Entrevista | Paco Álvarez Historiador y romanólogo

“Los políticos romanos se insultaban más que los de ahora”

El autor de Crónica rosa rosae aborda la historia de Roma antigua a través de los cotilleos, dejando claro que muchos rumores que han llegado a nuestros días no proceden de fuentes fidedignas

Paco Álvarez.

Paco Álvarez. / FARO

¿Era Cleopatra tan seductora como nos pensamos, Julio César tan mujeriego o Calígula tan malvado? Los chismes y rumores no son exclusividad de los tiempos contemporáneos y ya en la antigua Roma el cotilleo era el salseo del que se nutrían las conversaciones en los foros o las termas. De los escándalos en la Roma clásica trata el libo Crónica rosa rosae (Larousse) cuyo autor, el publicista e historiador Paco Álvarez, estará en Club FARO el próximo lunes 9 de octubre.

– ¿Cómo se fragua la idea de escribir un libro sobre cotilleos en la Roma antigua?

– Creo que fue Coretta Scott King, la mujer de Martin Luther King, quien dijo algo así como que los matrimonios no venden libros, los escándalos, sí. Este libro sostiene dos hipótesis: la menos seria es que abordar la Historia Antigua a través de los chismes puede ser una manera divertida de que se acerque gente a la que le da grima; la más seria, debajo de la frivolidad, es que dejemos de considerar a las fuentes fidedignas de conocer la Historia Antigua porque no tenemos ninguna prueba de que lo nos ha llegado es lo que sucedió. Hay que coger todo con mucho cuidadín y no pontificar, somos muy dados ha decir que Calígula era así o el otro así. Hay un beisbolista que decía “casi ninguna de las cosas que he dicho las he dicho”, se refería a que en las entrevistas se había cambiado el sentido de sus palabras, pues imagínate algo escrito en el año 92 y luego cambiado, corregido y mejorado.

– ¿En qué documentos ha buceado y cómo ha contrastado los bulos?

– He contrastado lo que ellos mismos dicen, por ejemplo, Tácito dice que sobre el principado de Nerón no hay que fiarse de lo que se conserva. Primero, porque lo que se escribió de él mientras era príncipe está lleno de peloteo, y lo que se escribió después está basado en el odio. Suetonio antes de hablar de Claudio dice que no tiene ningún dato de su principado ni se conserva nada, ahora bien que era cojo, olía mal y se le caían los moquillos. El problema es que no tenemos con qué contrastar, pero muchas de las cosas que damos por hechas se basan en una especie de compendio, “La historia augusta”, que se publicó por primera vez en el siglo XVIII basándose en unos manuscritos del siglo IX de autor desconocido. Consideremos cotilleos a las fuentes antiguas, a las literarias, porque obviamente la epigrafía, la numismática y, sobre todo, la arqueología sí encuentran hechos. Cuando murió el año pasado la reina Isabel II de Inglaterra renacieron los mitos sobre ella: que si era una reptiliana que se alimentaba de niños que le administraba el Vaticano o si era una imagen generada por ordenador porque a la verdadera reina la habían fusilado por haber provocado la muerte de Diana. Eso está ahí publicado en la red y en revistas, imagínate si dentro de dos mil años es lo único que se conserva sobre ella.

– ¿Cuáles serían las redes sociales y revistas del corazón de entonces?

– Hay un refrán que dice “uno solo que lo vea y lo sabe toda la aldea”. Había varios canales, estaban los periódicos, los acta diurna, que al principio eran serios, pero que para hacerlos más atractivos empezaron a incluir fiestuquis, matrimonios, divorcios, etc, hasta el punto de que Séneca se queja de que había gente que se divorcia para salir en el periódico. Luego están los subrostani, que vivían debajo del escenario de los foros para ver qué se cocía ahí y luego, o bien se lo contaban a otros, o ellos mismos iban pregonando a gritos por toda la ciudad e intercalando publicidad para ganar dinero, como la primera radio analógica. También están los influencer en sí, los patronos, que eran como Vito Corleone en “El Padrino”, gente rica e influyente que tenía sus seguidores, a los que recibían en sus mansiones para venderles favores y que les seguían físicamente por el foro, no como ahora, que das un like y ya eres seguidor de un influencer. Estos patronos y sus clientes propagaban a veces fake news con el objetivo de desprestigiar a sus enemigos políticos y judiciales. Y los políticos romanos se insultaban unos a otros más que ahora, aunque parezca mentira.

"Cicerón era muy cotilla, Cleopatra, la reina del papel couché, y Claudio, unas de las personas más maltratadas por la historia"

– ¿Quién fue el rey de la crónica rosa romana?

– Cicerón era muy cotilla, aunque en alguna carta dice que no, pero en otras cuenta cotilleos muy gordos. Uno de ellos, en las “Cartas a Ático”, es sobre un senador fallecido en la campaña de Pompeyo contra César al que encontraron entre sus pertenencias los retratos de tres mujeres casadas, que en la época eran pruebas fehacientes de que esas eran amantes suyas, una de ellas era esposa de Bruto, el que luego mató a César, y hermana de Lépido, que estaba en el otro bando. Lo único que sabemos de ese señor es lo que Cicerón nos cuenta en ese cotilleo.

