Tras la pista de Míster Mann

El investigador vigués José Ramón Cabanelas desvela cómo descubrió que el que fue director de las oficinas del Cable Inglés en Vigo ayudó, desde Galicia, a salir del país a republicanos represaliados durante la Guerra Civil y actuó como agente secreto de MI6 a lo largo de la Segunda Guerra Mundial

Cabanelas muestra uno de los permisos concedidos a Mann para desplazarse.

Cabanelas muestra uno de los permisos concedidos a Mann para desplazarse. / Pablo Hernández Gamarra

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Autor, entre otras publicaciones, de “Vía Vigo” (libro editado por el Instituto de Estudos Vigueses), donde narra la historia del Cable Inglés y del Alemán en la ciudad olívica, fue precisamente en el transcurso de las investigaciones sobre ambos cuando José Ramón Cabanelas se encontró con un personaje singular, habitual de las crónicas de sociedad en la prensa local de la época: se llamaba Roderick Price Mann, pero en Vigo todos lo conocían como Míster Mann. “Sí -confirma Cabanelas- Mann era un hombre muy popular en Vigo, así que me interesé muy especialmente por averiguar cosas de él, como, por otra parte, lo hice de otras muchas personas vinculadas a los Cables, sin sospechar ni remotamente con lo que me iba a encontrar”.

A esas alturas, Mann ya había fallecido hacía años, así que a José Ramón Cabanelas no le quedó más remedio que emprender la búsqueda de personas que lo hubieran conocido o tratado con él y de testimonios escritos sobre el célebre telegrafista. En cuanto a lo primero, se encontró tres mujeres: la mismísima esposa del británico (la viguesa Ana Valdés Álvarez), la profesora Antía Cal y una compatriota, Dorothy Coombe, que, ya jubilada, estaba residiendo en Porriño. “Las tres estaban unidas como por un hilo en torno Roderick Price -explica-. De Dorothy me dio noticia Antía Cal. Había llegado a Vigo, procedente de Lisboa, donde vivía y trabajaba, porque Antía, que daba clases en el colegio Rosalía de Castro, estaba muy interesada en incluir el inglés entre las asignaturas del centro (por aquel entonces, el idioma extranjero dominante era el francés) así que le preguntó a Mann por alguien que pudiera enseñarlo, y Mann le sugirió a Coombe, quien parece ser que no se lo pensó mucho y enseguida se vino de Portugal a Galicia”. Fue la maestra inglesa la que reveló al investigador una gran sorpresa: que, en Londres, todavía vivía la esposa de Mann, Ana, y “entonces se me entendió una lucecita: ¡tenía que hablar con ella a toda costa, aunque tuviera que irme a Londres!”. Dicho y hecho.

Mann con su esposa Ana Valdés

Mann con su esposa Ana Valdés / José Ramón Cabanelas

Debió caerle en gracia Cabanelas a la viuda de Mann, porque esta le regaló una bandera del Cable Inglés, que conserva como oro en paño, y unas fotos de su marido, y le proporcionó dos nombres más, los de quienes habían sido amigos y compañeros del británico en Vigo: los vigueses Alberto Carballo y Evaristo Garcés. “Ambos ya habían fallecido, pero la familia de Alberto -refiere Cabanelas- me facilitó una copia de sus memorias, que nunca publicó, y en ellas, además de trazar un perfil personal de Míster Man, en el que le destacaba como hombre peculiar, muy social y de convicciones liberales, comenta que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando, en teoría, no había ninguna actividad cablegráfica en Vigo, el inglés seguía acudiendo todos los días a la oficina del Cable que, en teoría, permanecía cerrada, y que solía realizar viajes constantes por la costa gallega, siempre con una mochila al hombro”.

Vigilando la costa

Para desplazarse, Mann portaba los correspondientes permisos escritos que, dice Cabanelas, “me sorprende muchísimo que se los diesen, siendo la policía y las autoridades militares muy germanófilas, como es bien sabido, y más cuando, a lo que se dedicaba Mann en esas “escapadas”, según sugiere ya Carballo, era a vigilar movimientos marítimos, en una coyuntura en la que resultaba habitual la presencia de submarinos alemanes en la ría de Vigo, por no citar los mercantes que transportaban el wolframio, elemento fundamental para construir el armamento de aquella época, extraído de las minas gallegas rumbo a Alemania. Ese wolframio salía de Galicia preferentemente por Vigo” .

