Pilotar la revolución digital en el aula

Xurxo Cobelas, del CEIP Alexandre Bóveda.

Xurxo Cobelas, del CEIP Alexandre Bóveda. / Cedida por X.C.

Carmen Villar

Carmen Villar

Antes del tratamiento, toca el diagnóstico. Lo que funciona para la medicina vale también para acometer lo que la Xunta denomina “la transformación tecnológica” de los centros educativos gallegos. No hace mucho, la pandemia, y el confinamiento que conllevó, pusieron a prueba la capacidad de colegios e institutos para mantener a flote el proceso de aprendizaje. Entonces quedaron en evidencia, como manifiestan diversos estudios, la existencia de una brecha digital en algunos hogares o la necesidad, en ciertos casos, de la puesta al día de los docentes. Sin contar con que a veces la conectividad de las aulas también necesite mejorar.

Aunque el proceso de digitalización del sistema educativo gallego no arrancó anteayer, sino que acumula la experiencia de años con programas como el de Abalar, y las aulas digitales tampoco son nuevas, la Xunta quiere darle un empujón mediante la creación de la Rede Galega de Educación Dixital. Está integrada por 78 docentes con una misión: “impulsar la transformación digital” del sistema educativo gallego.

Xurxo Cobelas, desde el CEIP Plurilingüe Alexandre Bóveda, de Redondela, y Ángela Novo, desde el IES A Pontepedriña, de Santiago, son dos de esos docentes que se han reconvertido en mentores. Ambos han aparcado la pizarra –digital, preferiblemente– y se han embarcado a tiempo completo y con dedicación exclusiva a un nuevo rol que supone, para cada uno, la supervisión de casi una veintena de colegios e institutos para ayudarles a implantar las nuevas tecnologías, una veintena de centros con los que mantienen un contacto constante para hacer un seguimiento de las distintas tareas. “No se trata de fiscalizar su trabajo ni de evaluarlo”, enfatiza Cobelas, “sino que estamos para ser un refuerzo, un apoyo”. Precisamente, añade, en respuesta a una demanda del profesorado, que se quejaba de no tener un respaldo cuando pasaba de la teoría a la práctica tras una acción formativa.

Ambos encaran su trabajo –echando de menos las aulas, eso sí–, con la pasión que da poder echar una mano en un terreno en el que no son recién llegados. Cobelas, formado en Magisterio por inglés, pero también en Ingeniería Industrial, lleva años convencido de las bondades de la tecnología para la educación de las TIC por considerarlas “motivadoras” para el aprendizaje, por “estar a la orden del día”, y Ángela Novo, que suscribe esa opinión, hace bandera desde su asignatura, Tecnología. A ello se suma la ilusión de participar en un proyecto único. “Es un proyecto pionero en España, y muy ambicioso”, señala Cobelas, ya que se trata de “potenciar” el ámbito digital de cada centro y hacerlo de una forma “individualizada”. No hay recetas únicas; es un traje a medida.

Ángela Novo, del IES A Pontepedriña, de Santiago. |   // CEDIDA POR Á. N.

Ángela Novo, del IES A Pontepedriña, de Santiago. | // CEDIDA POR Á. N. / C. Villar

Lo que vale para un colegio rural puede no ser útil en un urbano, por ejemplo. Como apunta Novo, poco se parece una escuela infantil a un centro de FP con los ciclos más punteros, incluso dentro de un mismo instituto, como el suyo, el IES Pontepedriña, habría diferencias entre ESO, Bachillerato y FP. Ya no se trata, matiza Cobelas, de solo comprar pizarras, aunque una parte de la Estratexia Dixital 2030 sí contempla dotar recursos de infraestructuras y conectividad en los colegios, un paso básico para sacar el “máximo rendimiento” a la utilización de tecnologías digitales en el aula.

Como explica Novo, se trata de saber dónde está cada centro tanto en infraestructuras como en competencias digitales (de alumnado y docentes) y a dónde se quiere llegar: “Cómo vamos a pasar de dónde estamos ahora a lo que nos gustaría: eso sería el plan digital de centro”.

Lo primero es saber de dónde parten y para ello estos días están haciéndose un “SELFIE”, que no sería una simple autofoto, aunque el resultado de la consulta virtual es parecido porque permite “evaluar en qué punto” se hallan en relación con el aprendizaje en la era digital, como explican desde la UE, que facilita la herramienta. Esa es una de las “tareas” de las que hablaba Cobelas. Lo que tiene que ver con infraestructuras ya está más o menos estudiado, apunta Novo.

Después llegará un ejercicio “muy de moda”, explican Cobelas, algo que conocen bien las empresas: un análisis DAFO, de amenazas y debilidades, pero también de fortalezas y oportunidades. A partir de ahí, toca pensar en objetivos. Pueden, o deben, ser muy concretos, como apunta Novo: por ejemplo, de cara al profesorado, puede ponerse la tarea de conseguir que al final del curso que viene la mitad del profesorado haya hecho un curso de iniciación o de actualización de aulas digitales. Son cuestiones evaluables: es posible saber si se han cumplido.

El plan digital de centro tiene que estar listo en junio y después hay que aplicarlo en los centros de forma progresiva, poniéndose metas con un cronograma. “Cada año tendremos que analizar de nuevo las situaciones de los centros para comprobar si van o no mejorando, si se mantienen estables, para ir modificando, o no, el plan”, indica.

Aunque Galicia, como apunta Cobelas, es una de las comunidades más avanzadas en digitalización, esta vez “quiere ir un poco más allá: no lograr la excelencia, porque nunca se logra, pero ver sobre todo las carencias, manifestadas en la educación a distancia a la que hubo que recurrir, e intentar subsanarlas”, proclama.

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Una “ventana abierta al mundo”, salir de los muros de la clase y visitar otros lugares, tener una visión global de lo que ocurre... son las ventajas de la tecnología que cita Cobelas para el aprendizaje. Concede, no obstante, que quizás pueda implicar un exceso de “abstracción”, pero señala que depende de su uso, como ocurre con cualquier otra herramienta. Novo destaca la posibilidad que abre el aula digital de que cada alumno vaya aprendiendo a su ritmo y con los ordenadores, dice, el alumnado está más motivado. Pero no todo tiene que girar en torno la tecnología en un instituto: es una “herramienta más”, afirma, y el recurso ideal depende del objetivo que se quiere conseguir. En algún caso, como a la hora de explicar un problema de física, lo idóneo puede ser un encerado. El plan digital está dirigido a toda la comunidad educativa, incluidas familias. A ambos expertos les preocupa la brecha digital detectada en hogares gallegos durante el confinamiento y poder paliarla.

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