”, asumiendo que supondría un nuevo cambio de vida, superando los trastornos de alimentación y los problemas de ansiedad que padecía.

Gran parte del éxito de la operación se basa en evitar las recaídas posteriores

Ayer 4 de marzo precisamente fue el día mundial de la obesidad. Tal y como explica el doctor Toscano, de Povisa, para determinar si un paciente se puede beneficiar de la cirugía para perder peso hay que tener en cuenta dos conceptos. El primero es el índice de masa corporal, es decir, cuánto pesa la persona por cada metro cuadrado. Esta cifra sirve para cuantificar el grado de obesidad. Si es superior a cuarenta, ya se considera obesidad mórbida. El otro ítem sería la valoración de las patologías asociadas que puede sufrir el enfermo, como hipertensión arterial, diabetes, dislipemia (aumento de colesterol o triglicéridos) o la apnea del sueño, entre otras. “Gran parte del éxito de la cirugía se basa en la selección de pacientes y su seguimiento para evitar recaídas. El abordaje quirúrgico se realiza de forma mínimamente invasiva, por laparoscopia, y el alta hospitalaria se produce al tercer día tras la operación”, explica el doctor Alberto Toscano.

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