Llevó muchos años conseguirlo, pero los 28 años que ayer cumplió el puente de A Illa han venido a demostrar que estaba plenamente justificado. El 14 de septiembre de 1985 es una fecha que sigue marcada con letras de oro en la memoria del último Concello de Galicia, porque significó el fin del aislamiento secular en el que habían vivido hasta entonces. Aquella fue una jornada soleada y calurosa por la que los 5.000 habitantes habían estado esperando mucho tiempo.

Mucho ha cambiado el municipio desde entonces, tanto que gran parte de ella sería irreconocible para muchos, sobre todo a nivel urbanístico, donde las tradicionales casas con azulejos o conchas en sus paredes exteriores han dejado su sitio a edificios. Pero si hay algo en que se nota ese cambio experimentado en los últimos 28 años es en la cantidad de vehículos que existen. Antes de la inauguración del puente apenas había una docena de coches, casi todos ellos vinculados a las conserveras que estaban asentadas en A Illa. El que tenía coche, normalmente lo guardaba en algún garaje de Vilanova de Arousa. Sin embargo, hoy, el parque móvil de A Illa de Arousa supera con creces los 2.000 vehículos.

Antes del puente, el único nexo de unión con el continente eran la "motora", el vapor de Ribeira o la barcaza, que atravesaban varias veces al día las aguas para atracar en alguno de los puertos que posee la lengua de tierra que da nombre a la ría de Arousa. La luz y el teléfono fueron otras dos grandes reclamaciones que llegaron antes del puente, pero hasta que la infraestructura no estuvo construida, nunca funcionaron correctamente. Las constantes averías del cable subterráneo acostumbraban a capitalizar la indignación de los isleños, sobre todo, porque cada corte de luz presagiaba una larga etapa sin suministro eléctrico, mientras se trataba de solucionar. Ahora, esos cables pasan por un canal que circula por debajo de la capa de rodadura del puente.

En estos 28 años, la espectacular infraestructura, de dos kilómetros de longitud y con tan solo dos juntas de dilatación en cada lado, solo ha recibido una reforma. Esa reforma comenzó en 2009 y consistió en solventar todos los problemas estructurales que habían surgido tras 25 años de erosión del mar y soportando el peso de vehículos.

Su coste, de 14 millones de euros, fue casi el doble que la cantidad que se invirtió en su construcción, 1.000 millones de las antiguas pesetas de la época, pero sirvió para darle un importante lavado de imagen a la infraestructura, especialmente con la ampliación de la acera y del carril bici. Al igual que en su construcción, en los cambios se utilizaron las técnicas de ingeniería más actuales.