Las vacantes más problemáticas en Galicia están en bares, talleres, camiones y obras
El Sepe identifica medio centenar de ocupaciones con déficit de candidatos y carencias de formación
En el primer trimestre había 11.300 puestos sin cubrir en la comunidad
El Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe) enmarca el “particular interés” por las vacantes que más cuesta cubrir en “el contexto de recuperación de la actividad económica y el empleo tras la irrupción que en el mercado laboral produjo la pandemia del COVID-19”. Detrás de las crecientes quejas en prácticamente todos los sectores por falta de candidatos hay un “desajuste” entre la oferta y la demanda “o escasez de perfiles adecuados con las competencias necesarias para cubrir las necesidades existentes”, apunta el organismo en la radiografía de la ocupación en 2023 que acaba de publicar. Existen casi tantas razones como puestos en concreto. La hostelería, una de las actividades que más alza la voz, paga en parte la factura de la expulsión durante los cierres de miles de empleados que acabaron encontrando una alternativa en otros negocios con mejores sueldos y horarios. Al campo y la pesca le persigue un déficit crónico que tiene mucho que ver con el envejecimiento demográfico. Algo parecido sucede en la construcción, incapaz de quitarse de encima la alargada sombra de los esfuerzos físicos titánicos. La crisis sanitaria, además, afloró el agujero de personal que había en los cuidados y puso la alfombra roja para dar un paso de gigante en la digitalización y los nuevos nichos vinculados a la transición energética.
Hostelería, construcción, transporte por carretera y construcción reúnen los perfiles profesionales con más dificultades para encontrar candidatos en Galicia, según el diagnóstico realizado por el Sepe en colaboración con expertos de los mercados de trabajo de las cuatro provincias. Ponen el foco en casi medio centenar de ocupaciones. No son las únicas, pero sí donde parece haber más problemas para la cobertura de vacantes. Aunque muchas arrastran falta de personal en toda Galicia, cada una de las provincias tiene sus propios agujeros negros por las particularidades de sus respectivos tejidos productivos.
A la cabeza de la lista de Pontevedra están los albañiles, cocineros, fontaneros, fisioterapeutas y camareros, la mayoría presentes también en la retahíla de ocupaciones problemáticas del resto de la comunidad. En el caso de los albañiles, las dos causas principales son las carencias en las competencias técnicas y las condiciones laborales. La gran razón de las vacantes en cocineros y camareros son el sueldo y la jornada, aunque también se apuntan el vacío de competencias técnicas o transversales (idiomas, manejo de las TIC...). Entre los fontaneros y los fisioterapeutas, sencillamente no aparecen candidatos o los presentados incumplen los requisitos requeridos para el puesto.
Entre los otros oficios con obstáculos comunes a las cuatro provincias destacan los mecánicos (faltan candidatos y formación), soldadores (no hay acuerdo en las condiciones laborales) y camioneros (por razones de salario, de formación y de personas dispuestas).
La causalidad de los desajustes en A Coruña es de nuevo “multifactorial”, detalla el Sepe. Junto a las ocupaciones coincidentes con el resto del territorio figuran en la provincia los trabajadores de los cuidados personales a domicilio, carpinteros, chapistas, peluqueros o trabajadores de la industria pesquera. Ourense añade panaderos y pasteleros, terapeutas ocupacionales y todo tipo de peones ligados al sector primario, lo mismo que en Lugo, donde también se echan en falta médicos de familia, matarifes, socorristas y soldadores. A diferencia de Pontevedra y A Coruña, en las dos provincias de interior se nota el “invierno demográfico”: el motivo principal es que no hay gente.
A lo largo del primer trimestre del año quedaban 11.359 vacantes sin cubrir en empresas de 10 o más empleados en Galicia, según el balance divulgado ayer por el Instituto Galego de Estatística. Son 2.500 menos que en el mismo periodo de 2023, pero en las plazas con formación STEM (el acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) aumentaron un 20%, hasta las 3.258. Casi un 40% de las empresas lo justifica porque las personas candidatas no tenían la formación adecuada y el 18% señala a las carencias en concreto de las carreras STEM. Uno de cada cuatro potenciales trabajadores rechazó el puesto por las condiciones laborales en general y las diferencias por el sueldo, que llegaron a superar el 30% en 2022, ahora son el 16% de los motivos.
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