Os Padriños vuelve a ser tranquilo

El puente medieval deja de sufrir con el tránsito pesado después de un año “solventando” el colapso de su vecino de Santa Marta

El puente de Os Padriños se queda sin vehículos.

El puente de Os Padriños se queda sin vehículos. / Noé Parga

A. G.

Hace catorce meses, el puente de Os Padriños se erigía en la principal alternativa al colapso del que fue su sustituto, el de Santa Marta. Los dos puentes de la localidad de Ponte Arnelas, a caballo entre Ribadumia, Vilanova y Cambados, fueron los grandes protagonistas del mes de abril del pasado año, cuando el más nuevo colapsaba con tan solo 16 años a sus espaldas, y el más longevo, se convertía en la gran solución para encauzar todo el tráfico que, a diario, cruza la PO-300 hacia el corazón de O Salnés.

El vetusto puente, de origen medieval y sometido a una importante remodelación en época de Felipe II, resistió todo lo que le echaron durante estos catorce meses, aunque el paso de los vehículos pesados ha dejado huellas que necesitan ser reparadas.

Tal es así que, ayer, varios técnicos de la Diputación de Pontevedra, se acercaron al puente de Os Padriños para analizar cuál es la situación y qué necesidades debe afrontar el ente provincial para repararlo. La mayor parte de los daños provocados por el tráfico se encuentran en el empedrado que se le instaló después de la construcción del puente de Santa Marta con el objetivo de convertirlo en semipeatonal. Gran parte de ese empedrado se encuentra levantado o dañado, por lo que es previsible que se acabe acometiendo algún tipo de actuación, especialmente en la zona de Ribadumia. El uso del puente volverá a ser semipeatonal, con el paso prohibido a vehículos pesados, tal y como se encontraba antes de que se registrase el colapso del de Santa Marta. Lo cierto es que alrededor de este viaduct existe una de las leyendas más curiosas de la comarca de O Salnés en la que se narra el bautizo prenatal de los Albertos. La leyenda cuenta que, cuando una mujer quería tener un hijo se tenía que dirigir a este puente con su familia y llevando consigo una cesta de comida. La comitiva tenía función de vigilar que el paso sobre el Umia no fuese cruzado por ninguna mujer o animal y, en silencio, esperar por algún forastero. Interceptado este, debía bautizar a la mujer vertiendo agua del río Umia sobre su cabeza, vientre y escote. Cuando el pequeño nacía, debía llamarse Alberto o Alberta en homenaje al santo esculpido en piedra que se encuentra esculpido. El forastero estaba obligado a ser el padrino.

Esta leyenda resuena todavía en muchas casas de la comarca, donde hay un buen número de niños que se llaman Alberto, aunque hace ya muchas décadas que no se tiene constancia de que se practique. A la entrada del puente desde Ribadumia se encuentra una inscripción y un escudo de la época de la reconstrucción. A su lado también se encuentra instalada la vara de un cruceiro. Por él atraviesa la Variante Espiritual camino del muelle de Vilanova de Arousa para realizar la “Traslatio” de los restos del Apóstol.

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