La viguesa que hizo realidad el sueño de un senegalés

Una ciudadana de Vigo costea los billetes para que el comerciante ambulante Diallo Ndiaye pueda seguir reuniendo a sus siete hijos en A Estrada o Cuntis y ofrecerles un futuro mejor

Diallo, en su puesto de A Estrada, feliz con la noticia de que podrá viajar a por sus hijas.

Diallo, en su puesto de A Estrada, feliz con la noticia de que podrá viajar a por sus hijas. / Bernabé/Javier Lalín

Ana Cela

Ana Cela

Diallo Ndiaye confiesa que durante meses sus hijas se le presentaban en sueños. Venían a él de noche, cuando se metía en la cama cansado y, antes que quedarse dormido, le daba vueltas a cómo podía apañárselas para traerlas a su lado antes de que su pasaporte español expirase. Este senegalés es todo un referente los miércoles y sábados en la feria de A Estrada. Todo el mundo lo conoce y no hay nadie que no le tenga aprecio. Es amable y educado, además de un padre entregado a la responsabilidad de cuplir un propósito vital: reunir a su lado a sus siete pequeños para poder ofrecerles un futuro mejor del que les aguarda en el país del que él mismo huyó cuando era joven.

La historia de Diallo, recogida en las páginas de FARO DE VIGO el pasado mes de marzo con motivo del Día del Padre, llegó a manos de una viguesa que, sin pensárselo dos veces, puso rumbo a A Estrada y se presentó en el puesto de ropa deportiva que regenta desde hace años este senegalés, afincado actualmente en el vecino Concello de Cuntis. Después de hablar con él, hace unos días asumió el coste de los billetes que Diallo guarda ya como su mejor tesoro, ya que le permitirán viajar a Senegal en agosto y regresar a España con sus dos hijas Mame Khary y Diama, que cumplirán ahora 10 años. Esta viguesa, que prefiere permanecer en el anonimato, ha hecho realidad el sueño de Diallo y, de paso, brindado una oportunidad a sus pequeñas.

Una sorpresa

“En esta vida estamos para convivir y ayudar. Leí el artículo y pensé que a esta persona se la podía ayudar. Antes cooperaba con distintas asociaciones pero realmente me gusta ver más la ayuda directa a través de cosas puntuales”, expresó una mujer a la que este comerciante senegalés le está profundamente agradecido.

“Le pedí a mi hermana que me acompañase y allí nos fuimos. El pobre se quedó todo sorprendido. Le dije que veníamos desde Vigo para saber qué necesitaba si su intención era traer a sus hijos”, explicó esta solidaria viguesa. Tuvo que insistirle a Diallo en que habían recorrido esa distancia porque realmente tenían la intención de echarle una mano.

Diallo Ndiaye, en su puesto del mercado de A Estrada.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

El senegalés junto a sus cuatro hijos, en Cuntis. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela

El senegalés todavía no se lo termina de creer hoy, como si le costase comprender que alguien pudiese ayudarle a solucionar una cuestión económica que para él se antojaba insalvable. “Lo que hizo esta señora no tiene precio. De verdad, de verdad. Yo no esperaba esta ayuda. Qué maja, de verdad. Yo no sé qué voy a hacer para agradecérselo. No me conoce de nada y vino aquí para ayudarme. Eso no es fácil. Hay gente que te quiere ayudar, pero no tanto como ella. Este tipo de personas me marcan”, declaró un emocionado Diallo Ndiaye.

Este comerciante ambulante ha ido trayendo a sus hijos a medida que la situación se lo ha ido permitiendo. Tiene siete, cuatro niños y tres niñas. Todos menos la pequeña Ndeye Maty, de tres años, tienen la doble nacionalidad. Tiene ya a su lado a Fallou (18), Saliou (16), Abdou (13) y Khadim (8). La ayuda de esta mujer de Vigo le costea los billetes para traerse a Mame Khary y Diama. Solo queda la benjamina, pero este senegalés reconoce que su situación es más complicada. Primero tendría que superar un costoso peregrinaje burocrático y él se reconoce ya cansado. “Tengo que arreglarlo para que se sepa que existe. Estoy cansado de tantísimo papeleo, pero también me da pena. Se queda muy sola allí, sin sus hermanos, y para mí todos los hijos son iguales. Yo los quiero a todos”, reflexiona en voz alta. Es consciente de que en esa aventura de trámites tendrá que embarcarse cuando consiga ver a sus dos niñas mayores junto a él.

