Atletismo

La liberación de Tariku

El gallego se convirtió en el primer español con la mínima para los Juegos de París gracias a la gran marca que hizo en el maratón de Valencia donde corrió, sin saberlo, con un edema en el fémur

Tariku Novales celebra su resultado en Valencia.

Tariku Novales celebra su resultado en Valencia. / EFE

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Hace ocho meses Tariku Novales descubrió la cara siniestra del maratón. En Madrid, en su estreno en la distancia, se encontró de frente con todas las pesadillas que amenazan a los atletas en la mítica distancia. Calambres, dolores, vómitos...en el kilómetro veintisiete pensó que iba a explotar, pero resistió porque no quería desperdiciar meses de entrenamiento peleando contra las lesiones que durante demasiado tiempo cortaron la progresión de uno de los grandes talentos de su generación. Llegó a meta descompuesto por el dolor y el llanto.

No sería el único revés de aquellos días. A las pocas semanas tuvo que dejar la Residencia Blume de Madrid por la ausencia de marcas de valor, esa pequeña esclavitud que tiene que soportar el deportista. Decisiones frías en las que atenuantes como los años de lesiones y problemas físicos dejan de tener valor en un mundo excesivamente burocratizado. Tariku Novales, gallego nacido en Etiopía, adoptado por una familia de Lugo cuando tenía seis años, se encontró algo perdido. Pero entonces recibió la llamada del saltador Héctor Santos. Él y Jordan Díaz –el prodigio del triple salto que acaba de nacionalizarse español– y que forman parte del grupo de trabajo que dirige Iván Pedroso en Guadalajara, habían encontrado una casa amplia para alquilar. Para los dos resultaba algo cara y buscaban un tercer inquilino. Se lo ofrecieron a Tariku y éste hizo la maleta y se plantó en Guadalajara para iniciar una nueva vida.

A partir de ese momento el gallego comenzó con un nuevo plan. Alternó durante meses el periodo en Guadalajara con dos concentraciones en Etiopía. Trabajo en altitud de máxima exigencia con la mente puesta en el maratón de Valencia que se disputaba la primera semana de diciembre, una cita que ya es imprescindible en el atletismo mundial, donde suceden cosas extraordinarias. Tariku se preparó a conciencia, sin pensar en otra cosa que en volver a encontrarse a sí mismo, en disfrutar del placer de correr rápido, de sentir sus piernas ligeras. Compatibilizó el trabajo con los dolores que volvieron a su encuentro hasta el punto de que su presencia en Valencia estuvo en duda hasta el último momento. Una resonancia una semana antes le dio vía libre para calzarse las zapatillas por las calles de Valencia. Sin embargo la prueba no había alcanzado a ver una cosa: Tariku tenía un edema óseo en el fémur, circunstancia que le impediría correr. Sin esa información el gallego se lanzó sin más objetivo que ir sintiendo su cuerpo. Los primeros diez kilómetros los hizo en compañía del dolor en la pierna; pero con el paso del tiempo fue desapareciendo. Las buenas sensaciones le ayudaron a centrarse en su carrera, cada vez más fluida. Tariku se agarró al grupo en el que viajaban los primeros españoles con Ayad Lamdassem, que este mismo año había batido el récord de España en Sevilla, como principal referencia. Pero las piernas de Tariku volaban. Pronto abandonó la compañía de Lamdassem y se lanzó en busca de una marca gigantesca. 2:07.18 firmó al final. La cuarta mejor marca española de todos los tiempos, nuevo récord gallego superando al gran Alejandro Gómez. Gritó feliz, convendido de que el atletismo le empezaba a devolver algo de lo que él entregaba de forma abnegada. Doscientos metros después de cruzar la línea de meta era incapaz de caminar por culpa del dolor en su pierna. Una resonancia más amplia acabó por confirmar que sufría un edema óseo y que era necesario que parase un par de meses al menos. Desde entonces es incapaz de caminar sin muletas. Un pequeño revés, otro más, que el gallego afronta con un punto extra de optimismo tras el resultado de Valencia, que al final resultó mucho más grande de lo que imaginaba en un principio. Porque hace un par de días se dieron a conocer las mínimas establecidas para los Juegos Olímpicos de París. La carrera de Valencia ya estaba en plazo y Tariku, con su registro, se convirtió oficialmente en el primer atleta español en conseguir la mínima para la cita en verano de 2024 en Francia. El tiempo, los criterios de la Española y el comportamiento del resto de atletas resolverá su presencia o no, pero parte del billete para esa carrera ya se lo ha sacado. Las mínimas establecidas por Worlds Athletics son especialmente caras y no resultará sencillo ver a mucha gente por debajo de esos 2:07 que acreditó el gallego. Novales se siente pleno mientras espera a que pase el periodo de descanso al que le obliga el edema. Le quedan casi dos meses hasta ese momento. Mientras tanto, su cabeza dibuja más concentraciones en Etiopía, nuevas carreras, en París, en Budapest donde el próximo año se disputa el Mundial. Allí tal vez viva su primera gran cita internacional en ese maratón, despiadado unos días, reconfortante otros.

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