“Resumen biográfico del Matemático de Bermés”

El sabio Ramón María Aller Ulloa dedicó a José Rodríguez González este discurso por su ingreso en el SEG

Ramón María Aller con la medalla del CSIC en 1855.

Ramón María Aller con la medalla del CSIC en 1855. / | // FDV

CECILIA REGUEIRA DOPORTO/ ANTONIO VIDAL NEIRA

Desde el año 2008, la Real Academia Galega de Ciencias (en adelante RAGC), honra la memoria de científicos destacados que hayan contribuido determinantemente en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en Galicia. El presente año 2024, fue elegido Pedro José Rodríguez González, conocido también como “El matemático de Bermés”. Con anterioridad, años 2008 y 2011, también fueron nombrados para esta celebración los profesores Enrique Vidal Abascal y Ramón María Aller Ulloa, ambos también del ayuntamiento de Lalín.

“Resumen biográfico del Matemático de Bermés”

Busto del Matemático de Bermés en el campo de la fiesta de la parroquia. / Bernabé

Con tal motivo, hicimos la transcripción del discurso pronunciado por el científico Aller Ulloa el día de su ingreso en el Seminario de Estudios Gallegos, titulado: “Resumen Biográfico de D. José Rodríguez”, manuscrito inédito conservado en los archivos del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (IEGPS, archivo do SEG. C. 5-Lej. 10), y que hemos publicado en un artículo en la revista LUCENSIA. Miscelánea de cultura e investigación, nª 68 (Lugo, 2024).

“Resumen biográfico del Matemático de Bermés”

Imagen en el paraninfo de la Facultade de Historia. / Cedida

Don Ramón María Aller Ulloa (Lalín 1878-1966) era a principios del siglo XX un personaje de gran relevancia y muy conocido entre los intelectuales gallegos y españoles, por disponer del primer observatorio privado de Galicia y por sus publicaciones en revistas científicas, prensa y haber publicado un libro de matemáticas en el año 1918, titulado “Algoritmia. Principios de la ciencia de los números”. Contaba con importantes amigos que formaban parte del Seminario de Estudios Gallegos, como Cabeza de León, Luis Iglesias, Otero Pedrayo y Taboada Roca, entre otros, que le propusieron formar parte de dicho Seminario, Sección de Ciencias, en el que ingresó como miembro el 5 de noviembre de 1928, con un discurso que versaba sobre la figura de su admirado José Rodríguez, matemático y astrónomo, nacido en la parroquia de Bermés (Lalín). Un año más tarde, don Ramón publicaría lo que puede considerarse la primera biografía realizada sobre la figura de José Rodríguez.

Discurso de Aller Ulloa

Nació en 25 de octubre de 1770 en la Parroquia de Santa María de Bermés en la jurisdicción de Deza, hoy partido de Lalín en el Obispado de Lugo. Estudió gramática con uno o dos cursos de Filosofía en el colegio de Monforte de Lemos al lado de un profesor tío suyo. Muerto este pasó a expensas de otro tío a la ciudad de Santiago para oponerse a una beca que obtuvo en el colegio de San Jerónimo, en el que principió y concluyó la filosofía. Siendo el objeto de su familia dedicarlo a la carrera eclesiástica, continuó estudiando las instituciones teológicas en que se graduó de Bachiller nemine discrepante. Sin perjuicio de estas dos facultades, se dedicaba a la música al baile, a la historia natural y además por gusto y pasión sin maestros y no por los mejores libros se dedicó a las matemáticas puras y aplicadas en las que hizo tales progresos que mereció la nombrasen sustituto de la cátedra de aquella que estaba vacante. Sacada después a oposición y nombrados jueces para el concurso los Maestros de la Real Academia de Guardias Marinas del Departamento del Ferrol y los del Consulado de La Coruña, le concedieron la propiedad en virtud de la honrosa calificación que formaron del talento, penetración y facilidad con todo género de cálculos en los diferentes exámenes que sufrió. Fue aprobada esta calificación por Su Majestad el año de 1801.

Conociendo que por falta de Maestros dejaba de adelantar, le aconsejaron sus amigos marcharse a París como lo verificó auxiliado principalmente por el Doctor Don Antonio Sánchez Canónigo de esta Iglesia Catedral y del Doctor Don Julián Suarez y Freire Boticario Honorario de Su Majestad ambos inclinados a promover y fomentar todo lo que tuviese relación con las ciencias y prosperidad pública como consta a todo el mundo.

Con ocasión de este viaje y permanecía en París contrajo relaciones de amistad con los principales sabios de aquella capital como Biot y Arago, a quienes acompaño de orden del Gobierno Español desde el año 1806 hasta 1808 en las Islas Baleares en las operaciones de la prolongación del Meridiano desde Dunkerke a Barcelona, operación que suspendieron cuando el pronunciamiento contra el Imperio francés. Los dos sabios franceses lo hubiesen pasado muy mal a no ser la filantropía de su compañero Rodríguez.

En 1811 o 1812 fue comisionado por el Gobierno a Londres en donde contrajo relaciones íntimas con los sabios de esta capital y particularmente con el distinguido marino Español Mendoza, mereciendo el aprecio de todos por las sabias observaciones que presentó sobre la medida de tres grados de Meridiano ejecutada en Inglaterra por el teniente coronel Wilian Mudge, las que se imprimieron el año 1812 con la firma del señor Rodríguez, cuyas observaciones, se dice causaron celos al tal señor Wiliam, lo que parece motivo que el señor Rodríguez se retirase más pronto de Londres.