Diallo no le ha dicho nada a sus hijas de que el 4 de agosto viajará a Senegal para traerlas con él en septiembre. “Quiero sorprenderlas. No puedo decirles nada porque están a finales de curso y, si le digo que se vienen, ya dejan de estudiar”, dice entre risas. “Cuando voy siempre me están diciendo: ¿cuándo nos vamos nosotras? ¿cuándo nos vas a llevar? Están deseando venir”, añade.

La viguesa que hizo realidad el sueño de un senegalés

Las dos hijas de Diallo que viajarán a España en septiembre. / Ana Cela

Las dos pequeñas tienen aquí cuatro hermanos que sí saben que vendrán y que están deseando volver a abrazarlas. “Están muy contentos y deseando que lleguen”, explica su padre. Señala que ellos serán unos maestros maravillosos para que las niñas aprendan pronto el idioma y también para que afronten la diferencia cultural. Es muy consciente de que ellas –aseguran que son muy organizadas pese a su corta edad– también les harán mucho bien.

Con todo, Diallo reconoce que la casa en la que viven se les queda pequeña y necesitan encontrar un hogar para la gran familia que son. Insiste en que con las niñas, y más a estas edades, puede hacerse más complicado para que tengan su espacio y su intimidad.

Ddiaye asume que su lista de necesidades seguirá creciendo. Ahora la más urgente es conseguir un hogar mayor, gestionar la matrícula en el colegio para las niñas, asegurar que tengan ropa para vestirse y afrontar los gastos de la compra –ya de por sí desorbitados– para un padre con seis hijos. Cuando se le pregunta, a riesgo de caer en la indiscreción, a cuánto ascienden sus gastos fijos, Diallo esconde el rostro detrás de sus manos y exclama un “¡buuuuuuuu!”. Se ríe después mientras bromea: “¡comen mucho, mucho!”. “Menos mal que estos meses me está ayudando el Concello de Cuntis, pero cada vez que paso por el súper gasto 30 euros. Eso todos los días son casi 900. Es mucho dinero”, relata. “¿Tú sabes cuánto pan comen? A veces me da vergüenza ir ahí [señala un puesto de la feria] a coger pan porque comen muchísimo pan”, confiesa entre carcajadas llenas de ternura por estar imaginando las tostadas y bocadillos que se toman sus hijos para afrontar con energía el día a día.

De feria en feria

Diallo acude a las ferias de A Estrada del miércoles y sábado. El jueves está en la de Marín; el viernes en O Grove; el domingo en Padrón y todos los días 3 y 18 de cada mes acude a la de Lalín. Trabaja mucho y compagina como puede este trajín con la tarde dedicada a sus hijos. “Son unos niños muy buenos y quieren estudiar. No me dan guerra ni nada. Yo les digo que no se enfaden conmigo porque soy su padre y tengo que darles la lata para que todo salga bien. Es que los quiero mucho”, expresa con una ternura infinita.

Diallo sabe que las posibilidades de sus hijas en este país se multiplican exponencialmente con respecto a la tierra en la que nacieron. “Allá no tienen nada. Por eso quiero traerlas aquí y educarlas bien”, apunta. Este senegalés toca ya su sueño con las manos. Solo hay una vida y él ha decidido pasar todos los esfuerzos que le mande para conseguir vivirla junto a las personas a las que más quiere en este mundo. Como dice la canción, lo más lejos, a su lado. En Vigo, una mujer aguarda que la familia se reúna, consciente de que todavía le va a hacer falta mucha ayuda. Ella promete seguir pendiente. Ojalá cunda su ejemplo.

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