Medio siglo escuchando el corazón de los relojes
» Esta es la época de más trabajo del año en el taller de Gerardo Alonso: “Todo el mundo necesita tener a punto sus relojes de mesa y bolsillo"
Engranajes, ruedas, cristales, pasadores, y, más aún, ancora y péndulo, el corazón del reloj, su tic-tac, su voz, a través del que sin duda nos habla. Las historias detrás de cada reloj llegan al alma, emocionan, y si no que lo digan a Gerardo Alonso, el relojero de Vigo. A sus 72 años, cumple 53 en el oficio y no le pesan.
Más de medio siglo a través del que los relojes le han contado muchas historias: de esas que pasan de padres a hijos, de abuelos a nietos, de unos amigos a otros amigos. “La parte bonita de este trabajo es lo que hay detrás de cada pieza, el cariño, lo sentimental, la familia… Eso es lo que toca el corazón”, se emociona Alonso al otro lado del teléfono desde su establecimiento de la calle Álvaro Cunqueiro de Vigo.
Relojes Gerardo vive estos días la época de más trabajo del año, con jornadas que llegan a alargarse hasta las 22.00 horas, para llegar a tiempo a entregar encargos a coleccionistas de Vigo, de Pontevedra, de Lugo, de Madrid… y es que si hay una época para la emoción, la familia, los recuerdos… esa es, por supuesto, la Navidad.
“Muchos de nuestros clientes nos llaman en estas fechas buscando tener a punto sus relojes de pared y sobremesa para las campanadas de Nochevieja, o porque quieren conseguir piezas especiales para regalo como nuestros relojes de bolsillo, algunos con más de cien años”, explica Alonso, para quien el interior de un reloj se parece mucho al del cuerpo humano: “Por eso mi parte favorita es el péndulo, el tic-tac, con todas sus variantes de tonos, ritmos y tiempos, en cada uno es distinto, cada uno se expresa a su particular forma”.
“Esta es mi vida, mi pasión, mi hobbie, mi todo… El oficio que heredé de mi padre y mi padre de mi abuelo y espero poder seguir disfrutando de él durante muchos años más”, se despide Alonso al ser preguntado por lo que significan para él los relojes.
101 años, qué se dice pronto
Una historia que empezó hace ya 101 años, cuando su abuelo abrió una pequeña joyería en la Plaza de la Princesa, hoy instalada en el número 31 de la calle Álvaro Cunqueiro y convertida en referente indiscutible de la restauración de relojes en toda Galicia y España.
Fue allí donde un entonces pequeño Gerardo Alonso aprendió ese oficio que le ha consolidado como un artesano de la relojería conocido por el sector en toda España, con múltiples reconocimientos en su haber como el que le entregó la Asociación Casco Vello o el premio ‘Empresa del año 2000’ de Galicia, además de la Medalla de Oro del gremio de relojeros de Vigo y el Homenaje del Colegio Oficial de Joyeros y Relojeros de Galicia.
Santa Irene, su gran amor
Este año, como ya ocurrió el anterior, tampoco podrá acudir a dar las tradicionales campanas desde el Instituto de Santa Irene, obra del maestro Evangelino Taboada y entre los mejores de torre existentes en Galicia, suspendidas por precaución frente a las restricciones sanitarias.
El mismo lo reparó hace ya tres décadas y es una de sus grandes debilidades, insiste en que sea restaurado como merece cuanto antes: “Mi amigo el reloj, el viejo reloj, necesita una reparación a fondo, yo ya no podré hacerlo porque los años pasan y hay que subir 125 escalones, montarlo y desmontarlo con paciencia, conseguir nuevas piezas… Yo ya no podré hacerlo, pero espero que sí se encargue alguna empresa especializada. Es de los pocos de torre que están hechos por un gallego y hay que cuidarlo y mimarlo”.
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