– ¿Y la Isabel Preysler?

– Cleopatra, sin duda, no hay famosa como ella, cuya fama dura dos mil años. Es muy curioso porque todo lo que sabemos de ella son cosas que contó Aurelio para hacerla quedar mal. Cuando Blais Pascal en el siglo XVII dice que si la nariz de Cleopatra hubiera sido distinta, habría cambiado la faz de la tierra, él se refería a la importancia de esta mujer en la historia del mundo, y desde entonces todos hemos empezado a discutir sobre si era guapa o fea, blanca o negra; nadie se pregunta si Marco Antonio era guapo, es que somos machistas históricos. También estaban Julia, la hija de Augusto, y Clodia, de muy buena familia, que se metía en todos los charcos.

– Deshagamos o constatemos mitos. ¿Julio César era tan mujeriego como nos ha llegado?

– Tampoco se sabe, a lo mejor todo el mundo hacía lo que podía y cuando podía, Está escrito en muchos sitios que Julio César, que por lo visto era guapete, se entretenía ligándose a las mujeres de sus oponentes políticos. Es más probable que tuviera una aventura con una mujer casada a lo que se cuenta sobre que se acostó en el rol pasivo con el rey de Bitinia cuando tenía 19 años y dicen que, por esa aventura homosexual, consiguió una flota para sitiar Rodas.

– ¿Calígula era tan malo?

– Para nosotros ya es malo porque el actor que lo interpretó en el cine (Malcolm McDowell) es el que hizo de Alex DeLarge en “La naranja mecánica”. Le ponen a caer de un burro, pero luego le hemos añadido muchas cosas. No era un alma de cántaro, pero nunca hizo un burdel en el que se prostituyeran las mujeres de los senadores y Claudio fuera el portero; eso es mentira, lo vimos en una serie, no sale en los papeles antiguos.

– ¿Y Claudio tan “lento”?

– Probablemente, pero también escribió un porrón de libros, inventó alguna letra, ideó que se separaran las palabras con puntos, siguió los planes de Julio César para dotar de más acueductos a Roma e hizo Britania y Mauritania. Fue un gran emperador, desde luego nunca se escondió en las cortinas cuando mataron a Calígula, eso es un cuento de un cuadro, de hecho ni siquiera estaba en Roma ese día, según cuentan. Es una de las personas más maltratadas por la Historia, pero luego pasa otra cosa, si pudiéramos viajar a través del tiempo y ver cómo eran él, Nerón o Calígula, ni nos los creeríamos; los hemos hecho así y si la realidad fuera otra, cambiaríamos la realidad. Recuerdo que cuando se hicieron las primeras películas de Tintín en los 60 un lector había llamado al creador para decirle que no le gustaban porque Tintín hablaba distinto que en su tebeo. Lo de que Claudio era lento lo damos por hecho, hasta Lineo bautizó a una tortuga como Claudia porque es más lenta que el resto.

Paco Álvarez presentando su libro.

Paco Álvarez presentando su libro. / FARO

– ¿El contenido de la mayoría de los rumores solía ser de carácter sexual?

Eran los más extendidos, pero también cualquier crítica a cualquier persona poderosa, por ejemplo, Vespasiano tenía mucha fama de tacaño en vida y en su entierro de estado, con desfile y todo, un actor se disfrazó como el difunto e iba preguntando a la gente cuánto había costado el funeral. O el caso de Tiberio, que al parecer tenía celos de Germanio porque era bien recibido en todos los lados, y nunca se decidía a hacer un viaje sorpresa para comprobar cómo le recibirían a él. Había un mimo, Calípides, cuya especialidad era hacer como si corriera pero sin moverse del sitio, entonces a Tiberio en Roma le empezaron a llamar Calípides.

– ¿Cómo llega un publicista como usted a convertirse en “romanólogo”?

– Lo de romanólogo se lo inventó un amigo y compañero, es un rumor que ha funcionado (risas). Desde pequeño me encantaba la Historia, pero lo primero que estudié en la universidad fue marketing, hice mi carrera en una multinacional de la publicidad, trabajé en 15 países en dos continentes, y cuando pude terminé Geografía e Historia y me puse a escribir sobre esto.

– ¿Opina como otros expertos en Roma que lo peor que nos pudo pasar fue la caída de esa civilización?

– Desde luego sí hay una ruptura de conocimiento en la Edad Media, por más que no sea tan asquerosa como nos la pintan. Un ejemplo: los romanos hacían un cemento que llevamos más de veinte años intentando replicar en un proyecto mundial de la Unesco, Romacons, para intentar reconstruir cómo lo hacían a temperatura ambiente y cómo hacían que durara. De libros se conserva a lo mejor el 5%; Galeno cita a 340 mujeres doctoras en medicina griegas y 24 romanas que hubieran escrito libros de medicina, ¿qué había en esos libros?, ¿cuándo volvió una mujer a ser doctora?: En el siglo XIX. Desde Roma hasta ahí nos hemos perdido mujeres doctoras, abogadas y muchísimas cosas que no sabemos.

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