Vuelto a España enseño matemáticas sublimes en su cátedra de la Universidad de Santiago por los años 1813 y 1814. Después marchó por segunda vez a París y de allí a Sajonia en donde estuvo dos años al lado del célebre profesor de Mineralogía míster Werner que le distinguió con su amistad. En 1817 se hallaba cursando en la célebre Universidad de Gotinga como consta de la descripción que de ella su famosa biblioteca y otras cosas muy curiosas remitió al Claustro de la Universidad de Santiago. Por orden de esta sirvió de comisionado en Paris para remitirle los escogidos y principales instrumentos de física y astronomía que posee, en lo que dicen ninguna otra Universidad de España le iguala ni con mucho.

En la capital de Francia fue solicitado para dar lecciones de astronomía en el Ateneo de ciencias y al mismo tiempo invitado por el Emperador de Rusia, Alejandro, para que fuese a dirigir un Observatorio Astronómico en San Petersburgo, ofreciéndole además de una crecida pensión, los honores de Consejero, propuesta a que no quiso acceder sin dar de ello conocimiento al Gobierno Español el que entonces por no perder un sabio tan distinguido, le nombró Director del Observatorio Astronómico de Madrid y catedrático de astronomía con el sueldo de 24.000 reales anuales. Dio la preferencia a esto estimulado por el amor patrio y del deseo que tenia de propagar en su país los muchos conocimientos que había adquirido como también por agradecimiento.

El año 11819 dio el primer curso de lecciones públicas de astronomía. En 1820 fue nombrado por Galicia Diputado a Cortes de las legislaturas del mismo año y siguiente en las que fue individuo de diferentes comisiones, distinguiéndose siempre por su moderación y celo en promover los conocimientos útiles. En las vacaciones se salía a buscar objetos de historia natural por los alrededores de Madrid pasándose los ocho días sin que sus amigos supiesen de él como sucedió una ocasión saliendo hacia El Escorial.

Cerrada la segunda legislatura volvió a París con el objeto, según había dicho, de ver hablar y tratar con los muchos amigos que tenía en aquella capital y más puntos, como eran, además de los ya referidos Biot y Arago, a míster Delambre, Bachellieu, Fontin, Burgius, Bouvard, el Abat Titel Director del observatorio de Hungría.

En diciembre de 1822 se restituyó a Madrid para dar principio al segundo curso de Astronomía que suspendió en la primavera de 1823 por las ocurrencias políticas. Por hallarse en esta época su salud en muy mal estado determinó pasar a esta de Santiago con el objeto de restablecerla lo que logró en parte, viviendo como un simple particular, aplicado continuamente al estudio de mineralogía y botánica y también al ejercicio de la piedad y caridad, dando crecidas limosnas a sus conocidos necesitados, a los pobres encarcelados, repartiéndoles el mismo de ventana en ventana lo que podía, y a los de la calle alguna vez hasta veinte reales y hubo ocasión en que bajó a la puerta de la calle con la carne y pan que estaba comiendo para de su mano al necesitado.

Estaba muy versado en la lectura de la Santa Biblia que meditaba todos los días aborreciendo de corazón toda clase de libros prohibidos sobre religión o moral, diciendo a uno que le convidaba con alguno, que de ningún modo quería leer sino cosas santas y licitas, a pesar de que tenía licencia de Su Santidad quien se la dio motu propio cuando en un viaje que hizo a Roma fue a besar el pie al Santo Padre.

No ignoraba la historia eclesiástica y de los Santos por su religiosidad y por ser necesario para la composición de los calendarios, como que hizo los de Galicia por tres años seguidos y también para la historia del Calendario Romano sobre que escribió un tomo en folio de su letra todo hecho en París y que debería darse a la prensa.

No hallándose completamente restablecido de su salud y con el objeto de sacar algún provecho de un viaje a Portugal, lo emprendió por junio de 1824 deteniéndose particularmente en Coimbra y Lisboa, más lejos de lograr su principal objeto se agravaron sus indisposiciones y le obligaron a regresar a Santiago en donde falleció el 30 de septiembre de 1824 en casa de su protector y amigo don Julián Suárez, a quien después de recibir los Santos Sacramentos de un modo edificante dejo de testamentario.

Fue sepultado en la Iglesia del extinguido convento de San Agustín en donde están y estarán sus cenizas a pesar de haber ofrecido trasladarse al panteón nacional de Madrid.

Dejó este sabio una selecta librería cargando más en sus ciencias favoritas. También dejó algunos apuntes sobre diferentes ramos de las ciencias exactas y naturales y de lo más notable y curioso que observaba en sus viajes, con algunos modelos de utensilios curiosos y económicos, instrumentos de física y astronomía, colecciones de mineralogía, modelos de cristalografía como los muy notables de la colección que aún conserva esta Universidad, que fue regalado por su autor Hauy a Rodríguez y que no existe más que otro en París, con dos memorias de su letra, la una traducción de la de Bradley sobre el descubrimiento de la aberración de la luz y la otra sobre la figura y propiedades singulares del albeolo de las abejas, las que de su orden se entregaron a un discípulo suyo.

Nota: Estos apuntes están tomados de los papeles correspondientes al Señor Rodríguez Bibliotecario que fue de esta Universidad y sobrino de don José Rodríguez.

Suscríbete para seguir leyendo