Balonmano | Primera Nacional

El técnico del Luceros denuncia que la rampa del pabellón de Pontevedra es inaccesible

Adrián Méndez afirma que la pendiente triplica el máximo legal

El equipo se desplazó a jugar contra el Teucro con dos delegados con movilidad reducida

Marcos Castro, en silla de ruedas, y Narciso Blanco, con muletas, técnicos del cuadro cangués en la polémica rampa.

La visita del Automanía Luceros al Lirón Teucro el sábado acabó con una derrota, pero, sobre todo, con el profundo malestar del técnico del cuadro cangués, que volvió a denunciar el estado de la rampa de acceso a la pista en el pabellón de Pontevedra, excesiva a su juicio y que no cumple los requisitos para ser homologada. Adrián Méndez se desplazó con un equipo técnico en el que había dos delegados con movilidad reducida –Marcos Castro, en silla de ruedas, y Narciso Blanco, con muletas por una operación– que tuvieron que lidiar con una instalación lejos de ser fácilmente accesible.

“Esto no está adaptado. En su momento hubo una subvención del Consejo Superior de Deportes para mejorar la accesibilidad, pero aquí no se ha hecho”, señala el entrenador, que ya el año pasado había presentado un escrito ante el Instituto Municipal de los Deportes (IMD) mostrando su malestar por las instalaciones. Las pendientes máximas para estos elementos se sitúan entre el 10 y el 6 por ciento en función de su longitud, pero la del polideportivo pontevedrés, según sus cálculos, “es de al menos un 30 por ciento. Es una burrada”.

Marcos Castro y Narciso Blanco junto a la rampa que comunica pista y vestuarios en el pabellón de Pontevedra.

Marcos Castro y Narciso Blanco junto a la rampa que comunica pista y vestuarios en el pabellón de Pontevedra. / FDV

Dos escritos de queja sin respuesta

En su momento la rampa –que une la zona de los vestuarios con la pista de juego– era metálica y ahora ya cuenta con una moqueta, “que ha reducido algo su peligrosidad, pero sigue con una pendiente enorme”. Méndez volvió a plantear sus quejas el pasado mes de diciembre, anunciando que en este mes de abril su equipo visitaría el pabellón y que en el mismo venían dos personas con movilidad reducida. Su otro delegado, José Luis Rodal, con una discapacidad, directamente renunció a ir a Pontevedra tras las experiencias anteriores. “También pedí el nombre de la persona que dio el visto bueno a la obra a pesar de que no cumple con la normativa, pero nadie me ha respondido ni a la primera ni a la segunda queja”, señala. A pesar del escaso éxito de sus reclamaciones, manifiesta su intención de escribir nuevamente.

La situación que ha vivido en el pabellón pontevedrés, señala, es casi única en la categoría. “Solo el de Gáldar no está adaptado, porque hay seis peldaños, y hubo que subir la silla de ruedas a mano”, dice. En el resto de instalaciones de la categoría “no ha habido ningún problema”. Del de Pontevedra apunta que “la cuestión no es solamente subir, sino bajar con esa cuesta”. Y añade que, más allá de lo vivido este fin de semana, la rampa está generando dificultades constantes. “Las personas encargadas de la limpieza no pueden subir el carro porque vuelca, tienen que hacerlo a mano”, sentencia.