Uno de los permisos concedidos a Mann para desplazarse

Abajo, la medalla de la Orden del Imperio Británico, concedida a Míster Mann / ARCH. J.R .CABANELAS

Esta pista se complementó con dos más. Una de ellas está reflejada en el libro de memorias de Antía Cal, titulado “Ese camiño que fixemos xuntos”, en el que la maestra y amiga de Mann cuenta que en la zona de Vilaboa, en 1936, Mann ayudaba a salir del país a republicanos temerosos y/o perseguidos por represalias del bando franquista, que triunfó desde el primer momento en Galicia. “Los ayudaba -afirma Cabanelas- proporcionándoles botes con los que pudiesen llegar fácil y rápidamente a territorio portugués por mar, en vista de que las fronteras terrestres estaban mucho más vigiladas”. Y la otra pista era un objeto que le enseñó Ana Valdés: una condecoración otorgada por el rey Jorge VI que se le entregó en 1949, cuatro años después de finalizar la Segunda Mundial.

Con Alberto Carballo (primero por la derecha) y otros de sus amigos y compañeros del Cable Inglés, entre ellos (agachados) Madison y Daniel Quintas.

Con Alberto Carballo (primero por la derecha) y otros de sus amigos y compañeros del Cable Inglés, entre ellos (agachados) Madison y Daniel Quintas. / José Ramón Cabanelas

“Más que la condecoración en sí -confiesa Cabanelas- lo que me asombró fue el tipo de condecoración, la medalla de la Orden del Imperio Británico, de la que me luego me informé que sólo se conceden a unos personajes muy, muy escogidos, unos privilegiados o…unos héroes de guerra. Y entonces llegué a una conclusión: como esta clase de condecoración no se le solía conceder a un mero empleado, aunque fuese director, de una oficina telegráfica, por deducción tenía que estar relacionada con la actividad clandestina de Mann en Galicia, la que aquí nadie conocía”.

Bueno, eso de nadie… hay que ponerlo en duda, porque el hombre tuvo sus problemas. De hecho, fue denunciado por una“reunión de carácter privado” en las oficinas del Cable Inglés en marzo de 1943 y, aunque no se consiguió probar nada en firme, su teléfono estuvo intervenido durante el resto de la contienda.Y él seguro que lo sabía o, al menos, lo sospechaba.

A Mann se le atribuye la captura del submarino U-110, al que se le incautó el mismísimo libro de claves utilizado por la Armada alemana

Entre las hazañas de Mann, Cabanelas tiene constancia de que tuvo mucho que ver con la captura del submarino U-110, al que se le incautó el libro de claves utilizado por la Armada alemana en sus comunicaciones. Esta captura se mantuvo durante mucho tiempo en secreto. Los alemanes dieron al submarino por “misteriosamente” desaparecido hasta que, años más tarde, supieron la verdad: que el MI6 contaba, tal y como sospechaban, con un muy hábil agente “vigués”.

Enamorado de Galicia y de una mujer viguesa

Nacido en Great Marven (Inglaterra) el 3 de abril de 1900, Mann llegó a Galicia en 1932 como empleado de la oficina viguesa de la Eastern Telegraph Company (la popularmente conocida como el Cable Inglés). No podía imaginar de aquella que se enamoraría tanto de esta tierra,y de una de sus mujeres. Falleció en Baiona, donde tras jubilarse en 1959 residió en sus últimos años, el 5 de diciembre de 1985.

Algunos de los libros de la “biblioteca gallega” de Roderick Price Mann.

Algunos de los libros de la “biblioteca gallega” de Roderick Price Mann. / Pablo Hernández Gamarra

Nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial, oficialmente el 9 de septiembre de 1939, las oficinas del Cable Inglés y Alemán que operaban en Vigo quedaron inhabilitadas. Con una Galicia tomada por un bando franquista que mostraba abiertamente sus simpatías por Alemania no parecía aconsejable para los británicos quedarse en Vigo. De hecho, la mayoría regresó a su país, pero no así un Roderick Price Mann, cuya misión, al quedarse en Vigo, era, en teoría, la del cuidado y vigilancia de las instalaciones y material de la Eastern Telegraph Company en la ciudad, pero en la práctica todo parece indicar que era otra.En aquel tiempo, la “información de guerra” era transmitida por radio en códigos secretos informando de los sitios de desembarco de submarinos alemanes y de las salidas de cualquier navío sospechoso, y en eso Mann era todo un especialista”, relata Cabanelas, quien sentencia: “Míster Mann era, sin duda, un agente del MI6”.

Este verano, el investigador gallego aguarda la visita a Vigo de una sobrina de Mann, que vive en Londres, y con quien ya ha contactado. Así pues, el “caso Mann aún no esta cerrado” sentencia José Ramón Cabanelas mientras porta en sus manos algunos de los libros gallegos de la biblioteca del británico: “Es que, además de amar Galicia, quiso conocernos bien: nuestra historia, nuestras costumbres, nuestra biografía... De este hombre bien pudiera decirse que quería considerarse, y que lo considerasen, como un gallego más”.

Suscríbete para seguir leyendo